Vinos de 'ida y vuelta' o 'mareados' tras navegar por el mundo en bota

Dos botas de ese vino icónico de Jerez emprendieron una singladura que finalizó cuando el buque arribó a Cádiz en la conmemoración del 500 aniversario de la primera circunvalación realizada por la expedición Magallanes-Elcano, que en su día también estuvo bien provista de vino en sus bodegas, precisamente de Jerez. De esta manera, González Byass ha recuperado, gracias a La Armada, la tradición bodeguera de enviar vinos en barco y a vela, para propiciar su vaivén y en diciembre lanzó ese vino 'de ida y vuelta' ya embotellado y con una mayor riqueza de aromas y matices.

Esta evolución del vino se ha producido en el escenario que la mar le ha propiciado y que provocó que en el pasado fuera común enviar botas en las largas travesías para que factores como la temperatura, la presión y, sobre todo, el vaivén continuo de las olas del mar, influyeran en la crianza del vino, mejorando notablemente su organolepsia. Antaño, estas condiciones provocaron que el valor de los vinos, conocidos como vinos 'mareados', llegara a multiplicarse por cinco.

Antonio Flores, enólogo y master blender, recuerda cómo esta bodega, que nació internacionalizada en 1835 y que exporta desde entonces a más de cien países, encontró esta técnica de forma casual. «En una ocasión que el barco regresó con las barricas a Cádiz porque no le habían pagado el pedido, se percataron de que el vino que regresaba era totalmente diferente al que había partido, gracias a su excepcional evolución», explica.

Tío Pepe Estrella de los Mares pertenece a la vendimia de 2016, procedente de los pagos Macharnudo y Carrascal, y a tenor de los enólogos «es puro elixir». Solo existen 600 botellas de este Jerez cuya finura, así como su método de crianza, bajo 'velo de flor', han hecho de este vino aventurero todo un reto enológico. Un desafío que la naturaleza, la mar y La Armada española han contribuido a superar, dado que en el interior de las botas se ha producido una «crianza sumergida», que le ha aportado unos matices únicos, gracias a las condiciones de navegación y la ubicación en la bodega del barco, prácticamente al nivel del mar y con una temperatura más o menos uniforme durante toda la travesía, han hecho que la levadura, que es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura, haya sufrido menos. Las dos medias botas han contado un vacío de 10 litros cada una, lo que ha permitido que los vaivenes del barco hundan la flor, provocando una mayor superficie de contacto y un metabolismo más intenso debido al oxígeno disuelto en el vino.

Otros vinos de ida y vuelta son el 'XC Palo Cortado', que recorrió en 2018 el Atlántico y el Pacífico en el buque insignia de La Armada. Dos años más tarde, en 2020, 'Viña AB Estrella de los Mares', un amontillado, dio la vuelta al mundo durante 93º crucero de Elcano. Con esta trilogía de vinos 'mareados', González Byass hace historia y ofrece al amante del Jerez también viajar a través del tiempo y acercarse a las hazañas de aquellos marinos.