La victoria insuficiente de Javier Arenas en Andalucía o, a la inversa, la dulce derrota de José Antonio Griñán, se va a traducir, si no ocurre un cataclismo, en cuatro años más de poder de la izquierda en esa Comunidad. Es cierto que se trata de la primera vez que el PP vence en Andalucía. Pero, paradojas de la política, ha supuesto un revés para el PP, que ha logrado 160.000 votos menos que en los anteriores comicios andaluces. Fallidas las expectativas de las encuestas que pronosticaban una mayoría absoluta del PP, el nuevo poder andaluz queda de la mano de Izquierda Unida. No hubo suficiente castigo a la corrupción; no hubo suficiente castigo al amiguismo; no hubo castigo ciudadano a la “Grecia” española; hubo “miedo” a la derecha… o una renovada y legítima confianza ciudadana en la izquierda, toda vez que el avance de Izquierda Unida constatado en el doble de escaños refleja la mayoritaria tendencia ideológica en Andalucía.
En el PP hay motivos para la perplejidad y la incertidumbre. Perplejidad, porque hay una parte del electorado propio que no se movilizó y prefirió abstenerse. Probablemente, incómodo con la dureza de las primeras medidas del Gobierno de Mariano Rajoy, especialmente la subida de impuestos y las aristas de una reforma laboral que conlleva el abaratamiento del despido. E incertidumbre, porque el liderazgo de Javier Arenas –pese a haber hecho historia y ganado por primera vez en el más tradicional y opaco feudo del socialismo español- está en entredicho. En el PP reaparecen las voces que apuntan a una progresiva pero imprescindible sustitución de Javier Arenas como líder popular andaluz. El debate ya está abierto.ç
Un dato más sobre las paradojas de la política: ninguno de los dos candidatos que venció anoche en Andalucía y Asturias gobernará su Comunidad; y el PSOE, pese a renovar el Gobierno de la Junta de Andalucía, no depende de sí mismo para gobernar ninguna comunidad. Mantener el Ejecutivo de la Junta tendrá un precio alto -el que quiera una IU vencida al gasto social y amante del endeudamiento y el déficit público- y no será un chollo para Ferraz. En el País Vasco, Patxi López depende de Basagoiti, y en Andalucía, de Diego Valderas. El rearme anímico del socialismo español tiene mucho de virtual o ficticio. Aún le queda mucho desierto que atravesar. Aunque Griñán y su equipo sonrían.
*Manuel Marín es redactor jefe de la sección Nacional-España de ABC.



