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Terapia tecnológica para la salud mental de los adolescentes

La digitalización y la innovación han abierto nuevas posibilidades de mejora en unos tratamientos cada vez más personalizados

El sector de la salud comienza a materializar todo el potencial de la realidad virtual

CLAUDIA VILLENA

Madrid

La pandemia pasó factura a la salud mental de la población. Un impacto que no acaba de amortiguarse: en 2022 se produjeron 4.097 suicidios en España, 345 de menores de 30 años, según datos del INE. Un estudio de la fundación Anar detecta un incremento en las cifras de suicidio del 220%, desde 2019 a 2022. Los más jóvenes, en especial los adolescentes, inmersos en un convulso periodo de transformación vital, no fueron precisamente ajenos a la angustia del confinamiento por la emergencia sanitaria. Una situación que ha puesto en alerta a los profesionales de la salud mental, que encuentran en la tecnología y en las soluciones innovadoras de las startups un aliado para obtener más y mejor información con la que detectar conductas de riesgos de los pacientes y articular novedosas respuestas para sus necesidades, acercándose al territorio de los tratamientos personalizados.

Una de estas propuestas la tiene la empresa Eática que realiza tratamientos para el trastorno de la conducta alimentaria (TCA) que, a través de la tecnología y la realidad virtual, complementa la ayuda al paciente. Sobre el tema, Montse Povedano, fundadora y CEO de la empresa, explica que han apostado por dos herramientas digitales. Una de ellas es Eyme, que surge como una 'spin off' de la Universidad de Barcelona. «Ayuda al profesional y a la autoexploración del paciente, esto le permite construir un mapa de su propia identidad sobre el que puede caminar y moverse gracias a la realidad virtual (RV). Esto ayuda a vencer las dificultades al cambio y facilita el éxito terapéutico», sostiene Povedano.

La tecnología está adaptada para abordar los TCA, una situación en la que el paciente está muy identificado con problemas de personalidad, depresión, o algún trauma. «Realizamos una entrevista autoaplicada y automatizada, en la que las respuestas se corrigen automáticamente a través del análisis de datos con estadística multivariable. Los resultados se concretan en un informe automatizado y en un mapa especial en 3D; un plano mental del paciente por el que puede desplazarse gracias a la RV», explica Povedano.

Esta firma también ha creado Eática Community, «una comunidad digital que pone en relación a pacientes, familiares y equipo clínico y a la que se puede acceder desde cualquier teléfono móvil». De esta manera, el paciente puede seguir un tratamiento desde su casa a través de una videoconsulta y complementarlo con material terapéutico que facilita el seguimiento de la terapia y la adherencia al tratamiento, lo que permite mantener un vínculo estable entre el paciente y los agentes implicados.

«Queremos implementar una solución para el seguimiento y el cuidado de los pacientes en los trastornos más prevalentes y ahora estamos aplicando una solución en los trastornos de la conducta alimentaria en los jóvenes», sostiene Antonio Artés, uno de los fundadores de Evidence-based behavior (eB2), una plataforma que utiliza inteligencia artificial y tecnologías móviles para la atención y cuidado de las personas con problemas de salud mental y bienestar emocional. Ana Hernando, otra de las fundadoras de esta 'spin off' de la Universidad Carlos III, precisa que eB2 es un portal donde el profesional sanitario encuentra toda la información que recoge de los pacientes y de todos esos indicadores que obtienen por medio de la inteligencia artificial. Se trata de establecer un canal de comunicación entre el terapeuta, familiar y el paciente. «La app está certificada como un dispositivo médico y su tecnología permite predecir cuándo habrá recaídas. Recopilamos datos de la actividad física y del uso del móvil para obtener indicadores para el seguimiento del paciente», afirma Artés.

La startup Aimentia desarrolla una plataforma con inteligencia artificial (IA) que permite identificar a personas que padezcan algún problema de salud mental. Edgar Jorba, CEO de la empresa, comenta que empezaron mucho antes de la pandemia con la finalidad de reducir el error diagnóstico, brindarle mayor información al profesional y acompañar al paciente para reducir el abandono de la terapia. «Las herramientas digitales permiten que los profesionales sean mucho más reactivos y puedan entender qué está sucediendo en el contexto de sus pacientes y poder brindar atención de forma personalizada», resalta. La startup trabaja con escuelas, profesionales de la salud y hospitales. «La tecnología nos permite identificar en población sana perfiles de riesgo que puedan tener un indicio de perfil de riesgo o vulnerable», explica. El CEO de Aimentia expone que a través de la plataforma se tiene un control específico de lo que sucede para que los pacientes puedan lidiar con una determinada patología. «Al final es un híbrido, ya que es fundamental la parte presencial», explica Jorba, que resalta la ayuda que se brinda al profesional para identificar la evolución del paciente.

Este factor de seguimiento que brinda la tecnología es esencial. Como explica Ana Hernando, el médico no dispone de toda la información de manera objetiva porque el paciente visita al doctor cada dos o tres meses. «En estos casos, la información que se obtiene del paciente o es difusa o es una información poco objetiva», declara. «Un psiquiatra o psicólogo puede detectar, a través de un programa de control de suicidio, qué pacientes están en mayor riesgo», declara Artés. Para el fundador de eB2, la apuesta es que el paciente reciba una atención personalizada en función de la información que se recoge.

Complemento digital

La empresa Psicotips aplica su trabajo para ayudar a los jóvenes en el manejo de habilidades, manejo de emociones y procesos de motivación basado en ciencia. Al respecto, Ian Camacho, CEO y fundador de la startup, comenta que la iniciativa surge del interés de adaptar habilidades como la comunicación y la gestión de emociones con una propuesta que despierte el interés de los jóvenes. Por ello, han desarrollado proyectos tecnológicos para la vida estudiantil —en conjunto con la Universidad del Rosario de Colombia— que permitan dar, inicialmente, orientación vocacional a los adolescentes a través de videojuegos para simplificar el proceso y despertar el interés de los mismos. «Además, generamos contenido multimedia para permitir que accedan al mundo de la psicología», añade. A través de una plataforma social, Power, buscan también «fortalecer el compromiso que tiene una persona para hacer una actividad». Con ello, y en coordinación con la Universidad del Rosario, que tiene un departamento de bienestar, buscan «un enfoque de autocuidado, mediante redes de apoyo y herramientas de autoconocimiento», expone Camacho, que además apuesta por el fortalecimiento de las habilidades blandas.

Los jóvenes son especialmente permeables a este tipo de soluciones tecnológicas. «Los adolescentes tienen el 'chip' de la tecnología incorporado, es algo que le genera interés y por eso les resulta más fácil acostumbrarse al uso de estas herramientas, y se acortan los periodos de entrenamiento», explica Abel Domínguez, psicólogo infanto-juvenil y director de Domínguez Psicólogos. El especialista sostiene que mediante las tecnologías es posible impactar en estímulos difícilmente controlables en la vida real. Además, destaca el valor de los datos recabados. «Se registran en cada uso y a partir de ellos, los informáticos pueden fácilmente sacar bases estadísticas», afirma.

Entrenando las emociones

La salud mental debe trabajarse de la infancia. Sobre esa idea surgió Neuromindset, una 'spinoff' de la Universidad de Granada que nació del Laboratorio de Neurociencias Cognitivas del Desarrollo y apunta a fortalecer las habilidades y la atención de los niños. «Todo lo que implica tomar decisiones, controlar los pensamientos, emociones, gestionar conflictos con otras personas requiere ciertas habilidades que están precisamente relacionadas con la salud mental», explica Lina Cómbita, cofundadora de la empresa. La especialista señala que la herramienta es una plataforma digital que permite estimular a los niños a trabajar esas habilidades cognitivas. Los docentes trabajando con un programa de entrenamiento ya estructurado. Cómbita señala que el plan se adapta a diferentes etapas del desarrollo y se dirige a niños de 3,4 y 5 años. «La IA permite detectar los perfiles cognitivos de los niños e identifica las áreas con mayor potencial», explica.

La doctora Carmen Moreno, psiquiatra infantojuvenil del Instituto de Salud Metal del Hospital Gregorio Marañón, sostiene que la pandemia ha permitido implementar modelos de asistencia que se llevan pensando tiempo, «desde plataformas para interactuar con el paciente, hasta sistemas de evaluaciones en remoto para ayudar en el diagnóstico», subraya. Según esta experta, la tecnología puede facilitar los diagnósticos, hacer tratamientos o permitir el seguimiento de los pacientes o determinar situaciones de riesgo. «Surgen diferentes iniciativas que están en un grado de desarrollo bastante dispar; es decir, no todas están suficientemente probadas. Por eso es importante empezar a evaluar las tecnologías aplicadas», afirma. La experta menciona que en el National Institute for Health and Care Excellence (NICE), una referencia internacional, ya existe la opción de tratar la depresión mediante terapia conductual digital.

La experta enfatiza la importancia de una regulación que se aplique a esta actividad y defiende que siempre tiene que haber un clínico que esté validando los resultados. «Hablo de la perspectiva de un sistema de salud organizado en la que el clínico, psiquiatra, psicólogo que está haciendo el seguimiento pueda disponer de una historia clínica completa del paciente», expone Moreno. «La regulación permite pedir a estos dispositivos que demuestren su eficacia en el tratamiento», concluye, pero también reitera que la tecnología será un complemento importante para el tema de la salud mental.

La digitalización como un escenario cercano para los jóvenes podría permitir un acercamiento objetivo a información para perfeccionar el vínculo entre el terapeuta y el paciente, conseguir diagnósticos más completos y evitar a tiempo situaciones de riesgo.

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