Un abultado gasto público no garantiza el bienestar social

La izquierda, o al menos una parte de ella, insiste en mantener el elevado gasto público para garantizar así el Estado de bienestar. Pero no nos engañemos, un abultado gasto público no solo puede ser perjudicial para el crecimiento económico, sino incluso para ese bienestar social que, en teoría, se pretende proteger. Así lo demuestra un estudio hecho público esta semana por BBVA Research, que analiza el impacto del tamaño del Gobierno en el crecimiento y el bienestar social en las últimas seis décadas en los países de la OCDE. Este 'working paper', elaborado por J. Andrés, E. Bandrés, R. Domenech y M. D. Gadea, concluye que el efecto del tamaño del gobierno sigue una forma de U invertida: positivo –más en el bienestar social que en el crecimiento del PIB per cápita– cuando el tamaño del gobierno está por debajo del 35% al 40%, y negativo más allá de ese umbral.

Además, señala que el rango de valores para los cuales el tamaño del gobierno afecta positivamente al crecimiento y al bienestar se expande significativamente con la calidad del gobierno, el gasto productivo y los bajos niveles de deuda. Un sector público eficiente en todos estos frentes es más importante para maximizar el bienestar social que el tamaño del gobierno per se. Es decir, que no se trata solo de la cantidad qué se gasta sino de en qué se gasta. Y además, no es igual que haya un fuerte incremento del gasto público en una economía saneada, que si este aumento se produce en un país con una elevada deuda pública.

En este sentido, el estudio explica que tras la gran recesión que comenzó en 2008, muchos países para poder ajustar sus cuentas, redujeron el gasto en inversión, mientras seguían aumentando la deuda con gasto no productivo. Esto tuvo un negativo impacto en el crecimiento de las economías, pero también en su Estado de bienestar.

Del mismo modo, el estudio apunta que el impacto en el crecimiento puede ser también negativo si el tamaño del Estado es demasiado pequeño y no hay suficiente financiación para la prestación de los servicios públicos básicos.

Por tanto, desecha las tesis de populismos pasados y actuales que defienden el liberalismo absoluto y la desmantelación prácticamente total del sector público.

Los investigadores también aseguran que el impacto del tamaño del sector público en el crecimiento en el bienestar social no depende solo de la cuantía, sino también de la corrupción del sistema político, de la independencia del sistema judicial y de la calidad de las administraciones públicas. Y ahí los países escandinavos están a la cabeza, de modo que pueden permitirse un mayor tamaño del sector público sin que tenga efectos perjudiciales en la economía. En España, de momento, más nos valía que empezaramos a reducir el gasto.