Von der Leyen trata de protegerse de las críticas por el pacto con Trump con la multa a Google
La presidenta de la Comisión sabe que la estabilidad de la coalición que le apoya pende de un hilo y que en cualquier momento podría producirse un episodio políticamente traumático
Bruselas
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Iniciar sesiónLos preparativos para el discurso sobre el estado de la Unión, la cita parlamentaria más importante del año en Europa, han sacado a la luz la existencia de grandes tensiones en el seno de la Comisión Europea. La presidenta, Ursula von der Leyen, sabe ... que la estabilidad de la coalición que le apoya pende de un hilo y que en cualquier momento podría producirse un episodio políticamente traumático. En medios europeos se interpreta precisamente el extraño anuncio de la última multa a Google por abuso de posición dominante como una respuesta a las críticas que se habían lanzado desde el grupo socialista contra el acuerdo con Donald Trump sobre los aranceles.
Von der Leyen ya ha superado una moción de censura esta legislatura. Aquel intento fue un mero golpe de teatro promovido por un nacionalista rumano llamado Gheorghe Piperea que no tenía ninguna posibilidad de progresar. Tampoco le podrían inquietar mucho -de momento- las dos mociones de las que se habla en la Eurocámara y que podrían presentar por separado grupos de extrema derecha o de extrema izquierda. Sin embargo, el comentario de la portavoz socialista, Iratxe García, el pasado lunes, diciendo que su grupo no pensaba aprobar el acuerdo aduanero que Von der Leyen había negociado con Trump en Escocia sonó claramente como una amenaza a tener en cuenta porque tarde o temprano el documento deberá pasar por el pleno.
Efecto devastador
Que el presidente del Consejo, el portugués Antonio Costa, y la vicepresidenta Teresa Ribera (ambos socialistas) reforzasen esas críticas contra el acuerdo al que tildaban de desequilibrado e injusto, tuvo que causar un efecto devastador en la Comisión. Desde el punto de vista puramente aritmético, la cuestión quedó más o menos resuelta cuando el grupo popular decidió apoyar una propuesta en la que estaban de acuerdo todos los grupos radicales de derecha para fiscalizar con más rigor las subvenciones a las organizaciones no gubernamentales en general. De este modo, los populares ponían sobre la mesa la existencia de una mayoría alternativa en caso de que los socialistas mantuvieran el boicot.
El viernes avanzada la tarde, la Comisión anunció por sorpresa y fuera de cualquier protocolo conocido la imposición de una nueva multa a Google por valor de 2.950 millones de euros (unos 3.457 millones de dólares) por abusos en el mercado de la publicidad online. Teóricamente, este tipo de decisiones deberían haber sido anunciadas por Teresa Ribera, que ostenta la cartera de competencia, pero según indican fuentes bien informadas, la presidenta habría vetado la comparecencia de la socialista española, en teoría para evitar que este golpe sobre la mesa -que ha logrado enfurecer a Trump- no se lo apuntase la española.
Fue completamente inusual que una decisión de este calibre se hubiera anunciado con un simple comunicado y sin una figura política que la respalde. No podía ser tampoco el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, que es el que ha estado negociando con Estados Unidos y que tiene una reputación de hombre conciliador y poco amante de generar tensiones. De hecho se supone que ha sido él quien ha retrasado este anuncio precisamente para que no interfiriese con el pulso sobre los aranceles.
Se da la circunstancia de que la misma mañana del viernes, en la sala de prensa de la Comisión, la portavoz principal de Von der Leyen, Paula Pinho, había descalificado públicamente a Ribera por haber calificado de «genocidio» lo que está sucediendo en Gaza. «No le corresponde a la Comisión la calificación jurídica de la situación» y lo que había dicho la vicepresidenta «no responde a ningún acuerdo adoptado por el Colegio de comisarios». Es fácil deducir que en estos momentos dentro de la Comisión «vuelan los cuchillos» y que Von der Leyen necesita un golpe de autoridad y un respaldo claro de la Eurocámara para afrontar el complejo calendario político.
Al final, los socialistas han reconocido que si se presentase una nueva moción de censura «no sería bueno, pero decidiremos nuestra posición si se presenta». ¿Quiere decir que los socialistas europeos están decididos a acabar con el pacto histórico con los populares para fragmentar la política europea como ha sucedido en España? El miércoles en el discurso de Von der Leyen debería quedar claro.
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