La startup que siembra la semilla tecnológica de la agricultura hiperlocal

Para poner remedio a esta situación, Isifarmer está construyendo una red global de agricultores urbanos, «más cercanos a nuestras comunidades y más comprometidos con nuestro medio ambiente», explica Ángel Leo-Revilla. Una red donde «juntos, agricultores urbanos y nosotros, cultivamos una amplia gama de productos saludables de alta calidad, durante todo el año», añade. La startup ofrece a la sociedad un novedoso concepto de espacios de 'cofarming' en los que aquellas personas o entidades, públicas y privadas, que quieran desarrollar su negocio en el ámbito de la agricultura vertical urbana, encuentran toda la tecnología, el conocimiento y los servicios para hacerlo en las condiciones más favorables.

Los espacios están basados en un sistema hidropónico de agricultura vertical urbana, altamente automatizado, para el desarrollo de cultivos vegetales. «Ayudamos a empoderar a las ciudades y a los agricultores urbanos para que puedan ofrecer a su ciudadanía unos productos saludables de manera hiperlocal, con un modelo que incrementa la garantía, la soberanía y la seguridad alimentaria», resalta el cofundador. El proyecto permite igualmente reducir el desperdicio alimentario, «es altamente eficiente en el uso del agua y evita la pérdida de tierra fértil y es una alternativa atractiva para la juventud ante la falta de relevo generacional en la agricultura europea», puntualiza.

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A partir del mes de septiembre Isifarmer va a acoger a las primeras seis personas que recibirán formación. «Van a conocer todos los aspectos de lo que es el concepto de agricultura vertical», explica Leo-Revilla. «No buscamos franquiciados, pero sí que en un futuro tengan su propio espacio», añade. La idea es poder ayudar a estos nuevos agricultores urbanos a arrancar y a crecer. «Queremos que tengan su plan de negocio y darles una solución financiera para que con un 'leasing' puedan pagar sus necesidades tecnológicas», cuenta el cofundador.

Los responsables de la startup ya han identificado a potenciales agricultores urbanos. Por ejemplo, alguien que trabaje en un restaurante y quiera cultivar sus propias hierbas, sobre todo si son difíciles de encontrar en España. Además, puede venderlas a otros establecimientos. O las fruterías de barrio, «que se caracterizan por su calidad, y pueden dedicar unas pocas horas a la semana a trabajar su propio cultivo y lograr así diferenciarse de la competencia». Desde Isifarmer están trabajando igualmente con el Ayuntamiento de Madrid y de Málaga para encontrar un modelo de promoción de empleo, «desarrollando proyectos que permitan integrar distintos colectivos como pueden ser personas con discapacidad o con riesgo de exclusión social», avanza Leo-Revilla.

En el distrito de Tetuán (Madrid) ya tiene un espacio en el que han empezado a cultivar 'microgreens' y están buscando otro en Málaga. La idea es que a mediados de 2024 puedan escalar el negocio e ir a otras ciudades de España. Muy comprometidos con los ODS de la Agenda 2030 y con la idea de dar respuestas al Green Deal europeo, Isifarmer busca tener un impacto social positivo. «Se trata de sentar esa base para que los entornos urbanos sean menos dependientes del suministro de algunos productos. Somos complementarios a lo que ya existen, uno de los elementos más de la solución que permite un menor uso de agua. Además, reducimos el desperdicio alimenticio».