Carbajo&Rojo
Muchos americanos encontraron en sus palabras el aliento necesario para seguir adelante
María G. Picatoste
Barack Hussein Obama se convirtió el 4 de noviembre de 2008 en el 44º presidente de Estados Unidos. El que fuera senador por Illinois alcanzó tan preciado puesto tras imponerse en las primarias del partido demócrata a Hillary Clinton y en las presidenciales, al republicano John McCain. Para ello tuvo que convencer a la mayor parte de su país de que con él era posible recuperar el ánimo y superar la paupérrima situación financiera en la que se encontraba el país.
En una época de crisis económica en la que no pocos perdieron sus empleos, sus hogares e incluso sus ahorros, muchos americanos encontraron en sus palabras el aliento necesario para seguir adelante.
Hijo de una estadounidense y un keniano, Obama ha roto muchas barreras a lo largo de su vida. Durante su etapa como estudiante de Derecho en la Universidad de Harvard, donde se graduó magna cum laude en 1991, se convirtió en el primer presidente afroamericano de la prestigiosa revista «Harvard Law Review». También fue el primer presidente afroamericano de Estados Unidos, el primero en haber nacido en el Estado de Hawai, el primero en haber apoyado abiertamente el matrimonio entre homosexuales y el primero en recibir el premio Nobel de la Paz durante su primer año de gobierno.
Tras cuatro años en el poder, la esperanza a la que apeló en su primera campaña presidencial está casi agotada. Aún así, su presidencia conserva un hilo de vida gracias a los logros de su primera legislatura, de los que se han beneficiado principalmente los más desfavorecidos.
En estos cuatro años Obama ha reformado el sistema sanitario, extendido la rebaja de impuestos para las rentas bajas y medias, frenado la deportación de jóvenes inmigrantes que hayan crecido y estudiado en Estados Unidos.
En el terreno militar, Obama dirigió la operación que acabó con la vida de Osama bin Laden, concluyó la participación de EE.UU. en la Guerra de Irak, y comenzó la retirada de tropas de Afganistán en 2011 tras haber enviado más de 30.000 efectivos a luchar en la republica islámica en 2009, y abolió la ley que prohibía a los homosexuales revelar su orientación sexual en el ejército.
Lo que este carismático abogado de 51 años no ha podido lograr es que la economía recuperase los niveles de prosperidad y progreso que vivió antes de 2008. A pesar de haber aprobado diversas leyes y planes para estimular el crecimiento y la reinversión, la deuda soberana de EE.UU. ha seguido creciendo y el paro ha superado el 10%, una cota que no alcanzaba desde 1982. Aunque la situación no es tan desfavorable como cuando llegó al poder, las mejoras no han logrado apaciguar las preocupaciones de los ciudadanos. Por eso, son precisamente la economía y el desempleo las dos únicas armas que Mitt Romney ha podido empuñar con seguridad frente a él durante la actual campaña presidencial.
Otras promesas de campaña aún por cumplir son el cierre de Guantánamo o la subida de impuestos a las rentas altas y las grandes fortunas.
Desde que presentó su candidatura presidencial en 2007, Obama y su familia han encandilado a los medios de comunicación con su naturalidad y su habilidad para presentarse como una familia americana más con la que es fácil empatizar.
Obama es un gran amante del deporte: juega al baloncesto, al golf y al fútbol americano. También ha demostrado tener un fino sentido del humor y ninguna timidez a la hora de arrancarse a cantar.