Un anciano, herido al ser arrollado en una algarada provocada por los radicales en Mondragón

Se daba la circunstancia, además, de que al mediodía coincidían dos actos a apenas trescientos metros de distancia. Gracias al despliegue policial no hubo que lamentar incidentes de importancia , aunque sí hubo momentos de tensión por lanzamiento de piedras, insultos y alguna pequeña carg a.

Solo hubo que lamentar un herido: un hombre de 81 años, ajeno a todo , que fue arrollado en una de las carreras provocadas por la actuación de los violentos.

Desde primera hora de la mañana el despliegue de la Ertzaintza era visible, con numerosa presencia de los «beltzas» (antidisturbios de la Policía autónoma vasca). La plaza donde se concentraba Voces contra el Terrorismo, el punto más delicado, quedó pronto protegido por un fuerte cordón de agentes.

Ya media hora antes de comenzar el acto de los de Alcaraz comenzaron los insultos de un grupo de jóvenes proetarras que lanzaban gritos contra los congregados de «¡Fascistas fuera!», «!Sin pistolas no sois nada!» contra la Ertzaintza y de ·¡Puta España!«, entre otras lindezas.

Salvo algún intercambio de insultos, lo cierto es que el acto de la plaza Garibai se pudo celebrar con una cierta tranquilidad, alterada, eso sí, por un vecino pelmazo que se dedicó a aporrear los barrotes de su balcón para intentar apagar la voz de las víctimas. En su miseria moral, ni siquiera respetó el minuto de silencio por las víctimas, secundado por algún que otro inquilino de inmuebles cercanos.

Los momentos de mayor tensión llegaron, sin embargo, al acabar el acto, cuando los simpatizantes de Vox se dirigían a sus autobuses y sus coches. Todos ellos tuvieron que ser fuertemente escoltados por la Ertzaintza hasta que subieron a los vehículos. A pesar del despliegue policial no se pudo evitar que, de manera aislada, algunos elementos proetarras lanzaran piedras desde el otro lado de la calle. Varias cayeron sobre los vehículos, pero no hubo daños personales.

Finalmente, después de un amago de la Policía vasca de realizar algunas cargas, los agentes consiguieron disolver a las decenas de jóvenes que a pesar de haber terminado el acto y de no quedar casi nadie en la plaza, más allá de periodistas y algún transeúnte, continuaban con los gritos e insultos . Luego, la calma volvió a Mondragón, la mayoría de cuyos vecinos vivieron todo con indiferencia.