Construye y pilota tu propia avioneta
Si dispones de espacio y medios, mediante un kit puedes montar tu propia aeronave. Una vez con la licencia de piloto en la mano nada te impedirá poder surcar los cielos

Dominar los cielos ha sido uno de los deseos humanos más antiguos. Dominarlos o por lo menos surcarlos.
Si echamos un vistazo a la historia, no nos podemos abstraer de los planos de gran cantidad de artilugios diseñados por Leonardo, por ejemplo, para poder desplazarse por el medio aéreo. Y siguiendo su estela, son muchos los aficionados a la aviación que no solo tienen un proyecto, sino que se atreven a diseñar, construir y pilotar su propio avión.
Nos cuenta Joaquín Guerra Jimenez, presidente de la Asociación de Constructores Amateur de Aeronaves (ACAA) que la construcción amateur «nace con la aviación misma, dado que los pioneros se diseñaban, construían y probaban sus maquinas».
Es en los años 30 cuando se define la construcción amateur de aeronaves como actualmente se conoce. Henri Mignet, publica «Les Sport de l'Air» con la idea de que «el que pueda construir un cajón, con maderas y clavos, puede construirse su avión». En ese libro describía la construcción de su Pulga del Cielo.
Tuvo un gran éxito y se construyeron muchos aviones de este tipo. A partir de este momento los aficionados de diferentes países, comienzan a agruparse en asociaciones y compartir sus conocimientos. La RSA en Francia, al PFA en Inglaterra, la EAA en Estados Unidos.
En España, también se comienzan a construir aviones, pero la Guerra Civil fuerza un paréntesis. Posteriormente se retoma la construcción, creándose una asociación y con un floreciente grupo, realiza multitud de actividades.
Esta actividad esta regulada por la correspondiente normativa, encargándose la Agencia Estatal de Seguridad Aérea de supervisar la construcción y operación de esta actividad.
Pero ¿de qué modo puede uno iniciar la construcción de su propio aeroplano?
Nos cuenta Joaquín guerra que «la mayoría de los aficionados, construimos nuestros modelos a partir de planos que adquirimos. Una minoría que podríamos contar con los dedos de las manos se han atrevido a realizar el proceso completo, diseñando, construyendo y probando sus aeronaves».
La mayor parte de estas construcciones se realizan a partir de kits , preparados por empresas, aunque para que el aeroplano pueda ser considerado de «construcción amateur» se debe respetar «la regla del 50%, que dice que el constructor ha de realizar la mayor parte del trabajo».
A la hora de elegir nuestro modelo, podemos partir de proyectos más sencillos, «como pudiera ser un ala delta motorizada, que podríamos construir por poco mas de 2.000 €, llegando en el otro extremo a aeronaves muy sofisticadas, que podrían superar los 120.000 €».
Una vez elegido el modelo y suponiendo que disponemos de los medios tanto económicos como materiales y de espacio necesarios, el siguiente paso a dar es el de solicitar el permiso de construcción a AESA, organismo que asignan un inspector y «comenzamos la construcción que será supervisada por la Delegación de Seguridad en Vuelo que nos corresponda», nos cuenta Joaquín..
Una vez terminado, la misma Agencia Estatal de Seguridad Aérea, dependiente del ministerio de Fomento, es la encargada de emitir un Certificado de Aeronavegabilidad para la realización de los vuelos de prueba. Terminados estos satisfactoriamente, se emite el Certificado de Aeronavegabilidad definitivo.
Posteriormente habrá de pasar cada dos años una inspección con el fin de Renovar el Certificado.
¿Cómo obtenemos la licencia de piloto?
Hasta aquí el proceso de construcción. Ya tenemos nuestra avioneta, y ahora queremos pilotarla. Pues bien, el siguiente paso es el de obtener una licencia de piloto privado. Lo lógico es acudir a una academia de vuelo acreditada, donde recibiremos el curso adecuado a nuestras necesidades.
Pero también debemos cumplir unos requisitos, que nos detallan desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. En primer lugar una edad mínima de 17 años. Y a continuación acreditar unos requisitos teóricos sobre legislación aérea, conocimiento general de las aeronaves, performance y planificación de vuelo, factores humanos, meteorología, navegación, principios operacionales, principios de vuelo y comunicaciones.
Todo esto se complementa con una formación de vuelo y experiencia en vuelo solo, de un total de 45 horas de vuelo y la correspondiente prueba de pericia.
Finalmente se necesita acreditar una aptitud psicofísica y un certificado médico.
Una de estas licencias de «piloto privado» es la que ha obtenido Angel Fernández, que realizó toda su formación en el aeródromo de Rozas, en Lugo. Una licencia que se planteó obtener por las «ganas de volar y pilotar que siempre he tenido». Con esta licencia, nos cuenta, ahora puede pilotar «avionetas de hélice no reactores y con propulsión de combustión». Otra de las limitaciones es la de realizar vuelos «visuales diarios, y desde la salida hasta la puesta de sol».
Todos los papeles al día. Tanto los del piloto como los del avión. Y ahora surge la lógica pregunta.
¿Hasta qué punto son fiables este tipo de aeronaves?
Desde la Asociación amateur de Constructores nos tranquilizan, y nos remiten a las inspecciones de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.
Desde este organismo, dependiente del ministerio de Fomento nos aportan algunos datos, los correspondientes a su informe anual correspondiente a la Comisión de Investigación de Incidentes y Accidentes de Aviación Civil 2011 (CIAIAC).
Y revisando entre gran cantidad de páginas, encontramos uno de los datos que estábamos buscando. Del total de vuelos calificados como «ultraligeros» accidentados durante el año 2011 (el último sobre el que se ha publicado el informe correspondiente) tan solo el 20% eran de construcción amateur, y el 80% restante de construcción no amateur.
Respecto a la casuística de estos accidentes, el informe concluye que más que la seguridad de los aparatos, puede ocurrir que los emplazamientos de las instalaciones (despegue y aterrizaje) puede que no cumplan con los requisitos de seguridad que pretende la operación.
Otros datos estadísticos que nos pueden arrojar algo de luz sobre el tema son, por ejemplo, que se produce un suceso significativo por cada 375 operaciones, un suceso mayor por cada 13.500 operaciones, y un suceso grave por cada 47.000 operaciones. Y la tasa anual de accidentes se situó, en el año 2011 en torno a los 134 sucesos por cada 100 vuelos. En total, 20 accidentes notificados a lo largo del año.
La mayoría de los vuelos que tuvieron accidentes en 2011 fueron vuelos de recreo, siendo los accidentes en instrucción muy poco frecuentes. Y desde el punto de vista de la fase de vuelo en la que se han producido los accidentes, más del 90 % se han producido durante las fases de vuelo nivelado y la fase de aterrizaje, con unos porcentajes del 50 y el 45 % respectivamente.
Finalmente, en los veinte accidentes del año 2011 se produjeron 9 fallecimientos, 8 heridos graves y 15 heridos leves o ilesos.
Con todos los datos en la mano, ha llegado el momento de realizar una reflexión, que en todo caso será personal. Si tenemos los medios y las ganas, nada nos impedirá convertirnos en piloto y disfrutar de las vistas de la tierra desde el cielo.
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