Arranca el 40º Congreso del PSOE: Sánchez y el fin del 'sanchismo'

Tutelado en su primera elección (2014) y condicionado por una cruenta batalla interna (2017), Sánchez vivirá este fin de semana su Congreso con mayúsculas. En el que podrá desplegar su poder interno sin contestación. Es improbable que Pedro Sánchez pueda tener un cónclave más plácido que el se que se va a desarrollar este fin de semana. Pensar en 2025 es una frivolidad en estos tiempos. Lo que es seguro es que en el PSOE ahora no hay vientos de cambio. Nadie piensa en el día después de Sánchez. Pero conforme pase el tiempo, y si el ciclo electoral de 2023 se complica, ese escenario estará más cerca.

Por primera vez en más de una década el PSOE celebra la reunión de su máximo órgano de decisión sin convulsiones internas . En 2014 y 2017 el liderazgo de Sánchez, por distintos motivos en cada cónclave, visibilizó una fractura en el partido. En febrero de 2012, tras la dura derrota electoral que llevó a Mariano Rajoy a La Moncloa, Rubalcaba logró el liderazgo del partido por apenas 22 votos ante Carme Chacón. El último líder elegido sin primarias. Hay que remontarse a 2008 para encontrar un Congreso sin fuertes divisiones internas. Fue el último que ganó José Luis Rodríguez Zapatero. El 40 Congreso ha sido impulsado desde Ferraz además con el ánimo de cambiar el marco que atenazaba al partido desde hace años: el de la fractura interna. El presidente dará continuidad a los cambios de Gobierno del mes de julio. En este Congreso las coordenadas ya no serán entre sanchistas y susanistas o madinistas. José Luis Rodríguez Zapatero tendrá un papel destacado. Intervendrá en tres ocasiones distintas. Más modesta, pero sin duda más significativa, será la de Felipe González, que tendrá una intervención ante el plenario en la sesión inaugural de hoy.

La nueva dirección que se aprobará este fin de semana será más reducida que la que se aprobó en 2017. Entonces Sánchez aupó a la Ejecutiva a 49 integrantes . Todos, salvo Patxi López , lo habían apoyado en las primarias de 2017. La nueva dirección será más reducida, con dirigentes más jóvenes y con mayor proyección política. En ella se mantendrán en el puente de mando Adriana Lastra como vicesecretaria general y Santos Cerdán como secretario de Organización. Cristina Narbona continuará como presidenta del partido.

Es el barón de moda. Algo que demuestra a la perfección cómo ha cambiado el partido en el último lustro. En septiembre de 2016 Ximo Puig estuvo entre los dirigentes que dimitieron de su puesto en la Ejecutiva Federal del PSOE, en un movimiento que pretendía desalojar del sillón de Ferraz a Pedro Sánchez. Tras su apoyo a Susana Díaz en las primarias, y después de que en 2017 Ferraz moviese una candidatura alternativa a su liderazgo regional, hoy destila una fuerte sintonía política con La Moncloa.

Los líderes territoriales tendrán más voz que hasta ahora. Varios de ellos corroboran que con los cambios en el Gobierno la interlocución ha aumentado. Entrará en la Ejecutiva Llanos Castellanos, que es la adjunta de Óscar López en Moncloa. Hasta el punto de que habrá una modificación de los estatutos respecto a los aprobados en 2017 para que algunos dirigentes territoriales puedan tener asiento en la dirección federal. Ya está confirmado que lo tendrá Gullermo Fernández Vara.

Si cuando se menciona a Iván Redondo el personal respira aliviado, cuando no se anima a expresar sin gran contención sus opiniones, la mención a José Luis Ábalos genera tres meses después de su caída mucha incomodidad. Más aún al celebrarse este Congreso Federal en su tierra. Su presencia en el cónclave es todavía una incógnita. Se esperaba que pasara por un set de entrevistas montado por la organización para que al menos se pudiera decir que había estado. Pero en el programa oficial del Congreso no se hace mención expresa a su presencia. Su salida es el gran fleco que todavía colea en el proceso de transformación acometido por Pedro Sánchez desde julio y que afronta sus últimas etapas.