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Garzón, el epicentro de todos los conflictos

Contaminó el «caso Gürtel»; «traicionó» a Felipe González, pidió el certificado de defunción de Franco casi 30 años después de su muerte... Ahora los proetarras le provocan en Argentina

Garzón, el epicentro de todos los conflictos abc

j. p.

Pocos lugares parece haber en el mundo donde no se conozcan las andanzas y desventuras del ex magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Dejó de ser juez, pero se mantiene en su papel de estrella. Se ha ido a Buenos Aires para dar una conferencia sobre «Derechos Humanos y procesos de emancipación», y los etarras le han acusado de «torturador» y de «multiplicar las detenciones y las penas contra los militantes vascos y catalanes que luchan por su independencia del reino fascista de España».

Treinta años de polémicas y él, siempre, en el epicentro. Se despojó de la toga para entrar en política de la mano de Felipe Go nzález, y al no verse correspondido después como ministro del Interior del gobierno socialista, traicionó al padrino. Y se vengó desenredando la maraña de los Gal, aunque sin llegar a despejar la «X». Comandó espectaculares despliegues policiales en busca de «nécoras» y luego, ya en el despacho, por una apresurada y instrucción, descafeinó la operación dejando a más de un narco en libertad. Contaminó la investigación del «caso Gürtel» por grabar en la cárcel conversaciones entre abogados y clientes y después se fue de cacería con el ministro de Justicia Fernández Bermejo y el comisario de Policía Judicial encargado del caso.

Procesó a Bin Laden

Baltasar Garzón, el ex magistrado que se resiste a no ser estrella, pidió un certificado de defunción de Franco, 31 años después de su muerte, en un caso de Memoria Histórica en el que no era competente. Solicitó la extradición de Pinochet , aprovechando la estancia del dictador chileno en un hospital de Londres, ante la perplejidad de las autoridades del Reino Unido. Procesó a Osama bin Laden, a la vista de que la CIA, el FBI o el Pentágono se mostraban ineficaces para dar con sus huesos. Impulsó la suspensión de actividades de Batasuna y otros grupos afines, para después, en pleno «proceso de paz» de Rodríguez Zapatero, echar un cable a Otegi y plasmar en una resolución la teoría de que «no toda la izquierda abertzale es ETA» . Se erigió en abanderado de los Derechos Humanos del mundo entero, se apresuró a llevar la defensa de Julian Assange, fundador de Wikileaks ... Y ahora los proetarras se hacen notar en Buenos Aires y le lacusan de amparar la tortura y de ir a la caza de quienes luchan por la liberación nacional.

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