ANÁLISIS
Aquí nadie ha pedido perdón aún
Pedro Sánchez fue defenestrado en 2016 y hoy es presidente del Gobierno, pero hay una diferencia sustancial entre esa situación y la de Pablo Casado
Quiénes son los barones del PP
Editorial ABC | Casado, una dimisión obligada

Los suicidios colectivos son solo propios de sectas narcotizadas de sí mismas. Acostumbrado como lo estuvo a esa extraña figura de las «indemnizaciones en diferido» , ahora el PP se ha abonado al suicidio plural en directo. Todas las aristas conocidas de lo ocurrido ... en esta voladura incontrolada del PP son graves. Imaginemos las no conocidas, algunas de las cuales se ocultan seguro de pura vergüenza porque hasta en las oscuridades de los partidos existe el prurito de que nunca se llegue a conocer todo.
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Pero si una de esas aristas es más grave aún que los odios acreditados, las pugnas de egos, el afán de protagonismo, y la ambición excluyente de poder, es que si necesitar negociar en secreto, como han hecho Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso a solas para intentar pactar una tregua -fallida porque ya no es posible- no ha incluido siquiera cómo pedir perdón al militante y al votante, es que los dos siguen pensando en una impostura. En fulminarse mutuamente porque lo demás, el votante, es irrelevante. Lo ocurrido tendrá mil claves. Pero la principal es lo que no ha ocurrido: que alguien se arrepienta de sus errores, y al menos pida perdón púbicamente a quienes les permiten vivir de la política. El PP lleva así desde septiembre, sin una explosión volcánica como hasta ahora, es cierto, pero nadie ha pedido perdón por nada. Y no entre ellos, que eso a estas alturas ya no sería creíble, sino al votante, que ha sido el gran despreciado en este proceso autodestructivo.
El patrimonio de los votantes
Lo de menos de este 'cluedo' patético es si el asesino lo hizo con un cuchillo y en el cuarto de invitados. Lo de más es la despatrimonialización meditada del único proyecto político al que desde junio todas las encuestas menos el CIS atribuían un alza en escaños, y la credibilidad creciente para disputar la presidencia a Pedro Sánchez. Hasta que en septiembre se activaron las cargas de dinamita, y de celos, para la voladura del contrario. Y esa despatrimonialización solo es la manera más absurda posible, más suicida y más despectiva de renunciar a su auténtico patrimonio, que son sus votantes. Por eso, ¿quién descarta ahora una resurrección, por mínima que pueda ser, de Ciudadanos, o que este regalo de votos a Vox, que ya venía de antes, se produzca sin que Santiago Abascal tenga siquiera que abrir la boca?
La mentira no es solución
La segunda clave de lo ocurrido es la mentira. No sabemos lo que están pactando. Como siempre en estos casos de la tramoya del poder, los mensajes que se conocen son de parte, sesgados e interesados para fabricar artificialmente la coartada que demuestre que cada cual tiene razón. Pero a estas alturas del conflicto es lo de menos, una vez que el PP se ha abierto en canal y el partido se ha cerrado todas las puertas a soluciones factibles. Nada puede quedar como estaba ya. La reunión secreta mantenida el viernes entre Casado y Ayuso, esa de la que dijo Sol que fue infructuosa y en la que Génova dejó de acusar de prevaricadora a la presidenta madrileña «a cambio de nada», no fue ninguna negociación. Era solo un intento desesperado de supervivencia antes de que el propio partido, cuando salga de su marasmo, decida fulminar a los dos.
El drama de los hiperliderazgos
Los hiperliderazgos tan propios de los partidos en los últimos años han sido letales. Lo ha sido el de Pablo Iglesias para Podemos , lo fue el de Albert Rivera para Ciudadanos, y lo está siendo para el PP ahora, porque además ese hiperliderazgo se ha agravado con una bicefalia de egolatrías sin rectificación posible. De ahí nacen una concepción celosa de Génova del auge y popularidad alcanzado por Ayuso, y la creencia de ésta de que eso era aval suficiente como para enfrentarse a la dirección del partido, una apuesta que siempre entraña riesgos. Susana Díaz podría escribir una tesis -es de suponer que sin plagios- al respecto. De los celos surge la discusión de la autoridad , y de ese desprecio nace a su vez la tentación totalitaria para el control de los partidos. El PP no iba a ser ajeno a esa teoría que algunos politólogos han dado en llamar ya «la política de los niñatos».
Sánchez renació... Casado, difícil
El PSOE y Sánchez vivieron un episodio similar en 2016. Sánchez se negó a abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, abandonó su escaño y fue defenestrado con deshonor por su propio partido en un Comité Federal de difícil olvido. Después ganó de nuevo unas primarias por méritos propios y hoy es presidente del Gobierno. ¿Podría ocurrir lo mismo con Casado? Optimismos ingenuos aparte, hay una diferencia sustancial. El partido, como estructura orgánica, despreció a Sánchez, pero la militancia entendió su victimismo y premió su ejercicio de coherencia. En el caso de Casado, si llegara a ocurrir algo similar en un nuevo congreso nacional previsto para julio, es impensable dado que ya están los barones presionando para acelerar la solución a esta crisis con un congreso extraordinario e inmediato. Si esto es así, es porque entre ellos hablan de la irreversibilidad de este liderazgo. Sánchez se presentó como víctima de una traición cometida contra su propia coherencia. Casado difícilmente podría argumentar algo similar ante sus bases.
Nuevos líderes en la sombra
El PP no es Madrid. Su implantación regional es tan sólida como livianas son todas las especulaciones políticas que se están haciendo. Una, con Núñez Feijóo como nuevo líder , pese a que rechazó serlo en la anterior crisis del PP. Que dé un paso adelante ahora es dudoso. Juan Manuel Moreno está en boca de muchos, pero abandonar ahora la certeza de un triunfo en Andalucía por la incertidumbre de un partido en fase de demolición no le resulta atractivo. Se empiezan a manejar nombres alternativos de 'outsiders' para el caso de que el PP termine en desguace y nueva refundación. Por ejemplo, el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, que cuenta a nivel municipal con una buena imagen y gestión. Mientras haya viejos 'rockeros' como Esperanza Aguirre apuntando a directamente a Casado porque García Egea es pieza menor, cada especulación crecerá. Hasta hay quien sueña con un improbable retorno provisional de José María Aznar para restaurar el orden interno. Lo dicho, más especulación que análisis porque es imposible prever lo que vaya a ocurrir.
El silencio de Vox, y el PSOE conservador
Dos claves más son el silencio de Vox y la negativa de Sánchez a convocar elecciones . En el primer caso, porque a Vox le interesa un PP en crisis continua, pero no un PP desaparecido del mapa. En soledad es imposible llegar a la presidencia del Gobierno. Sensu contrario, Sánchez no necesita arriesgar. Tiene consolidada a legislatura, y una imaginaria suma de 130 escaños de Vox tras una fuga masiva del votante del PP, unida a 40 ó 50 más de los restos que ofrezca Génova, lo expulsan de La Moncloa. Tiene lógica su conservadurismo.
Más aún, imaginemos que en un alarde de cordura, inexistente ahora mismo en cualquier rincón del PP, Casado y Ayuso alcanzan un acuerdo de intercambio de cabezas. García Egea por Miguel Ángel Rodríguez, dos besos en público, un arrepentimiento que lo parezca, un teatrillo a las políticas maneras… La clave no sería una resolución fingida de la crisis, sino si sería ya creíble para el votante. Génova y Sol van tarde. No es un problema interno de deslealtades el que ha de resolverse. Es un problema externo, pandémico, de credibilidad, para que cuando llegue la paz alguien pueda creérsela. Eso será más difícil que fingir que no ha pasado nada. En este trágico vodevil solo han faltado dos personajes: Irene Montero con su «yosítecreohermanaayuso», y el excomisario Villarejo . Una de espías sin él, no es lo mismo.
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