La UE negocia con China en pleno pulso de Trump con Pekín
Von der Leyen multiplica los contactos con los países que rechazan la política de aranceles de Estados Unidos
Washington aclara que el arancel a los productos chinos serán del 145% y no del 125% como se pensaba en principio
La guerra comercial declarada por Donald Trump contra China es total desde el miércoles e incluso más agravada de lo que se creía. La Casa Blanca aclaró que los aranceles que gravarán las exportaciones chinas a Estados Unidos no serán del 125%, como se ... pensaba en principio, sino del 145% porque hay que sumar las cargas del 20% a las que ya estaban sujetas antes.
En contraste, la Unión Europea no solo ha emprendido una campaña de combate indirecto contra los aranceles, como demuestra que ayer mismo empezara a negociar un tratado de libre comercio con Emiratos Árabes Unidos, sino que va más allá y ha empezado a negociar con Pekín un mecanismo para eliminar los aranceles que la UE había impuesto a los coches chinos a cambio de pactar un precio mínimo de los vehículos con el que ajustar la competencia a los fabricantes europeos.
La situación es tan voluble y cambiante que las comparecencias de los portavoces europeos se han plagado de latiguillos para justificar su desconocimiento de la respuesta a la mayoría de las preguntas de los periodistas. Lo único que está claro es que la Comisión Europea decidió el jueves por la mañana suspender por un periodo de 90 días la entrada en vigor de su primera tanda de represalias por los aranceles que EE.UU. ya impone al acero y al aluminio europeos con el objetivo de «dar una oportunidad a la negociación», una construcción que se ha convertido en el lema de la política europea.
Después de esta suspensión, el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, mantuvo el jueves una conversación con su homólogo estadounidense, el secretario de Comercio Howard Lutnick, aunque no han trascendido detalles de su contenido. Sefcovic dejó escrito en 'X' que esta conversación debía dar paso «a negociaciones significativas» y que «la comunicación constante y las actualizaciones diarias permiten seguir adelante».
Guerra abierta al 'made in China'
Por parte norteamericana y a pesar de la ceremonia de caos y confusión que ha rodeado su ofensiva arancelaria, es evidente que la política de confrontación con China sigue siendo la única dirección política, aunque desde la Casa Blanca se hace referencia a «decenas» de acuerdos comerciales con distintos países, que no se terminan de concretar.
La precisión difundida el jueves desde Washington sobre el alcance real de los aranceles impuestos a los productos chinos se explica porque en medio de tanta vorágine de medidas de retorsión se habían olvidado de que Trump ya había impuesto tarifas de un 20% al comienzo de este mandato como castigo al supuesto papel de China en la entrada de fentanilo -el peligroso opiáceo que ha provocado una epidemia de adicción y sobredosis en EE.UU.-, cuyos ingredientes tienen origen en buena parte en el país asiático.
En un principio, las exportaciones chinas iban a estar sujetas a un arancel del 34%, que se sumaría al 20% existente. Pekín respondió con la misma moneda, y Trump atizó con otro 50% más, para sumar una carga total del 84%. Otra respuesta del Gobierno de Xi Jinping, que elevó su arancel a las exportaciones estadounidenses hasta ese mismo 84%, motivó otra respuesta airada del presidente de EE.UU.: a la vez que aprobaba una moratoria de los aranceles para todos los países -se quedará en un 10%- volvía a disparar contra China y los elevaba a un 125%.
Ayer miércoles, entre versiones contradictorias, comunicados en redes sociales, declaraciones públicas de altos cargos que después Trump embarraba con sus propias explicaciones, la Casa Blanca explicó que los «aranceles totales» para China serían del 125%, para luego aclarar que no, que serán todavía más altos, del 145%.
La explicación agrava todavía más la guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas globales, lo que está teniendo un impacto claro en los mercados. Frente a las subidas históricas del miércoles en la bolsa, en respuesta a la moratoria aprobada por Trump, este jueves los indicadores del parqué de Nueva York volvieron a hundirse con caídas de entre el 3% y el 4%.
Bruselas, en modo negociación
En contraste con este frenesí impositivo, la presidenta Von der Leyen anunciaba que había decidido suspender durante tres meses -el mismo plazo que invocó Trump el miércoles- el paquete de aranceles sobre una larga lista de productos norteamericanos «para dar una oportunidad a la negociación».
Y en este campo precisamente los comunicados de la Comisión Europea daban cuenta ayer con todo detalle de las conversaciones telefónicas de la presidenta con los primeros ministros de Canadá o Nueva Zelanda, además del de Emiratos, siempre para hablar de liberalización del comercio.
Sin embargo, los portavoces de la Comisión han resumido la situación diciendo que se trata de «pulsar el botón de pausa» pero al mismo tiempo mantenían que en Europa «estamos preparados para cualquier posibilidad y todas las opciones están abiertas». Eso supone que por un lado ha dejado este «margen para la negociación» después de que el presidente Donald Trump anunciara el miércoles una tregua parcial con el aplazamiento por el mismo periodo de los recargos indiscriminados del 20% a todas las importaciones extranjeras, pero al mismo tiempo «seguimos preparando» el segundo paquete de aranceles que ya se había decidido imponer en caso de que Trump reactive los suyos.
Sin embargo, el paso más arriesgado por parte de Bruselas ha sido este gesto hacia Pekín sobre los coches eléctricos. Sefcovic ha hablado también con el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, y después Pekín publicó un comunicado diciendo que las negociaciones para eliminar los aranceles sobre sus coches eléctricos estaban programadas para comenzar «de inmediato».
Según Sefcovic, cualquier precio mínimo que se acuerde debería ser tan efectivo y aplicable como los aranceles de la UE, que son del 17% para los vehículos fabricados por BYD, del 18,8% para Geely; y del 35,3% para SAIC. Si funciona, la política europea puede dejar en una situación muy incómoda a la Administración Trump, aislada en su pulso contra China, mientras sus principales socios se ponen de acuerdo para evitar los inconvenientes de sus aranceles.
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