Esta mañana, en el programa de Juan Ramón Lucas de RNE, la número dos del PSOE, Elena Valenciano, tomaba el camino de los cerros de Úbeda cuando le preguntaba cómo va a compatibilizar su partido el probable acuerdo para gobernar Andalucía con una formación como IU, radical promotora de un mayor gasto público contra la crisis, con su supuesto compromiso para cumplir el objetivo de déficit, siendo como es alternativa de gobierno en España. Es comprensible su euforia inicial: de la pérdida casi segura de su último gran bastión, la dirección socialista se ha encontrado con una victoria en la derrota. Aunque el precio sea que Rubalcaba tenga que pasar por el aro del Griñán chaconista que se le agrió sobremanera su designación como secretario general y la elaboración de listas electorales.
Más importante para España, el segundo de los peajes, siendo más complicado de gestionar para Rajoy, puede acabar pasando factura de rebote a Ferraz. Es verdad que Andalucía, con un Griñán inopinadamente fortalecido a pesar de su notable pérdida de apoyo electoral, porque en el país de los ciegos el tuerto es el rey, puede convertirse en la mayor piedra en el zapato de la política de ajustes de Rajoy. Y la piedra se las trae: un paro superior al 30% (entre los jóvenes alcanza la mitad de la población), un elevado déficit oficial que además será inferior al real, una economía altamente subvencionada… Muchos ingredientes amargos para que el examen final al que debe presentarse España en 2012 y 2013 para cumplir con las exigencias de Bruselas, y de esa manera salir del túnel en que se encuentra nuestra económica, se complique de manera creciente, a solo tres días de una huelga general y a cuatro de la presentación de los Presupuestos del Estado más duros de la historia de este país. Incluso, Rubalcaba tiene ante sí también la tentación de utilizar Andalucía como ariete contra el laboratorio de medidas de Moncloa, como ya hiciera en su momento Chaves frente a las políticas de Aznar.
Sin embargo, siendo cierto todo lo anterior, hay una diferencia fundamental: ahora no hay dinero ni para hacer política. En un contexto en el que la creciente miseria ahoga las arcas autonómicas, sería irresponsable que los socialistas entraran en el perverso juego de utilizar electoralmente un poder que no exige otra salida que la de salir del agujero en que nos encontramos todos. Ni Andalucía ni España, ni tampoco el PSOE, se lo pueden permitir.
*Manuel Erice es subdirector de ABC.
