Don Juan Carlos, la noche del golpe: «Felipe, vas a ver cómo juegan con la corona de tu padre como un balón de fútbol»

ABC accede a cientos de documentos del director del servicio español de inteligencia entre 1981 y 1995, con episodios desconocidos de la historia reciente del país. Hoy, primera entrega: el golpe de Estado del 23-F

Armada, al Rey el 23-F: «Hay que evitar un derramamiento de sangre, yo tendría los votos socialistas»

El 27 de mayo de 1981 el teniente coronel Emilio Alonso Manglano mantuvo su primera audiencia como director del Cesid con el Rey Juan Carlos. Ya se conocían, porque durante el franquismo el recién nombrado jefe del espionaje había sido uno de los ... más jóvenes juanistas. En ese primer encuentro Don Juan Carlos y Manglano abordaron muchos temas, pero el fundamental fue el golpe de Estado del 23 de febrero , que tuvo lugar dos meses antes y que acabó propiciando el relevo en la cúpula de la inteligencia . Don Juan Carlos ofrece a Manglano su versión de lo que sucedió aquel día en La Zarzuela, el papel que jugó el jefe de la Casa, Sabino Fernández Campo, y los intentos del general golpista Alfonso Armada para hacerse con el control de la situación. Incluso le contó un consejo que le dio a su hijo de trece años y Heredero, a quien quiso hacer partícipe de su actuación en un momento crucial:

-Felipe, vas a ver cómo juegan con la corona de tu padre como un balón de fútbol

Esta conversación con el recién nombrado jefe de la inteligencia será la primera de muchas a lo largo de los años. Manglano aún no lo sabe, pero las audiencias privadas con Don Juan Carlos se contarán por decenas, lo que le permitirá acceder al nivel más cerrado de la información de Estado, y de todas ellas dejará constancia detallada en sus agendas personales. El Rey le desveló que al enterarse del asalto al Congreso «estaba en chándal dispuesto a jugar al squash». Eran las 18:23 de la tarde del 23 de febrero de 1981, y en el hemiciclo se estaba procediendo a la segunda votación para la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo como presidente del Gobierno, después de la dimisión de Adolfo Suárez.

La actuación de Sabino

Don Juan Carlos confirmó a Manglano que, al trascender la noticia del asalto, el secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo , realizó varias llamadas a instancias militares con el objetivo de averiguar qué estaba pasando. Una de ellas, al general José Juste , de la División Acorazada Brunete. Manglano tomó nota de la sucesión de los hechos: «Sabino llama a Juste -dijo Don Juan Carlos-: Llamó el 1º, no el 2º. Juste preguntó: '¿Está Armada con el Rey?'. La respuesta de Sabino fue una frase para la posteridad: 'Ni está ni se le espera'».

En sus anotaciones, Manglano señaló que Armada sí que llamó al Rey, y que lo hizo entre las 18:30 y las 19:00 horas . El general le preguntó si podía ir a verlo a lo que el Rey le respondió «que no». Según el relato de Don Juan Carlos a Manglano, Armada llamó por segunda vez a la Zarzuela, con cuatro objetivos que pueden resultar clave para saber lo que sucedió aquella tarde: lo primero que le dijo es que había que «evitar un derramamiento de sangre» . Lo segundo fue preguntarle si podía ir al Congreso, donde los diputados permanecían secuestrados por Tejero. Lo tercero fue informarle de que «tendría los votos socialistas» para ser elegido presidente del Gobierno. Y en cuarto lugar para asegurarle que tenía el control de «varias capitanías ya».

Dicho de otra manera: Armada llamó al Rey para pedir su beneplácito a su operación golpista, que consistía en ser nombrado presidente por un Parlamento secuestrado . Para ello necesitaría sumar a un presumible apoyo de la derecha los votos del PSOE, que daba por garantizados. Si el Rey no accedía, se podría producir un derramamiento de sangre, dado que él tenía el control de varias capitanías generales. No hay duda de que el general Armada sabía lo que hacía ni de que estaba tratando de poner al Rey entre la espada y la pared, y que a la vez le estaba dando el problema y la solución: unirse a él para evitar un derramamiento de sangre y permitirle ser elegido presidente del Gobierno. Es la segunda fase del golpe, la que lidera Armada imitando a Charles de Gaulle en Francia.

«El Rey le contesta que no. Que ha hablado con los capitanes generales», concluye Manglano en sus notas. Y eso fue todo. Ahí fracasó el golpe, aunque Don Juan Carlos aún tardaría unas horas en comparecer ante los españoles a través de la televisión. El mensaje se emitió de madrugada, y la España constitucional respiró aliviada.

Dos meses antes

Alfonso Armada fue la figura clave del 23-F , un general que solo frenó su ambición golpista cuando el propio monarca le plantó cara. Hasta esa noche gozaba de la confianza del Rey, como éste le explicó a Manglano al informarle de que «estuvo conmigo en Baqueira» en la Nochebuena de 1980, tan solo unos meses antes del golpe. En ese encuentro ambos hablaron del futuro del general.

—Puedo optar a tres destinos —le dijo Armada al Rey haciendo referencia expresa a ser «segundo JEME» (Jefe del Estado Mayor del Ejército) o a «seguir aquí».

—¿Cuál prefieres? —contestó el Rey.

—Hombre, mejor segundo JEME —concluyó Armada.

Y así fue. Un mes y medio después de esa conversación en Baqueira y once días antes del golpe, el 12 de febrero, Armada fue nombrado segundo JEME. En aquella Nochebuena del 80, Armada utilizó la misma estrategia que utilizaría dos meses después: plantearle al Rey un problema del que él mismo fuera la solución.

El Ejército no le tiene lealtad a Su Majestad —le dijo. Y añadió—: Yo puedo arreglarlo. Tengo prestigio y conozco a mucha gente .

Esas frases que Alfonso Armada pronunció dos meses antes del golpe de Estado, analizadas con posterioridad, son toda una advertencia, y adquieren sentido cuando dos meses después, en la tarde del 23 de febrero, le vuelve a alertar de que se puede producir un derramamiento de sangre… pero que él lo puede evitar porque «ya» controla varias capitanías generales. Según confiesa Don Juan Carlos a Manglano aquella tarde de mayo de 1981, el sentimiento que mejor refleja lo que el Rey de España sintió en la noche del 23-F se resume en una palabra: «Soledad».

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