Abascal recuerda a Feijóo que sacarse una foto con Meloni no sirve y le exige que imite su política

En un momento donde el sondeo mensual del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sitúa la inmigración como el principal problema de los españoles, en guarismos que no se veían desde la célebre crisis de los cayucos del año 2007, Abascal marca territorio frente a advenedizos. Vox ya recrudeció sus posiciones en este ámbito hace meses, antes de las elecciones catalanas del 12 de mayo, al comprobar cómo la irrupción de Aliança Catalana, partido independentista de extrema derecha, hacía a Junts incidir en sus propuestas para combatir la inmigración irregular. Una problemática que Vox lleva más de un lustro denunciando, casi en solitario.

El jueves, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reunió en Roma con la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y elogió su política migratoria, tradicionalmente alineada con la de Vox, aliado natural de Meloni en esta y otras cuestiones, pero que decidió tras las elecciones europeas del 9 de junio dejar el grupo de los Conservadores y Reformistas en el Parlamento Europeo, del que forma parte Hermanos de Italia —el partido de Meloni—, y unirse al de Patriotas por Europa, del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.

«Tenemos que hablar de políticas concretas y si realmente sacarse una fotografía sirve para combatir la inmigración ilegal. Lo que sirve es lo que ha hecho la señora Giorgia Meloni: lanzar un mensaje estos días en vídeo diciendo que el que entra ilegalmente en Italia va a ser deportado inmediatamente de Italia», ha afirmado este domingo Abascal desde Covadonga, en un dardo para el líder de la oposición, el popular Alberto Núñez Feijóo. Desde Vox, antes de que se produjese el encuentro entre Núñez Feijóo y Meloni, ya restaban importancia a esa cita e incluso decían que les venía bien porque, indirectamente, el PP está «legitimando» a unos socios que con frecuencia se tachan de radicales.

La inmigración irregular ha supuesto una de las grandes batallas entre PP y Vox y provocó este verano la ruptura unilateral por parte de los de Abascal de los Gobiernos de coalición que compartía con los populares hasta este julio. Tras aceptar el PP, sin el consentimiento de Vox, el reparto de menores extranjeros no acompañados procedentes de Canarias en las comunidades autónomas donde gobierna, Vox salió de los Ejecutivos autonómicos de Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón y Región de Murcia. La formación derechista, ahora, amenaza con extender esa separación a los ayuntamientos si se colabora con la Moncloa en materia migratoria.

Vox ha propuesto desde utilizar la Armada para repeler los cayucos que se acercan a aguas españolas hasta expulsar de forma inmediata a todo inmigrante que entre en territorio nacional de manera irregular. El partido se opone también al reparto de los menores extranjeros no acompañados de Canarias al resto de comunidades autónomas, y propone que sean devueltos a sus países de origen para que puedan regresar con sus familias. Las posiciones de Vox, tildadas de «xenófobas» no solo por la izquierda, sino también a veces por el PP, se han encontrado en numerosas ocasiones con el rechazo del Parlamento. Esta semana, el Congreso debatirá precisamente una moción de Vox en la que los derechistas plantean las devoluciones en caliente de los migrantes que entren irregularmente en España y la salida forzosa de los que estando residiendo legalmente en el país delincan.

La coyuntura actual, según la interpretación de Vox, respalda los postulados que viene defendiendo el partido desde su fundación en 2014. «El tiempo da la razón a Vox. Hasta el CIS de Tezanos reconoce hoy el problema de la inmigración», ha presumido Abascal desde Asturias. La inmigración, tiene toda la pinta, será el gran tema de su formación en lo que resta de legislatura.