Los Hells Angels operaban a las prostitutas «para hacer más atractivo el producto»
Decenas de mujeres trabajaban a su servicio en Mallorca; las colocaban como titulares de bienes y hacían de correos para llevar dinero
C. morcillo/p. muñoz
Sometimiento y lucro. Numerosas mujeres de varias nacionalidades ejercían la prostitución de alto nivel en Mallorca para los «Ángeles del Infierno», ahora detenidos por orden de la Fiscalía Anticorrupción. El negocio lo controlaban de forma directa los hermanos Youssafi, de nacionalidad alemana, que han amasado ... una fortuna como proxenetas. Por sistema sometían a las chicas a operaciones de cirugía estética para «hacer más atractivo el producto», lo que les proporcionaba ingresos aún más elevados. Las mujeres debían ganar unas cantidades prefijadas antes de poder cogerse algún día libre. Se refieren como «días» a esas cifras (un día equivale a 1.000 euros). Abdelghani Youssafi captaba a las mujeres a través de otras chicas que ya trabajaban para él; la organización criminal utilizaba a las prostitutas como personas interpuestas en empresas o titularidades.
Un ejemplo de cómo usaban a las mujeres para encubrir el origen del dinero y la titularidad de los bienes aparece en las investigaciones. Los agentes de la Policía y de la Guardia Civil comprobaron como Abdelghani Youssafi hizo las gestiones necesarias para poner a nombre de una de las chicas que trabajaba como prostituta para él en Alemania nada menos que un Porsche Boxter, que antes figuraba a nombre de otra de sus empleadas.
Durante las investigaciones los agentes detectaron como la organización, en concreto Khalil Youssafi, como intermediario, negoció para comprar un famoso burdel de Palma llamado «El Globo Rojo», cuyo propietario pretendía venderlo o traspasarlo por una enorme cantidad. Pero este individuo, que pasó de ser un mero aspirante a vicepresidente del capítulo de Mallorca de los «Ángeles del Infierno», ya se había hecho con dos locales «dedicados en principio a la prostitución» junto a otro de los investigados: se trata del Music Laden y el llamado Club 97. Pero no son los únicos. El negocio de las mujeres era el más lucrativo y no paraba de extenderse. Tanto, que hasta uno de los detenidos que ahora trabajaba como portero de un burdel de los «ángeles» ya planeaba montar el suyo propio.
Los hermanos, a las órdenes del jefe del capítulo Frank Hanebuth, manejaban con mano dura su próspera industria del sexo y se ocupaban de todos los detalles: captar mujeres, alquilar las viviendas, controlar su modo de vida, pagarles las operaciones, como se ha dicho, y buscarles a personas de su confianza que las acompañaran como el dominicano Luis Francisco del Rosario, un auténtico hombre para todo.
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