Pelea de jueces por una coma

En un momento del Pleno que durante más de dos horas celebraron los dieciséis magistrados, el debate se centró en una coma y una conjunción disyuntiva, en concreto la letra «o». Más que de leyes, se hablaba de gramática. Los togados se dividieron en dos grupos: de un lado, los tres que apostaban por la interpretación que preservaba la jurisdicción española; de otro, los trece que aseguraban que para eso, la conjunción «o» debería ir precedida de una coma. Finalmente, ganó la mayoría, pero los tres magistrados díscolos han dejado clara su posición en un voto particular que firmaría el mismísimo Lázaro Carreter.

La clave de las distintas interpretaciones gramaticales estaba en el apartado que enumera los casos en los que la jurisdicción española es competente para juzgar los hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera del territorio nacional. Uno de esos casos es la persecución del narcotráfico, pero sólo en los siguientes supuestos: cuando el procedimiento se dirija contra un español o «cuando se trate de la realización de actos de ejecución de uno de estos delitos o [aquí está la clave] de constitución de un grupo u organización criminal con miras a su comisión en territorio español». En este último entrecomillado reside el quid de la cuestión: para unos jueces, la conjunción «o» separa dos oraciones independientes, mientras que para otros, son dos frases complementarias. «Se discutía la incidencia que pudiera tener la presencia o no presencia de una coma antes de la conjunción ‘o’», explican en su voto particular los magistrados Fernando Grande-Marlaska, Ángel Hurtado y Concepción Espejel. Con el ánimo de documentar al máximo su tesis, los tres jueces en minoría no sólo acudieron a la Ortografía de la Lengua Española para contrastar el uso de la coma delante de conjunciones copulativas y disyuntivas, sino que dieron un paso más. «Efectuamos una consulta a la Real Academia Española de la Lengua, que nos contestó con un breve dictamen lingüístico, fechado el día 30 de abril de 2014, confirmando nuestra tesis», alegan en su escrito. La minoría discrepante asegura además que en el auto de la mayoría «echamos en falta una mayor atención al aspecto gramatical (...), clave para determinar si era competente la jurisdicción española».

En el ánimo de justificar su tesis, Grande-Marlaska, Hurtado y Espejel añaden una nueva explicación sobre el uso de la coma, pues no es lo mismo hablar que escribir: «No siempre sucede que las pausas y variaciones en la expresión melódica de la palabra hablada, se corresponden con la puntuación prosódica de los enunciados».

Zanjado de momento el asunto en la Audiencia, el tiempo dirá si debate sobre los signos de puntuación y las conjunciones disyuntivas se produce también en el Tribunal Supremo. Visto lo visto, lo que parece obvio es que para ser magistrado no solo basta con dominar las leyes, también son necesarios amplios conocimientos de gramática.