Resultados en Sevilla: El vuelco histórico en el granero del PSOE

Por primera vez, el PP es el partido preferido por los sevillanos. Por primera vez también, el espectro ideológico del electorado se escora clarísimamente a la derecha. El PP ha conseguido nueve de los dieciocho escaños en juego , lo que significa que no sólo ha engordado sus propios resultados con los de Ciudadanos al que ha fagocitado, sino que ha robado un acta parlamentaria a los socialistas y dos escaños a la coalición a la izquierda del PSOE a la que ha perjudicado clarísimamente la desunión. Los socialistas mantienen cinco de las seis actas parlamentarias que tenían, aunque con menos votos y menos apoyo popular.

Un dato puede resaltar el carácter histórico de lo sucedido en las autonómicas del 19-J: el PSOE no había perdido nunca en Sevilla, desde las primeras elecciones a las Cortes Constituyentes de 1977 había sido la primera fuerza en la provincia con porcentajes astronómicos que habían llegado a rebasar el 60% de los votos emitidos como sucedió en la victoria de Felipe González en 1982 . Era su refugio seguro, el lugar a salvo de mareas y de mayorías de derechas. Y lo que es más increíble, esta tendencia parecía a salvo de vuelcos, imperturbable, se mantenía en el tiempo pese a los cambios de gobierno.

Hasta ayer . Todas las resistencias saltaron por los aires. En Sevilla capital, en Dos Hermanas, en Alcalá de Guadaira, en Utrera, en Mairena del Aljarafe (las cinco mayores poblaciones de la provincia) consiguió imponerse el PP. Venía de uno de sus peores resultados en Sevilla en las autonómicas de 2018, cuando fue la cuarta fuerza política. Y el partido ha vivido una convulsión interna con el último congreso provincial que, ni de lejos, permitía augurar el desenlace obtenido en las urnas este domingo de junio.

Había que buscar en el mapa las motas rojas para descubrir municipios que se mantuvieron fieles al PSOE. Empezando por Cañada Rosal , municipio segregado de Écija, donde el apoyo socialista nunca baja del 50% de los sufragios. El municipio de mayor tamaño en manos socialistas fue La Rinconada. Arahal, Aznalcóllar, Villanueva de San Juan, Guillena, Pruna y otros pueblos de menor tamaño siguieron en la órbita socialista.

En las elecciones de hace cuatro años, el PSOE y el PP estaban separados por más de cien mil votos y 13 puntos porcentuales. El Partido Popular, sumido en una larga crisis interna en la provincia de Sevilla, fue la cuarta fuerza en las elecciones de diciembre de 2018, superado por PSOE, Adelante Andalucía y Ciudadanos. Poco más de cincuenta mil votos lo distanciaban de Vox, cuyo aliento sentía el PP en el cogote.

Al año siguiente, en la repetición de las elecciones generales de noviembre de 2019, Vox consiguió superar al PP en la provincia de Sevilla , con el PSOE hegemónico por encima de los dos partidos de derechas. Eso da idea del cambio que se ha producido en los comicios de junio de 2022 en los que, por vez primera, el Partido Popular ha sido el más votado en Sevilla.

Sevilla siempre ha sido la provincia socialista por excelencia . Quizá por el peso que los socialistas sevillanos tuvieron en aquella pléyade de jóvenes que se hicieron con las riendas del partido en el congreso refundacional de Suresnes , todavía en la clandestinidad en 1974: Felipe González, Alfonso Guerra y Luis Yáñez encabezando la ruptura generacional con el PSOE histórico.

Elección tras elección, el PSOE encontraba en Sevilla su particular granero de votos , que no lo abandonó ni en las mayorías absolutas de Aznar o Rajoy. Ni siquiera en la victoria electoral del PP en los comicios autonómicos de 2012 había logrado arrebatarle a los socialistas el primer lugar en la provincia de Sevilla. Entonces, en marzo de 2012, el PP se acercó con siete escaños por Sevilla frente a los nueve del PSOE , pero a partir de ahí volvieron a marcarse las distancias.

En ocasiones, el PSOE sevillano -una impresionante maquinaria electoral y de poder efectivo sobre el terreno perfectamente engrasada desde las instituciones gobernadas por socialistas- ha sumado porcentajes por encima de la mitad de los votos emitidos como en 1982 y 1990, que propiciaron mayorías absolutas.