ENQUIRIDIÓN
¿Anarquía, o nuevo régimen?
«No nos enfrentaríamos a la instalación pacífica de un régimen aparatosamente contrario a los intereses de los españoles»
ÁLVARO DELGADO-GAL
Tras la constitución de la mayoría parlamentaria que ha permitido la aprobación de los PGE, muchos observadores inteligentes pronostican que Sánchez tiene asegurados tres años de legislatura. A lo largo de este periodo, añaden, asistiremos a la construcción de un régimen de nueva planta. ¿ ... Qué ha de entenderse aquí por «régimen»? Una ocupación del poder más integral de la que corresponde a un gobierno en una democracia normal. Sánchez e Iglesias, con el apoyo de Bildu y Esquerra, se harían con la justicia y los medios de comunicación, e irían dando forma a la república confederal (o confederación de repúblicas) que Iglesias tenía prevista desde el principio. Después, Dios dirá.
Soy profundamente pesimista sobre el futuro de España a corto plazo, esencialmente, porque están desapareciendo los actores políticos en que se sustentaba el orden del 78. El PSOE, es obvio, ha dejado de ser un partido clasificable, y el PP se está muriendo de inanición. Casado cultiva solo dos prioridades: la protección de su partido contra las acciones penales a que se halla expuesto por financiación ilegal (de ahí, presumo, su resistencia a renovar los cargos del CGPJ), y la hegemonía de las siglas populares en la zona diestra del espectro. Algunos nos aventuramos a esperar, cuando el presidente del PP votó contra la moción de censura que había planteado Vox, un plan para atraer al PSOE a la causa constitucional. Ilusiones vanas. El único interlocutor de Casado era Abascal, y su único objetivo, dejar sentado que él mandaba en la derecha. No hay rumbo, no hay liderazgo en un partido sin brújula ni mapas en la mano.
Esto dicho, no me convence la teoría del nuevo régimen. No porque el proyecto no exista, sino porque es insensato, y las insensateces nunca salen como estaban programadas. Sale otra cosa, por lo común inesperada. Ítem más, se requiere, para tumbar un régimen y poner otro en su lugar atropellando la ley, mucho más que una mayoría parlamentaria. Es necesario… el poder absoluto, o casi. Pensemos en Mussolini. Pudo convertir la constitución italiana en una cáscara vacía porque antes había conseguido suprimir el parlamento y liquidar los partidos. El proceso inverso, que es el que ahora contemplan los observadores, es mucho más complicado. Al cabo, el gobierno actual tendría que dar un golpe de mano, lo que probablemente nos sacaría de la Unión Europea (o daría al traste con ella). Si eso llegase a ocurrir, ingresaríamos en una discordia civil abierta. Habría desórdenes públicos y se empezaría a hablar del ejército. No excluyo que semejante enormidad termine por suceder. Lo que me importa señalar es que no nos enfrentaríamos a la instalación pacífica de un régimen aparatosamente contrario a los intereses de los españoles. La situación sería radicalmente distinta e infinitamente menos controlable.
No creo que Sánchez, que no solo carece de escrúpulos, sino también de cabeza , haya hecho un buen negocio. Ponerse en manos de aventureros que persiguen un objetivo lunático, no es especialmente inteligente. De momento, la sociedad sigue presa de inercias que le impiden enfrentarse con claridad a lo que está ocurriendo. Una, es la idea de que, mientras seamos miembros de la Unión Europea, no puede suceder nada definitivamente grave. Esto es un error. La Unión hará algo pronto. Recelo que saldrá de su inmovilidad cuando ella misma se vea en peligro. Pero ni ella, ni nosotros, podemos precisar todavía qué forma asumirá su intervención. La segunda inercia es la pandemia, y la consiguiente ralentización de la vida social. Los españoles están en su casa viendo la televisión, algunos con la mascarilla puesta, y no tienen tiempo, ni despejo de espíritu, para ninguna otra cosa.
Esto, sin embargo, va a durar solo unos meses. Lo único seguro es la creciente, ingobernable anarquía a la que nos ha abocado el hombre que puso los pies en la Moncloa tras un oscuro golpe parlamentario.
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