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El viaje de claroscuros hacia la madurez del 'motosharing'

El sector, que suma sonados pinchazos y proyectos consolidados, teme el impacto de las nuevas exigencias de la DGT y pide mayor colaboración público-privada

El negocio del 'carsharing' acelera y enfila la ruta de la rentabilidad

Una usuaria circula por el centro de Madrid gracias al 'motosharing' de Cabify tania sieira
Laura Montero Carretero

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La forma de desplazarnos por las ciudades ha cambiado y la querencia a tener un vehículo a nuestro nombre ha perdido fuelle en un mercado plagado de alternativas a la propiedad. Una de las fórmulas que lleva tiempo rodando en las metrópolis españolas es el ' ... motosharing', el alquiler por periodos cortos de tiempo de motos que se reservan desde una app. Es este un sector de luces y sombras, en el que hay operadores que han logrado sobrevivir, pero en el que muchos otros se han quedado por el camino. El último, Seat, que en febrero anunció el cese de su servicio de motos compartidas tras tres años y medio en funcionamiento debido a los elevados costes operativos y la falta de rentabilidad. A las dificultades financieras asociadas al negocio en sí se suma la intención de la DGT de exigir a los nuevos conductores con carnet B un curso para llevar motocicletas de 125 centímetros cúbicos (hasta ahora bastaba con tres años de experiencia), lo que supone un golpe directo a la línea de flotación de algunas de estas empresas llamadas a jugar un papel clave en la movilidad urbana.

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