Alfredo Pérez Rubalcaba cerró ayer la campaña prácticamente suplicando el voto no ya para ganar, sino para poner freno a la mayoría absoluta del PP, en un reconocimiento por adelantado de la victoria del adversario y de lo que será su derrota propia mañana en las urnas.
El candidato agitó sin límite el fantasma de los recortes —«si tuvieran poder absoluto, recortarían absolutamente», advirtió—, proclamó que «solo hay un partido que pueda parar ese poder absoluto de la derecha, el PSOE, un Partido Socialista fuerte», y con esa cantinela amenazante pidió a su público ayuda, y que aprovechara «las cincuenta y tantas horas» que ayer faltaban para el 20-N para convencer, aunque fuera por teléfono, a otros de que voten socialista. «Pelead de aquí al domingo, haced esas llamadas», buscad «puerta a puerta» rogó, tratando también de conjurar la fuga de votos a IU con un llamamiento a «concentrar el voto de la izquierda» en torno a las siglas socialistas.
El candidato consumió la última jornada antes del acto final en Fuenlabrada (Madrid) en Andalucía, tradicional granero de votos del PSOE, que según el CIS pierde allí diez diputados, mismo número que gana el PP.
Compareció en Jerez de la Frontera, y junto al presidente del partido, Manuel Chaves, dijo que un triunfo del PP sería «una pesadilla». También ofreció un mini mitin en Lebrija (Sevilla) y reunió a 1.000 personas en Punta Umbría (Huelva). Allí Rubalcaba, nacido en Cantabria, se presentó diciendo «soy un diputado andaluz», —su escaño es por Cádiz—, y en su discurso se ensañó con el líder rival, al que tachó de «indolencia política», y su formación, a la que definió como «la derecha más dura de Europa».
En su teoría de que Mariano Rajoy está exprimiendo la crisis para arañar votos, abundó: «Cómo es Rajoy... hace cuatro años intentó llegar a La Moncloa de la mano de una niña y ahora lo intenta de la mano de una prima», en referencia al diferencial que ha puesto a España en zona de riesgo. En su censura al PP tuvo la ayuda del presidente de la Junta andaluza, José Antonio Griñán, que en una encendida arenga llegó a decir que los populares «no han echado ni una mano, ni un apoyo, en la lucha contra ETA». «Donde gobiernan, el paro crece más que antes», «dan 900 euros a las familias que ganan más de 100.000 euros para que paguen los uniformes (en la educación privada)». Esas fueron algunas de las actuaciones que Griñán atribuyó al PP, en sintonía con otras que Rubalcaba ha ido predicando en sus mítines en lo que llama la explicación del «programa oculto» de Rajoy.
Sobre ese mismo programa, el candidato se jactó ayer de que los dirigentes populares ya están empezando «a enseñar la patita» y recordó la declaraciones de la presidenta castellano-manchega, Dolores de Cospedal, en las que vaticinaba protestas cuando se empiecen a aplicar recortes pendientes. «No esperéis al día 21, impedidlo el día 20 en las urnas», instó Rubalcaba a los simpatizante suyos, a los que también aseguró que el PP no garantiza las pensiones, que las «va a poner en solfa», y que para ellos la Ley de Dependencia es «inviable».




