Las subidas del IVA explican la cuarta parte de la inflación

Los expertos ya venían avisando del efecto de la retirada de las medidas tributarias sobre la inflación en nuestro país, que ya encadena cinco meses por encima de la media de la eurozona; en febrero el IPC armonizado de la zona euro fue del 2,4%, y el de España, del 2,9%.

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Susana Alcelay

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El precio de electricidad es el elemento que más ha pesado de todo el paquete, después de que en enero se reinstaurara un IVA fijo del 21% sobre las facturas que pagan los hogares. Aunque, hay que apuntar que durante todo el año pasado ya se venía aplicando una regla flexible en virtud de la cual podía instaurarse el impuesto completo si el precio bajaba por debajo de los 45 euros/MWh. Antes de esto, desde junio de 2021 se había aplicado un IVA del 10%, a excepción del período julio 2022-diciembre 2023, cuando el gravamen estuvo en el 5% como medida excepcional para combatir una crisis energética que no daba tregua.

Pues bien, el pasado mes de enero regresó la tributación normal, extremo que ha situado la inflación de la factura eléctrica en febrero en el 28,1% en términos interanuales, cuando a precios constantes habría estado en el 16,9%. Si se calcula el aumento del IPC en lo que llevamos de año, el alza ha sido del 12%, mientras que sin la normalización tributaria habría sido del 2,2%. Esto explica el fuerte incremento de los precios energéticos (9%), aunque el gas natural también tiró al alza, y lo hizo igualmente por el IVA, por cierto. En febrero de 2025 el IPC del gas natural se situó en el 7,1% en términos interanuales, después de que en abril de 2024 el gravamen de este recurso pasara del 10% al 21%. De no haberse producido esta modificación, en el segundo mes de 2025 el gas se habría abaratado un 2,7%.

En lo que refiere a la cesta de la compra, la recuperación de la tributación normal ha sido igualmente disruptiva. El pasado mes de septiembre los alimentos de primera necesidad que disfrutaban de un tipo del 0% pasaron a tributar por el 2%, y en el caso de la pasta y el aceite de girasol, escalaron del 5% al 7,5%. Así hasta el pasado uno de enero, cuando la cesta básica recuperó un IVA del 4%, y la pasta y el aceite de girasol, del 10%.

Pues bien, tras esto, en los dos primeros meses del año el IPC del grupo 'alimentos' (según lo mide el INE) acumuló un alza del 0,9%. De haberse mantenido las exenciones tributarias, en cambio, el acelerón habría sido apenas del 0,4%. El arroz, por ejemplo, se ha encarecido un 1,8% en lo que va de año, mientras que con el IVA anterior se habría abaratado un 0,1%. La lista sigue con la harina (1,3% de alza vs 0,6% de abaratamiento manteniendo el IVA), el pan (1,5% vs 0%), la pasta (0,3% vs -1,2%), la leche (2,3% vs 0,4%), los huevos (1,3% vs -0,6%), las patatas (1,6% vs 0,08%) o el queso (2,1% vs 0,3%).

Un caso notable es el de los yogures, que han tomado la senda contraria y en lo que llevamos de año se han abaratado un 3,8% después de que, en diciembre de 2024, Junts y el PP le hicieran una pinza al paquete fiscal del Gobierno para sacar adelante una rebaja impositiva para este producto (pasó del 10% al 4%). Al Fisco la reforma le costará 185 millones de euros -por eso el ministerio que dirige María Jesús Montero quiso bloquearla-, pero a los españoles les ha salvado de un repunte inflacionario del 1,5%, que es lo que se habrían encarecido los yogures de haberse mantenido en el mismo tipo impositivo, según el INE.