SECTOR FINANCIERO

La voracidad de las grandes tecnológicas se apodera de los métodos de pago

Las ‘big tech’ han redoblado su apuesta por una actividad que les permite monetizar los datos del cliente con la venta de productos y publicidad

Pequeño crédito al consumo y pagos son los principales segmentos de interés para las tecnológicas MALAGÓN

Son nativas digitales, ágiles e innovadoras. Cuentan con una enorme base de datos que les permite conocer a la perfección al cliente y tienen una gran disponibilidad de fondos para acometer sus inversiones. No hay sector en el que penetren sin revolucionarlo. Y entre ... sus últimos objetivos está la prestación de servicios financieros. Los gigantes tecnológicos, como Apple, Google, Meta y Amazon, han irrumpido con fuerza en el mundo bancario centrados por el momento en aquellos segmentos más rentables y con los que pueden conseguir sinergias con su negocio principal, como son el pequeño crédito al consumo y, sobre todo, los pagos.

China, donde se puede saldar la cuenta de casi todo sin llevar un yuan encima, es un buen ejemplo del cambio de paradigma impulsado por las plataformas de internet. El 79% de los ciudadanos asegura haber pagado con dispositivos móviles en puntos de venta en el último año, según Statista Global Consumer Survey, unos números con los que se frotan las manos Alipay y WeChat Pay, las dos aplicaciones que se reparten el mercado nacional.

Fuera del continente asiático, las ‘big tech’ también se afanan en lograr que salgamos a la calle con teléfono y sin billetera. La que lo está haciendo de forma más fructífera hasta la fecha es Apple con Apple Pay, que ha alcanzado un alto grado de adopción entre los usuarios del iPhone. En Estados Unidos, por ejemplo, ya participa en el 92% de las transacciones realizadas con ‘smartphone’, como revela un informe de 2021 elaborado por Pulse, subsidiaria de Discover Financial Services. En nuestro país, esta suerte de monedero virtual aterrizó a finales de 2016 de la mano de Banco Santander. El resto de entidades fueron reacias a pactar con la empresa de Cupertino por las comisiones que cobraba, pero la presión de los clientes hizo que al final se plegasen a sus exigencias.

La firma de la manzana no ha sido la única en poner en marcha una solución para pagar con el móvil a través de sus dispositivos, en colaboración con las entidades financieras. Samsung y Google disponen de sus propias apps, aunque con una acogida por parte del público algo más discreta. «Todas las propuestas son buenas, pero Apple siempre se ha vendido como una empresa que potencia mucho la seguridad, con sistemas cerrados, y probablemente sus usuarios confían más en pagar a través de los sistemas de Apple que los usuarios de Android a través de Google Pay. Samsung ha tenido un cierto éxito, pero en general a Google le está costando despegar», interpreta Javier Rivas, director del Máster de Finanzas de EAE Business School.

Lo cierto es que, con distintos niveles de aceptación, ninguna tecnológica se quiere quedar fuera de este nicho. Amazon cuenta con Amazon Pay, un servicio de intermediación para realizar pagos online, y Facebook tiene Messenger, para el envío de dinero entre usuarios. «Empiezan con servicios bancarios sencillos como los pagos que, además, fidelizan al cliente porque se acostumbra a usar el sistema de la ‘big tech’», justifica el experto. Un fenómeno intensificado a raíz del Covid. Para hacerse una idea, el uso de aplicaciones de pagos digitales en transacciones de comercio electrónico pasó del 6,5% en 2019 al 44,5% en 2020, según un informe del Consejo de Estabilidad Financiera publicado en marzo. En España, el 37,5% de la población ya efectúa pagos a través del móvil, un aumento interanual de tres puntos porcentuales, de acuerdo al II Estudio de tendencias de pago móvil en España, elaborado por Pecunpay y Visa, con datos correspondientes a 2021.

Al centrarse en este ámbito, las ‘big tech’ mejoran su cadena de valor y monetizan los datos del cliente con la venta de productos y/o publicidad. «La información financiera de los clientes es un ingrediente muy valioso en la cadena de valor de estas empresas. Pagar dice mucho sobre la calidad crediticia del comprador y sobre sus hábitos en un mundo en el que ese conocimiento permite ofrecer muchos productos cruzados y personalizados», dice Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas. Así que las tecnológicas, que extienden sus tentáculos allá donde ven una oportunidad, no han dudado en explotar su efecto ‘mancha de aceite’ con los pagos.

«Es una extensión natural de la actividad que están haciendo y va en la idea de lo que son, plataformas multientidades. La dependencia no es de un banco sino de la ‘big tech’, lo cual le da una posición de privilegio respecto a la gestión de los pagos con el usuario y respecto a la banca», explica David Igual, profesor de Finanzas de la UPF-BSM.

Esta incursión de las tecnológicas en los servicios financieros plantea una serie de beneficios e inconvenientes para el sector tradicional y para la sociedad en su conjunto. «Que exista competencia podría traer ventajas en términos de precio, teóricamente. También podría favorecer el ‘one-stop shopping’ (acceder a servicios financieros y comerciales con un mismo proveedor). El problema es que estas grandes tecnológicas no operan en servicios financieros con la misma amplitud que la banca. Si lo hicieran, tendrían que captar ahorro (como depósitos) y eso les sometería a una gran supervisión y regulación que ahora prefieren evitar. Otras optan por entrar en ese segmento, precisamente, con acuerdos con bancos», considera Carbó.

Por su parte, Andrés Álvarez, vicepresidente de Servicios Financieros de Capgemini España, cree que el mayor beneficio es que los usuarios «disfrutan de un acceso a los productos más rápido, barato y personalizado, con una experiencia enriquecida». También cree que la presencia de las ‘big tech’ en el negocio financiero ayudará a mejorar la percepción de la población acerca del mismo. «El 63% de los clientes españoles de banca minorista opina que la relación con su banco no es agradable ni encaja con su estilo de vida, 16 puntos porcentuales por encima de la media mundial», ahonda. En el lado negativo, entiende que aún hay camino por recorrer a la hora de definir las obligaciones que debe cumplir cada uno de los actores.

David Igual, de la UPF-BSM, menciona la asimetría regulatoria que ha provocado la directiva europea PSD2. «Los bancos están obligados a ceder los datos de los usuarios, siempre que lo autoricen, a cualquier entidad que quiera operar, mientras que esta exigencia informativa no se aplica a las ‘big tech’», detalla. Por su parte, desde la Asociación Española de Banca (AEB) manifiestan su preocupación en caso de que la actividad de estas firmas aumente o se amplíe a otras áreas, dadas sus características, «por los riesgos que puede haber para el cliente final si se produce una excesiva concentración de los servicios financieros en estos pocos agentes», así como por los derivados de su actividad, «dado que no están adecuadamente reguladas y supervisadas». «Estas empresas no están sometidas a un marco prudencial de capital, ni de resolución, ni de resiliencia operativa, como lo están las entidades bancarias», añaden desde la AEB.

En este sentido, la patronal considera que es importante repensar la regulación actual para que, por un lado, se garantice que cubre todas las nuevas actividades y tipos de proveedores y, por otro, se aplique con el mismo rigor para las entidades no bancarias en áreas clave como la protección del consumidor o la lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Se trata de garantizar, dicen, un mismo terreno de juego para todos los participantes en el mercado, «de tal forma que se fomente unas condiciones de competencia justa y se proteja al cliente final».

Los expertos coinciden, eso sí, en que los colosos de internet no tienen intención de convertirse en bancos por la carga regulatoria que tendrían que soportar. De hecho, ninguna de las firmas agrupadas bajo el acrónimo GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) cuenta con licencia bancaria, como figura en un documento del Banco de Pagos Internacionales fechado en febrero de 2021.

En EE.UU. Apple ofrece su propia tarjeta de crédito, pero está gestionada por Goldman Sachs y emitida por MasterCard. En marzo adquirió la fintech británica Credit Kudos, que utiliza el aprendizaje automático para evaluar a los solicitantes de préstamos mediante el análisis de datos bancarios. Y ha redoblado la apuesta en este ámbito con el anuncio, en su conferencia de desarrolladores de junio, del lanzamiento de Apple Pay Later, un servicio de ‘compra ahora, paga después’ en el que cuenta con apoyo de Goldman Sachs y MasterCard.

Clima de colaboración

En nuestro país, los gigantes tecnológicos no están yendo tan lejos. La única que realiza actividades de crédito –tiene licencia europea– es Amazon, en compañía de Cofidis. Los expertos ven poco probable que en el futuro ofrezcan cuentas corrientes o concedan hipotecas, aunque no lo descartan. «Todo es posible, pero tendrían que darse dos condiciones: que se sometan a la regulación bancaria y que se limite su poder de mercado, lo que, entre otras cosas, precisaría de un campo de juego equilibrado entre bancos y tecnológicas que ahora no existe, ya que la regulación es más estricta para los primeros», apunta Carbó. Pase lo que pase, tanto unos como otros han entendido que la colaboración es la mejor estrategia.

«En materia hipotecaria, por ejemplo, las ‘big tech’, gracias a los datos agregados de los clientes, tales como geolocalización, perfil financiero o riesgos, podrían construir plataformas personalizadas y ofrecer una mejor experiencia de usuario al mismo tiempo que se reduzca significativamente el ‘time to market’. De esta forma, se podrá encontrar la mejor solución vinculando la necesidad del cliente con el producto financiero», explica Andrés Álvarez.

La rivalidad de antaño ha dado paso ahora a un clima de cooperación. «Si Google quisiera vender hipotecas, le sería más sencillo hacerlo en colaboración de un gran banco que cumpla con los requerimientos, ocupándose ellos del marketing y llevándose una parte de las comisiones», defiende Javier Rivas, de EAE. Desde la AEB coinciden en que ese es el camino: «En el futuro seremos testigos de numerosas colaboraciones, lo que permite crear soluciones innovadoras con suficiente escala, apalancándose en las ventajas que cada tipo de entidad aporta: seguridad y experiencia por parte de las entidades bancarias y uso de las nuevas tecnologías y talento por parte de los nuevos participantes en el mercado, como ‘big tech’, fintech o proveedores de tecnología. Y siempre en beneficio del cliente». Una nueva era se abre paso en los servicios financieros, un jugoso pastel con el que las ‘big tech’ quieren calmar su apetito de crecimiento global

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