El vecindario de Martorell aterrado ante la presencia del «loco del chándal»
Manuel González se queja del acoso mediático y del control policial
El vecindario de Martorell aterrado ante la presencia del «loco del chándal»
Desde que el pasado 22 de noviembre Manuel González González , alias «el loco del chándal», salió en libertad «gracias» al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo , por derogar la doctrina Parot , el municipio de Martorell (Barcelona) está en guardia. También la ... pequeña localidad sevillana de Almadén de la Plata, donde González tiene familia, y que ya se ha rebelado ante la posibilidad de que este delincuente no rehabilitado, diagnosticado como sádico sexual y que agredió a 16 mujeres en los noventa en L’Hospitalet de Llobregat pinchándoles con cuchillos y flechas en las nalgas y los genitales -una de ellas, murió- abrace la libertad.
El epicentro del miedo está en el barrio de Camí Fondo de Martorell. En el piso tercero-cuarta del edificio sito en el número 5 de la calle Cervelló vive la madre de Manuel, Concha, y su hermano José (su padre murió cuando él estaba en presidio). Y todo apunta que allí está resguardado Manuel.
Algunos vecinos aseguraban ayer haberle visto en un Mercadona cercano; otros, sin embargo, juraban que no se le había visto el pelo. Los que sí le ubican allí es la Guardia Urbana, que hace más rondas por el barrio, y los Mossos d’Esquadra, que en virtud del protocolo que acordó la Fiscalía y se estrenó con el «Segundo violador del Ensanche», Alejandro Martínez Singul , llevan a cabo una vigilancia no intrusiva del ya expreso. No se puede hacer más: la libertad vigilada entró en vigor con el Código Penal de 2010 y Manuel fue condenado con el del 1973. Una vigilancia, unida al acoso mediático, con los periodistas acudiendo cada día a la caza, que ha hecho reaccionar a González.
Según confirmó ayer a ABC el abogado de González, Jordi Oliveras , su cliente le llamó el pasado jueves alertándole de que un agente de los mossos había estado en casa de su madre. «No lo dijo molesto. Simplemente me preguntó si era correcto», matizaba el letrado. Pero admite que tras la denuncia de su patrocinado se fue a pedirle explicaciones el pasado lunes a la fiscal jefe de Barcelona, Ana María Magaldi , que le aclaró lo de la vigilancia no invasiva. «Yo entiendo que ir a su casa no es ser no invasivo, pero bueno...», añadió Oliveras, quien desmiente que vaya a presentar queja formal.
«Por lo que sí está molesto es por el acoso mediático» , subraya el abogado. Ayer, la presencia de periodistas en la vivienda de su madre era poca. Aunque la furgoneta de una unidad móvil de Antena 3 aguardaba en la calle para un programa especial de medianoche.
Ante la polémica suscitada por el intento de algunas televisiones de entrevistar al asesino de las niñas de Alcácer, Miguel Ricart , el abogado de González se adelanta. Su cliente no quiere hablar. «No creo que nadie se lleva una exclusiva».
La comunidad de vecinos del número 5 de la calle Cervelló es un hervidero de rumores. «Yo a él no le he visto nunca, y desde hace unos días a la madre y al hermano, tampoco», explicaba a ABC una vecina de rellano. ABC llamó al tercero-cuarta, y un tal Fernando -con un sospechoso parecido a Manuel- dijo que llevaba allí casi un mes de alquiler, que la madre y el hermano de Manuel, José, se habían ido.
Un piso más arriba, otra versión. Paquita Pacheco afirma: « Están la madre y el hermano, que es quién te habrá abierto. Y creo que Manuel también, aunque no le he visto ». Imposible cotejar si José era el tal Fernando, pero habrá que deducir que Manuel está con su familia a juzgar por la actividad policial.
En el barrio hay miedo. «Yo lo paso mal cuando cierro por la noche», confiesa Mari tras la barra del bar «Al Passeig», a 100 metros del portal del horror. «Incluso tengo una sobrina que no quiere ir al colegio que hay cerca de aquí», se lamenta.
«Podría reaccionar»
En la calle, en la isleta que conforman los bloques del viviendas del número 5 y 7 de la calle Cervelló no hay signos del mal que allí anida. Ni una pintada, ni un cartel de rabia o alerta. Por ahora, Martorell no hace tanto ruido como Almadén de la Plata en contra de su temido huésped.
El miedo podría ser gasolina para encender una agresión o linchamiento. «El alcalde (Salvador Esteve) se reunió con los vecinos el pasado sábado y nos pidió que no hiciéramos muchas protestas y evitáramos altercados contra el “loco del chándal”. Porque si se ve amenazado, podría reaccionar...», revela la vecina Paquita.
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