ANÁLISIS

Rubalcaba y el PSOE alardearon de la detención de Zulueta en 2010

«Estas detenciones tienen un caracter estratégico en la lucha contra ETA», decía el entonces ministro del Interior

Rubalcaba y el PSOE alardearon de la detención de Zulueta en 2010 abc

MANUEL MARÍN

Abogados del «terror»

9 de enero de 2014. Los socialistas vascos firman junto a Bildu y el PNV en San Sebastián una declaración de rechazo a la operación judicial-policial que ha permitido detener a la abogada Arantza Zulueta y a otros siete miembros del « ... frente de makos» de ETA. A juicio del PSE, las detenciones -dictadas por orden de un juez, no de un ministro, conviene no olvidarlo- son un obstáculo «sobre la esperanza extendida de que se afiance el proceso de construcción de la paz y la convivencia democrática».

15 de abril de 2010 (hace cuatro años). Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior, ofrece una rueda de prensa para valorar la detención de Arantza Zulueta, ocurrida el día anterior por idénticos motivos a los de hoy. En aquella ocasión, los detenidos no fueron ocho, sino diez. Es cierto que entonces Interior no filtró por error la operación antes de llevarse a cabo. Pero Rubalcaba alardeó: esas detenciones tenían una «gran importancia» y «un carácter estratégico en la lucha contra ETA». «Los diez detenidos actuaban como auténticos enviados de la banda para cometer actividades ilegales en nombre de ETA, por orden de ETA y en conexión con ETA». ¿Fin de la cita? Se ve que no.

Propaganda e imagen

A estas alturas, sorprende lo justo que el PNV se alíe con Bildu para atribuir las nuevas detenciones a un motivo «político». Pero que lo hayan hecho los socialistas -el remedo de desautorización de ayer no convence- es decepcionante y calculadamente torticero. Los socialistas vascos celebraron en 2010 junto a Rubalcaba el golpe al aparato jurídico de ETA: «Eran abogados a tiempo parcial porque sus actividades relacionadas con ETA iban mucho más allá de la mera defensa legal de sus presos».

Al contrario que hoy, el PSE no denunció en 2010 palos en las ruedas de la pacificación, ni agresiones a la «convivencia democrática». Ni siquiera un alarde propagandístico de Rubalcaba; ni una campaña de imagen; ni tampoco un intento de amortización política de una operación antiterrorista… Sin embargo, la acusación que hoy pesa sobre Zulueta es idéntica. ¿Qué ha cambiado? Primero, el Gobierno: sencillamente, ya no es del PSOE. Segundo, la «coyuntura», ese refugio semántico de los cursis que disfraza el puro oportunismo. Oportunismo político, desde luego, configurado como coartada de la incoherencia… y, en el sentir de las víctimas, de la miseria moral.

Por aquel entonces, los socialistas vascos compartían la estrategia -¿disciplina?- de su ministro del Interior. Hoy comparten con Bildu gestos cómplices. Era la etapa en la que Rubalcaba se prodigaba en comidas reservadas con periodistas para presumir de estadísticas elaboradas ad hoc en las que demostraba que nunca nadie había detenido antes a tantos etarras. Y para desmentir la sospecha de una connivencia secreta del PSOE con ETA en un ignoto y reeditado «proceso de paz» tras la apuesta enterrada en la T-4.

Rubalcaba contra ETA

Presumía en 2010 de ser el ministro más duro y eficaz contra ETA en contraste, por ejemplo, con Aznar o Mayor Oreja, a quienes afeaba que acercaron a 200 presos a las cárceles vascas para desmitificar su fama de severidad frente al terrorismo. Nada decía ya Rubalcaba de «chivatazos» a ETA, de un vocal del CGPJ al servicio de la negociación o de Eguiguren, presidente del PSE y reconocido amigo de Josu Ternera. Al PSOE le fallaba selectivamente la memoria histórica.

Para los concejales del PSE, Zulueta era en 2010 una terrorista. Pero hoy es solo la víctima de la campaña propagandística de un ministro empecinado en lavar la imagen de su Gobierno ante un electorado conservador que no asume la excarcelación de Bolinaga, la erradicación de la doctrina Parot o la exhibición de 63 pistoleros etarras en una foto infame. No cabe mayor incoherencia política, mayor desdén por el sentido de Estado y mayor daño a la memoria de sus militantes asesinados. Más aún en un partido como el PSE, en el que conviven entre incómodos silencios y mutuos recelos dos presuntos aspirantes a presidir España: Patxi López y Eduardo Madina. ¿Motivo de pasmo? No. Es la vertiente más inconsistente del oportunismo y la desorientación en un viaje sin rumbo definido. Resulta demoledor el reconocimiento implícito de que la estrategia del socialismo vasco está contaminada por Bildu.

Demócratas a garrotazos

Con todo, lo más amargo del debate de fondo es que parezca no tener solución. Paradójicamente, el triunfo colectivo del eufemismo bautizado como «fin de ETA» consiste en la división de los españoles en dos bandos eternos: uno, el de los posibilistas, con su retórica del «hay que buscar una salida política» a ETA, como si el cumplimiento de las leyes penales y procesales que rigen para el resto de españoles no fuese una previsión suficiente; y dos, los ultras y fachas intransigentes y vengativos sin humanidad en las venas.

ETA lo está consiguiendo en una operación de agit-pro -ésta sí- de engaño masivo. En una trampa de elefantes contra el Estado de derecho. Para ETA es un triunfo moral el desconcierto instalado entre los demócratas. El «futuro en paz» sigue provocando una fractura social de la que solo saca tajada la banda en ayuntamientos, diputaciones, las Cortes... y hasta en comidas de confraternización en mataderos. ETA ejerce un abuso indubitado de la generosidad que le brinda la democracia. Y además le entregamos en bandeja la división y el rencor sin fin entre demócratas, como si fuera un irrelevante entretenimiento más de la rutina izquierda-derecha. ¿Qué perdón van a pedir ellos? Este es el motivo, no hay más, de la siniestra sonrisa de Zulueta.

Rubalcaba y el PSOE alardearon de la detención de Zulueta en 2010

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