El atentado contra la Audiencia Nacional no pasó de «un plan individual» de Achraf

Sin embargo, en la sentencia hecha pública ayer, el tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, establece como acreditado que esa pretensión se trató sólo de «un plan individual» del cabecilla Abderraman Tahiri -alias Mohamed Achraf-, «sin desarrollar, que no determinó el concierto de voluntades» del resto de procesados «para su efectiva ejecución».

La mayor pena recayó sobre este líder espiritual: 14 años de prisión por un delito de pertenencia a grupo terrorista en grado de director. Junto a Achraf, fueron condenados otros 17 procesados por integración, a penas de entre 7 y 11 años de cárcel. Para Mourad Yala y Ziani Mhadi, el tribunal acordó nueve y cinco años de prisión, respectivamente, por un delito de colaboración con organización terrorista.

Asimismo, la Sección Tercera ordenó la libertad provisional de los diez acusados restantes, de los cuales estos cinco permanecerán entre rejas por otras causas: Mohamed Amin (su nombre real es Bousrhal Noureddine), Bachir Belhakem, Soubi Kounic y Mohamed Amine. Entre los que sí han sido excarcelados, se hallan Baldomero Lara, único español juzgado en este proceso, y Djamari Mazari, quien el Ministerio Público consideraba que ocupaba un cargo relevante dentro de este grupo salafista como cabecilla del mismo en Valencia.

Cuasi-obsesión a magistrados

En un serio revés al criterio mantenido por la Fiscalía, el tribunal señala que los procesados no llegaron a conspirar la voladura del edifico de la Audiencia Nacional. Se trató, dice la sentencia, de una idea de Mohamed Achraf, quien, «en una cuasi-obsesión a determinados magistrados», había concebido un atentado contra la sede de dicho órgano como «lugar emblemático de la lucha contra el terrorismo». Esta idea la transmitió a Kamara Birahima en el verano de 2004 a fin de que éste realizase gestiones para adquirir el explosivo. «La ideación y planteamiento de un posible objetivo terrorista no constituye per se la existencia de una conspiración, sino que se trata de una actividad que se subsume en la propia de pertenencia al grupo terrorista», recoge la sentencia en los fundamentos de derecho.

Para la Sección Tercera, sí resulta probado que en 2004 Achraf creó varias células terroristas de corte «yihadista» en cuatro prisiones españolas. En la cárcel salmantina de Topas,se erigió en emir de un grupo de internos a los que adiestró «en la ideología yihadista», hasta convertirlos en auténticos «muyahidines». Este líder espiritual de un grupo vinculado al «frente islámico mundial liderado por Osama Bin Laden», que se comunicaba por carta con varios terroristas de EE.UU. encarcelados por el intento de atentado contra las Torres Gemelas de 1993, mantenía la unidad de las células también a través de la correspondencia. Debido a traslados de cárceles y puestas en libertad, el grupo se había extendido a Almería, A Lama (Pontevedra) y Valencia, así como al exterior.

Según el tribunal, la cohesión ideológica que lograba Achraf se vio también manifiesta en el motín que a instancia de éste organizaron los procesados en un momento de la vista oral. El objetivo del grupo era «sembrar un clima de pánico» para instaurar «el imperio universal de la ley islámica».