«Me arrepiento de haber trabajado para el Ejército español»
Mohammad Shoaib Ab Sammad abandonó Afganistán tras ser amenazado por su trabajo; ahora no logra que su familia llegue a España
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Iniciar sesiónMohammad Shoaib Ab Sammad dejó Afganistán para venir a España hace siete años. Trabajaba como intérprete para el Ejército español cuando empezó a recibir todo tipo de amenazas, por las que se vio obligado a abandonar su país, dejando allí a su mujer ... y sus dos hijos, que ahora tienen 8 y 11 años. Los tres viven con los padres de Mohammad, ya mayores.
El pasado mes de agosto, se encontraban junto a su hermano en el aeropuerto de Kabul. Los seis tenían toda la documentación en regla y esperaban en la puerta, con los papeles y una bandera de España en la mano, a recibir la autorización para entrar en el aeropuerto. Esperaron unas 48 horas. Hasta que se produjo el atentado en el aeropuerto, que Mohammad vio en directo desde el restaurante en el que trabaja en la madrileña calle del Príncipe. «Cuando vi las imágenes, sabía que mi hermano estaba muy cerca de la explosión. Pensé que estaba muerto . Tardé cuatro horas en saber que todos estaban bien. En ese tiempo, me morí diez veces. Pensé que los había perdido a todos», cuenta Mohammad a ABC y que no considera una buena noticia la llegada de más compatriotas dado que su familia no va en esos aviones.
El encuentro con este periódico se produjo ayer por la mañana en la habitación que tiene alquilada en Vallecas. Paga 300 euros al mes por una estancia situada en un cuarto piso sin ascensor, con humedades en el techo y sin calefacción. No conoce a los inquilinos de las otras dos habitaciones porque su trabajo como ayudante de cocina ocupa 16 horas de su día a día y solo le permite pisar su casa para dormir. Y a veces ni eso. Admite que desde agosto le cuesta mucho dormir. Está cansado y derrotado. «Sufro mucho» , repite en varios momentos de la entrevista.
«Estoy muy triste porque me siento abandonado» , afirma. Le invade un sentimiento de culpa con el que le cuesta convivir. «Gracias a Dios, mi familia está viva y a salvo, pero no están seguros», apunta. No deja de pensar que están en esa situación por él. Además, desde que los talibanes se hicieron con el control de Afganistán, él ha intentado enviarles dinero dos veces, como ha hecho durante todos estos años. «Al principio, en agosto, les envié 170 euros y me los devolvieron. Ahora sí que puedo mandarles: hace unos días les mandé 500 euros para gastos y para que mi madre fuera al médico, porque se ha roto el pie. Mi hermano fue al banco a retirarlos y le dijeron en ventanilla que no se los podían dar porque no hay dinero en los bancos», explica.
Una semana antes de que los talibanes se hicieran con el control de la mayoría de ciudades de Afganistán, los familiares de Mohammad fueron a renovar sus pasaportes. Entregaron los caducados y les dijeron que en una semana tendrían los nuevos. «Antes de poder ir a recogerlos, el país fue tomado por los terroristas . Y digo terroristas porque a los talibanes hay que llamarlos así: terroristas», apostilla.
«Estoy muerto en vida»
Desde el atentado de Kabul, Mohammad admite que la situación se ha vuelto insostenible para él: «Estoy muerto en vida». Aunque guarda muy buenos recuerdos de los casi cinco años que trabajó para el Ejército español, ahora considera que no valió la pena: «Me arrepiento de haber trabajado para el Ejército español. Si no lo hubiera hecho, ellos no habrían tenido ahora este problema. Todo ha sido mi culpa . Es muy difícil vivir así».
Aunque ayudó a las tropas españolas en muchas operaciones militares en Afganistán, siente que su trabajo no mereció la pena. «Me arrepiento de haber trabajado para el Ejército español. De haberlo sabido no lo habría hecho. El Gobierno no se ha portado bien conmigo. Cuando llegué y nos recibieron en el aeropuerto, me dieron las gracias por todo lo que había hecho por España, pero después ellos no me han ayudado con mi familia, que es lo único que tengo». Además, se queja de que la Administración sólo le ayudó al principio con 84 euros al mes . Después, el olvido. En otros países, como Alemania o Italia, sus compañeros de profesión han llegado a conseguir casa gratis y hasta 700 euros al mes.
En estos dos últimos meses, Mohammad ha perdido la esperanza y dice que se le quitan las ganas de vivir. Su desánimo le invita incluso a volver a Afganistán: «Yo estoy bien aquí, pero mi familia está allí. Para mí son mi vida. Sin mi familia, mi vida no me vale. Voy a esperar este mes, pero si tardan más, lo voy a dejar todo y me vuelvo a mi país. Si tenemos que morir, por lo menos moriremos todos juntos ».
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