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Las elecciones andaluzas, mucho más que un asunto doméstico

Griñán no quiso que coincidiese la hecatombe que se preveía para su partido en las elecciones generales con las autonómicas. Quería marcar distancias y ganar tiempo. Pero la campaña por conquistar el territorio impenetrable para el PP o por amarrar el único bastión de votos para el PSOE comenzó mucho antes que el 9 de marzo

Día 23/03/2012 - 10.19h

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Este 25 de marzo es el todo por el todo. Las elecciones asturianas han llegado sobrevenidas por un escenario de desencuentro entre partidos determinado, también participado desde Madrid; pero la clave está en las elecciones andaluzas, cuya campaña verdaderamente no empezó el pasado 9 de marzo. Lo hizo mucho antes. Andalucía es el bastión electoral del socialismo español por excelencia, el único que no ha tenido higiénica alternancia en el poder en las últimas tres décadas. Es para el PSOE el aislado remanso de paz que nunca en democracia ha estado gobernado por otro partido que no sea el de los veteranos Alfonso Guerra, Felipez González, Manuel Chaves, Gaspar Zarrías y José Antonio Griñán. Por eso, éste último no arriesgó meses atrás decidiendo que no coincidiesen las convocatorias de elecciones generales y las novenas autonómicas, como venía siendo tradicional, para ganar tiempo y lograr marcar distancias. Quería Griñán salir así indemne del “efecto contagio” del deterioro acumulado por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero debido a la agónica crisis económica y que acabó castigando, en mayo de 2011, al resto de autonomías que obraban en poder de los socialistas.

Andalucía lleva tantos meses en precampaña por una razón clara: son los comicios de esta autonomía más trascendentales para el contexto nacional de los últimos treinta años y el que más lecturas tendrá para el país. El “vuelco” es probable para un PP que ha teñido de azul toda la Nación en menos de un año y que se juega este domingo los últimos dos reductos del socialismo en ciernes, una vez apeado del feudo -también antagónico- de Cataluña. Conservar su histórico granero de votos y no verse impelido a rearmarse por completo desde la noche del 25 de marzo es la obsesión del socialismo que, de puertas adentro, teme la fuga de votos de la saca de izquierdas hacia IU (por lo que Griñán ya ha empezado a poner condiciones a la coalición que encabeza Diego Valderas, a sabiendas de que sin ellos no parece posible un pacto de gobierno) y, sobre todo, hacia el PP.

Tan importantes son las elecciones en la Comunidad del sur de España para Ferraz y Génova que han rediseñado sus estrategias del año en base a este domingo; no en vano, las dos grandes citas de ambos partidos, el XXXVIII Congreso Federal del PSOE que eligió a Alfredo Pérez Rubalcaba como su secretario general y la XVII Convención Nacional del PP de la que salió reforzado Mariano Rajoy y su nueva dirección, con un puesto de honor –vicesecretario nacional- reservado al candidato a la Junta por cuarta vez, Javier Arenas, tuvieron como sede Sevilla y fueron el punto de arranque a estos comicios regionales.

¿Examen a las medidas del Gobierno?

Los ciudadanos andaluces han visto más veces en las últimas semanas a dirigentes nacionales, ministros y presidente del Gobierno de Moncloa incluidos, que cualquier otra autonomía en campaña. También han podido escuchar más eslóganes en clave nacional durante la carrera electoral que debates sobre sus asuntos propiamente domésticos. Léase: “Chacón habla de que los españoles tienen envidia de los andaluces porque estos aún tienen el poder del voto, aún puedan frenar los recortes del PP en la Administración central; Arenas ve una distancia abismal entre el “caso Matas” y el de los ERE”; el PSOE se ve obligado a reafirmar su compromiso de lucha contra la corrupción en todo el país por el escándalo de Invercaria y los ERE andaluces; Rajoy defiende la reforma laboral que lleva a los sindicatos a ensayar la huelga general en la calle en un mitin de Arenas en Andalucía y Arenas habla de la necesidad de la reforma para combatir el paro local y nacional; Griñán menta la subida de impuestos del Gobierno de Rajoy o la amenaza de implantar un copago sanitario como en Cataluña para arrojar el discurso del miedo al votante de que ocurrirá lo mismo si vence el PP andaluz; Valenciano pide que se retire el vídeo del Ministerio de Empleo sobre la reforma del mercado de trabajo porque “estamos en campaña””... Y así, cada uno de los mensajes e intervenciones de los políticos, en Madrid o Sevilla, parecían poner a prueba gestiones de la Administración anterior o la actual y, a la sazón, han dado cuenta de cómo los dos grandes partidos se juegan mucho más que la Presidencia de una región este domingo, claro que desde polos y perspectivas de futuro absolutamente opuestas.

El próximo 19 de abril se constituirá el Parlamento andaluz que dicte la población el domingo hasta las 20.00 horas, pero su formación ha estado supeditada, desde el primer minuto y hasta el pitido final, por las directrices de la política nacional. Habrá que interpretarlo también desde la óptica, sin duda, crucial que supondrá para los grandes partidos en Madrid. De hecho, los mismos líderes regionales, que han ejercido puestos de resonancia en la capital española en sus respectivas carreras, apelan ahora a que está en el aire qué tipo de gestión se quiere para Andalucía y lo hacen, para bien o para mal, pidiendo que el ciudadano observe cómo lo hace el partido contrincante cuando lleva las riendas legislativas del país.

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