un domingo con el lendakari
Patxi López: «Madrid me gusta para un rato, hay demasiada tensión»
No tiene hijos pero se lleva mucho trabajo a casa con su pareja, Begoña, que es secretaria de Política Institucional de la Ejecutiva socialista de Vizcaya
Patxi López: «Madrid me gusta para un rato, hay demasiada tensión»
Patxi López no tiene hijos pero se lleva mucho trabajo a casa con su pareja, Begoña, que es secretaria de Política Institucional de la Ejecutiva socialista de Vizcaya. Es raro el domingo que por lo menos uno de los dos no ... tiene acto o evento de partido. En el caso cuasimilagroso de que libren los dos, por la mañana ella se baja a la piscina mientras él se queda haciendo la comida en casa y luego se dan un paseo con sus pintxos y sus potes por la zona del Guggenheim…antes de ir a comer, comer, por supuesto. Misterios del metabolismo vasco, que puede con todo.
Cuando con toda la intención le preguntamos si le gusta Madrid, nuestro hombre, que es de Portugalete, dice que sí pero sólo «para un rato». «Hay demasiada tensión, demasiado no sé…habría que sacar el foco de Madrid y llevarlo a provincias, que se vea que no todo se cuece en el centro», sugiere. Y añade: «Madrid es una permanente olla a presión, fuera puede haber otras visiones de ciertas cosas, más razonables».
Pero cuando está en Madrid le encanta pasear. Concretamente por los puntos cardinales que conoció y le encandilaron de joven. Por Malasaña, por el mercado de Fuencarral y por el de San Antón, en Chueca.
Vivió en la calle del Oso de Madrid
Al secretario general del PSE no le atrae el foro divino de la muerte ni el de la bullanga sin fin, sino el Madrid «de barrio, el que conocí de joven cuando viví en la calle del Oso», entre Tirso de Molina y Lavapiés. En esa calle nació Ana Belén y tenían un piso alquilado a medias Manolo Chávez y el padre de Patxi López. Vamos, que si por lo que sea se tiene que ir a vivir a Madrid, a él que no le busquen en un chalet a las afueras… «No, a mí siempre me ha gustado vivir en un sitio donde pueda salir a la calle y estar en contacto con la gente». Por ejemplo, en una taberna que dice que hay y que le gusta bajando por Embajadores, donde le dan su vermut de grifo camino del Rastro.
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