Dime de qué presumes...
Con una recaudación récord, inflada por la inflación, el déficit se redujo en 2022 en dos puntos de PIB, cinco puntos en dos años. Dice el Gobierno que «es el mayor descenso de la historia en un periodo tan corto» sin tocar el estado de bienestar. La Airef y el Banco de España esperaban más
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El déficit público de España cerró el año pasado en el 4,8% del PIB, una cifra elevada pero dos puntos inferior a los números rojos registrados en 2021 y dos décimas por debajo de los objetivos que el Gobierno había enviado a Bruselas. ... Este mejor comportamiento de lo previsto por el Ejecutivo, no por otros organismos como el Banco de España o la Airef, que habían calculado un déficit inferior, dado el buen comportamiento de la recaudación aupada por el alza de los precios.
El Ministerio de Hacienda saca pecho y asegura que desde 2020, cuando el déficit se disparó al 10,1% del PIB por los ERTE y la lucha contra la pandemia, los números rojos de las cuentas públicas se han reducido en más de cinco puntos porcentuales, «el mayor descenso de la historia para un periodo tan corto», apuntaba. Se le olvida, eso sí, que la mayoría de los gastos de la pandemia, como los de los más de tres millones de ERTE, las ayudas a los autónomos, las vacunas, las mascarillas,... no son gastos recurrentes, de modo que el déficit que generaron era muy puntual y dos años después prácticamente no existe.
Presume también el Gobierno, y mucho me temo que va a ser una cantinela recurrente de aquí a las próximas elecciones generales, de que esta reducción «se ha conseguido gracias a una política que lejos de recortar servicios públicos, como ocurrió con anteriores ejecutivos, se ha basado en proteger a la mayoría social del país reforzando el estado de bienestar...». Es cierto que ha habido poco ajuste por el lado del gasto. Lo que no cuenta el Ejecutivo es que ahora tienen el Plan de Recuperación, con más de 20.000 millones de euros anuales de dinero europeo que se inyecta en vena en la economía española; y no cuenta tampoco que las reglas del juego de la UE tampoco son las mismas ahora que entonces. Y si no que le pregunte a Zapatero en aquel mes de mayo de 2010, si tuvo alguna opción de no realizar ajustes en el gasto. Era o recortar pensiones y sueldos de funcionarios, o el rescate con medidas todavía más duras.
Cuenta además el Gobierno de Sánchez con un aliado extra que le ayuda a recaudar más y a inflar el PIB nominal. El Gobierno de Rajoy peleó con inflaciones negativas, que para el bolsillo de los ciudadanos estaba muy bien, porque evitaba las pérdidas de poder adquisitivo, pero que jugaba en contra de la corrección de la deuda pública.
Tampoco nos cuentan que se está produciendo un ajuste, e importante, por el lado de los impuestos con subidas en frío del IRPF, al no deflactar las tarifas del tributo, o con fuertes incrementos de las cotizaciones sociales, como los que se incluyen en la recién aprobada reforma de las pensiones, que recaerán sobre empresas y trabajadores.
En todo caso, el Gobierno es consciente de que la holgura que la Comisión Europea ha permitido a los Estados miembros estos años llega a su fin, y que en la próxima legislatura habrá que reducir sí o sí los números rojos de las cuentas públicas, y el peso de la deuda sobre el PIB para ir reconduciéndolo hasta ese 60% que se considera sostenible. Pero de eso es más que probable que los políticos no hablen ni en las campañas de las elecciones autonómicas y locales, ni en las generales. Eso le tocará al próximo Ejecutivo, y si gobierna el PP, que reduzca gasto y así tendrá argumentos la izquierda para decir que solo la derecha recorta. Y si como dice el CIS, ese que según Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, Tezanos manipula, vuelve a ganar el PSOE y se repite el Gobierno Frankestein, pues ya nos freirán a impuestos. No será fácil volver a disparar los ingresos como este año, de modo que con unos o con otros, de los ajustes no nos libraremos.