Malestar en las bases de UGT y CCOO por el giro soberanista de su dirección

La certeza de que el independentismo no es el asunto que enciende las conversaciones en las entradas de los sucesivos turnos de Seat, Nissan o Alstom es uno de los déficits reconocidos de un movimiento soberanista que ha asumido que sin la adhesión, aunque sea tácita, de la Cataluña industrial, el proceso es inviable. No obstante, la tibieza que el proceso soberanista suscita en las grandes zonas industriales catalanas, el «cinturón rojo», y de manera particular en la comarca del Baix Llobregat (810.000 habitantes), contrasta con el entusiasmo con el que las cúpulas de la UGT y CCOO en Cataluña se han sumado al soberanismo. Sus líderes, Josep Maria Álvarez y Joan Carles Gallego, respectivamente, se han mostrado muy activos, algo que genera desconcierto, cuando no directamente enfado entre las bases, según ha podido comprobar ABC, así como en las sedes de los mismos sindicatos en Madrid y en partidos como el PSC.

Sin ir más lejos, ambos dirigentes defendieron ayer el derecho a decidir y la escuela en catalán en la manifestación del 1 de Mayo que tuvo lugar en Barcelona. En paralelo, los trabajadores desfilaban centrando sus críticas en la reforma laboral y en los recortes sociales. Como en otros años, el rojo predominó sobre las «esteladas». Entre las bases ha causado «perplejidad» el entusiasmo con el que los dos líderes sindicales participan en el proceso, de manera particular Josep Maria Álvarez (UGT).

El apoyo genérico al «derecho a decidir» se daba por asumido, y así lo ratificaron las direcciones de ambos sindicatos, que firmaron el Pacto por el Derecho a Decidir impulsado por el gobierno de Artur Mas junto al Parlamento catalán. Esa participación institucional dio un paso adelante hacia posturas claramente independentistas cuando ambos sindicatos se sumaron a la Mesa por el Derecho a Decidir del Baix Llobregat, foro en el que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Omnium Cultural llevan la voz cantante. La foto de los dos sindicalistas compartiendo estrado con las dos lideresas del proceso, Carme Forcadell (ANC) y Muriel Casals (Omnium), es calificada como un «gesto innecesario» por parte de los testimonios recogidos por este diario.

El debate es especialmente vivo en la UGT, donde la discusión se une al larguísimo proceso de relevo de Josep Maria Álvarez, que lleva 23 años en el cargo.En medios sindicales se da por segura la estrategia trazada por ERC, que ante su fracaso en el intento de construir un sindicalismo de corte independentista (como sí ha sucedido en el País Vasco) va ganando cada vez más influencia en el seno de UGT.

De hecho, fuentes sindicales consideran que «prácticamente el cincuenta por ciento de la ejecutiva de UGT en Cataluña está copada por personas afines a ERC o CiU». En el caso de CCOO, el nivel de contestación es menor, aunque las tensiones internas también son evidentes. Su caso es análogo al de ICV, su partido afín, donde el soberanismo de sus líderes contrasta con unas bases donde conviven sensibilidades distintas: federalista, confederalistas... «Hay discrepancias, es evidente, pero prevalece la fidelidad a la dirección», añaden las mismas fuen