El día de la final de la Eurocopa entre España e Italia, algunos periodistas preguntaron a los dirigentes nacionalistas por sus deseos sobre el resultado. La mayoría mostró su indiferencia ante lo que consideraba dos países igualmente extranjeros y alejados y hubo quien apostó con entusiasmo por Italia con un «¡Forza Italia!». Cuando esa noche ganó España, algunos vascos, los pocos que se atrevieron, salieron a la calle a celebrarlo y se encontraron con las amenazas violentas de los batasunos, incluido un alto cargo del Ayuntamiento de San Sebastián.
El dominio social y cultural del nacionalismo con una inalterable espiral de silencio
El contexto sociológico en el que votarán los vascos demócratas el próximo octubre ha cambiado muy poco, por tanto. La única variación es la que atañe a los no demócratas, a los que simpatizan con el brazo político de ETA, pero que, o bien comenzaron a tener dudas morales en los últimos tiempos, o bien, y esto es más importante, se sintieron socialmente incómodos ante unos crímenes cada día más estigmatizadores para ellos mismos. Para ese sector antidemocrático, estas próximas elecciones constituyen la gran oportunidad de votar por el brazo político de ETA por primera vez sin dilema moral alguno, y, sobre todo, con todos los parabienes sociales y políticos.
Premio al brazo político del terrorismo
El resultado, lo dicen las encuestas, la de «El Correo», la del Euskobarómetro, será el de siempre, pero con un premio añadido para el brazo político del terrorismo en forma de excelente resultado. Pues el asesinato, el secuestro y el vandalismo le resultaban rentables, las nueces, pero la magnánima «suspensión» de los crímenes le resulta un negocio impresionante, nueces con champán, y con caviar de aperitivo.
La forma en que los batasunos vayan a degustar esas nueces con champán y el caviar no está tan clara. No está clara porque un acuerdo entre el PNV y los radicales es altamente complicado. Una cosa es que hayan confluido una y otra vez en múltiples asuntos, pero otra igualmente cierta, la acusada incompatibilidad entre ambos. La oposición entre un partido de derechas que quiere orden y gestión y un partido de extrema izquierda que desea desorden y revolución. Eso sí, esto es lo de menos, realmente, al menos para las víctimas del sistema nacionalista. Porque sí hay una cosa clara para el día después electoral.
Desde el Gobierno vasco o desde el Parlamento vasco, el brazo político de ETA habrá completado de forma exitosa su vuelta a las instituciones sin haber renunciado jamás a su legitimación del crimen y del terrorismo.




