Javier Fernández PSOE
Hace cuatro días, la federación socialista asturiana presentaba, bajo el título «Anatomía de un candidato», un cómic sobre Javier Fernández (Mieres, 7 de enero de 1948) que le retrata como un hombre que cambió la comodidad de su despacho de ingeniero de Minas, —desde 1984 también es funcionario de carrera— «por la ingrata carga de llevar sus ideales a todas partes». Es decir, por la política, que ejerce a pesar de esa timidez suya que traspasa la pantalla del televisor. Y que no tuvo cuando, mientras todos los «barones» callaban al inicio de la pelea entre Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba por el liderazgo federal del PSOE, él alzó la voz y se convirtió en el primero en declarar públicamente su apoyo al cántabro. En compensación, hoy es hoy el máximo responsable del Consejo de Política Territorial del partido y un nombre a tener muy en cuenta en Ferraz.
Procedente de una familia minera por parte de madre, y de siderúrgicos por la de su padre, la relevancia orgánica de Javier Fernández en el PSOE comenzó cuando reemplazó a Vicente Álvarez Areces al frente de la Secretaría regional en el año 2010. Para entonces ya había sido diputado nacional, regional, consejero y senador. En 2011 se postuló para sucederle también en lo institucional, en la Presidencia del Principado. Pero en las elecciones del 22 de mayo, —las del desplome autonómico y municipal del socialismo—, el candidato asturiano cosecharía los peores resultados electorales de la historia para sus siglas, aún siendo quien ganó aquellos comicios en número de votos. Pero el fenómeno FAC, Francisco Álvarez-Cascos, con 1.537 papeletas menos consiguió un escaño más gracias a los misterios de la Ley D'Hont y gobernó.
Para este 25 de mayo, las encuestas han acertado pronosticando la victoria de Javier Fernández en ambos recuentos, aunque una victoria insuficiente y, por tanto, necesitada de ese juego de alianzas particularmente complicado en Asturias, que todo indica que puede resolverse a beneficio del lado contrario, la derecha. O «las derechas», como a él le gusta decir. Ocurra lo que ocurra, no tiene intención de rendirse. Su futuro no pasa por volver a aquello de la comodidad del despacho, aunque tiene muy claro que lo que le queda por delante no va a ser un camino fácil. Si no gobierna, —como todo parece indicar—, le tocará ejercer la oposición frente a un binomio FAC-PP cuya descomposición, una vez más por diferencias irreconciliables, Javier Fernández da por segura más temprano que tarde. Para gobernar, tendría que haberlo hecho con IU y con UPyD que, al final, no suma lo bastante. De haberse producido esee escenario, nadie descartaba que el «tripartito» hubiera acabado sometido a una moción de censura.
A mitad de campaña, el socialista expresaba angustia por la posibilidad de que Asturias no tenga gobierno, mas cuando el impacto de la crisis está agravando problemas endémicos de la región como la fuga de población, la ausencia de vocaciones empresariales o el paro.
Ajeno a estridencias, conciliador, y perseverante, Javier Fernández vive en Gijón, está casado y tiene una hija.



