El 'sprint' innovador del textil deportivo español para competir contra gigantes

Apostando por la especialización, la sostenibilidad y los 'tejidos inteligentes', nuestras firmas buscan su lugar en un sector cada vez más cercano a la moda

La industria textil española hilvana con puntadas de tecnología el modelo de su rediseño sostenible

Equipamiento técnico deportivo de la marca vasca Ternua, una de las referencias españolas en textiles para deportes de montaña y en la naturaleza

Hay camisetas con sensores que monitorizan el ritmo cardiaco cuando corremos y otras constantes vitales. Calcetines que envían alertas al móvil con datos sobre los pasos y kilómetros andados. Leggins que estimulan la circulación sanguínea mejorando la oxigenación de los músculos durante la práctica de ... cualquier deporte. Zapatillas para 'mountain bike' ligeras y más resistentes y duraderas gracias a la incorporación de grafeno, un material 200 veces más fuerte que el acero. Chaquetas y pantalones técnicos realizados a partir de redes de pesca y botellas de plástico recicladas que nos protegen de las inclemencias meteorológicas en ascensiones a montañas. Ropa de yoga confeccionada en seacel, material biodegradable que se fabrica a partir de algas marinas. Prendas que neutralizan el olor durante la sudoración con productos naturales como la menta.

La innovación y la sostenibilidad pisan fuerte en el mercado global de la ropa deportiva, que no deja de crecer y así seguirá haciéndolo en años venideros. Las previsiones de diversas consultoras estiman que aumentará a un ritmo anual de entre el 7% y 12% hasta 2025. Una industria que se ha visto favorecida por el afán de los consumidores en lograr una forma de vida más saludable tras la pandemia y por un nuevo estilo de moda, el 'athleisure', es decir prendas cómodas e informales para el día a día.

Nichos de mercado

Y aunque este gigante mercado esté liderado por grandes firmas internacionales como Nike y Adidas, hay nichos en los que startup disruptivas y empresas con fuerte componente innovador y en sostenibilidad se hacen hueco. «El mercado del deporte es un sector muy específico porque hay una gran diversidad de actividades, por tanto hay muchas oportunidades para que grandes marcas y las empresas más disruptoras tengan cabida en esos nichos», afirma Jordi Blasco, miembro de la junta Alumni de ISEM Fashion Business School (Universidad de Navarra) y CEO de T2T.

Eso sí la apuesta tiene que ir en dos frentes. Por un lado, prendas deportivas con propiedades mejoradas, por ejemplo con protección UV, o que controlen la humedad y la temperatura, o con sensores para medir parámetros como la respiración o el ritmo cardiaco, o que aumenten el rendimiento o eviten lesiones e incluso las hay que reaccionan ante estímulos externos cambiando de color. «Los tejidos inteligentes o e-textiles están en plena expansión. En 2015 este mercado facturó a nivel global 943 millones de dólares. Y se estima que alcanzó los 5.369 millones en 2022», indica Blasco.

El otro frente es apostar por la sostenibilidad en toda la dimensión del concepto. «No solo se trata de utilizar materiales reciclados. También se trata de producir mejor, generar el menor impacto medioambiental y social posible, mejorando la calidad del producto para que tenga mayor durabilidad y una segunda vida. Esto potenciará otros canales como el alquiler de equipamiento, la reparación de prendas, la reutilización y el reciclado para que el producto vuelva a entrar en la cadena de valor», detalla Blasco. Una tendencia que recoge la Estrategia de la UE sobre los Productos Textiles Sostenibles y Circulares.

Una veterana

En esa senda camina desde su fundación en 1994 la marca vasca Ternua, una firma veterana en el universo 'outdoor'. Está presente en una veintena de países y desarrolla prendas técnicas para los exigentes requerimientos que demandan los deportes de montaña y en la naturaleza. Con su ropa se equipan expediciones a ochomiles, alpinistas, escaladores, profesionales de carreras por montaña, esquiadores, familias aficionadas al senderismo... Y hasta cuenta con una colección más casual para uso urbano y un estilo de vida activo. «Tenemos que desarrollar un producto muy funcional que respondan a la necesidad que requiere la actividad a la que va dirigido», explica Edu Uribesalgo, cofundador y director de Innovación y Sostenibilidad de la compañía.

Desde sus inicios Ternua marcó un elemento diferenciador en su ADN: la sostenibilidad y el cuidado por el medio ambiente con una primera colección de forros polares realizados con poliéster reciclado a partir de botellas de plástico. Desde entonces no ha dejado de innovar, «siempre con el compromiso de minimizar el impacto de nuestra actividad en el planeta. Nuestras prendas tienen que cumplir uno de estos cuatro criterios: estar fabricadas en algodón orgánico, o con materiales 100% reciclables, o con tejidos renovables biodegradables (como lana o Tencel, que proviene de la madera..) o con materias certificadas que garanticen que los tejidos no son dañinos ni para el consumidor ni para el medio ambiente», afirma Uribesalgo.

Foto superior: relleno de lana de la oveja latxa para una chaqueta de Ternua (en la imagen de arriba izquierda). Derecha, camiseta tintada a partir de cáscaras de nueces

Ya en 2008, Ternua comenzó a utilizar algodón orgánico, «libre de pesticidas y herbicidas y con menor consumo de agua para su cultivo», aclara Uribesalgo. En 2013 fue pionera a nivel mundial al introducir en el mercado sus chaquetas de plumas recicladas. «Las obtenemos de antiguas chaquetas o edredones, la esterilizamos y conseguimos la misma calidad que la pluma virgen. Incluso la utilizamos en el equipamiento de nuestros alpinistas que suben a 8.000 metros», indica Uribesalgo. Desde 2018 esta firma ha eliminado de sus prendas los perfluorocarbonos (PFCs), un compuesto sintético cuyas propiedades permiten confeccionar materiales impermeables, antiadherentes e ignífugos, pero que es tóxico para el ser humano y contaminante para el medio ambiente.

Reciclaje de residuos

Para evitar el mal olor de la sudoración Ternua utiliza sal de plata reciclada, obtenida de antiguos carretes de fotografías y de radiografías. En los hilos también ha incrustado granos de café para neutralizar los malos olores. A partir de residuos agrícolas, como cáscaras de nueces, remolachas o aceitunas, elabora tintes naturales. Convierte las redes de pesca en desuso, recuperadas de los puertos vascos, y los plásticos arrojados al mar en un hilo altamente resistente, con el que fabrica el tejido para posteriormente confeccionar sus prendas. Con los desechos de tela de las lavanderías ha desarrollado un hilo con un 50% de algodón reciclado y un 50% de algodón orgánico para elaborar sus sudaderas y camisetas. Ha conseguido hasta revitalizar una especie autóctona del País vasco, la oveja latxa, en declive y sin utilidad, empleando su lana como aislante térmico en el interior de sus chaquetas técnicas. «Su poder calorífico es muy alto», detalla Uribesalgo.

Ahora Ternua trabaja en dar circularidad a sus productos. «Queremos conseguir prendas que no generen residuos. Si fabricamos tejidos monomateriales, al final de su vida útil serán totalmente reciclables», añade Uribesalgo.

Tejidos inteligentes

La empresa granadina Bionox ha desarrollado la marca Ekatom. Se trata de una colección de prendas deportivas con tejidos inteligentes que parecen extraídos de una película de ciencia ficción. «Mejoran la circulación sanguínea y los niveles de oxígeno en sangre, aceleran la recuperación tras el esfuerzo, mejoran el rendimiento, y reducen el dolor y el riesgo de lesiones», asegura Fernando Rueda, CEO de Bionox, una empresa que fue creada por un grupo de deportistas (entre ellos el exfutbolista Fernando Hierro), científicos y empresarios. «Son beneficios que están avalados por estudios científicos. Desde 2014 a 2019 hemos realizado diversos ensayos clínicos con universidades e instituciones públicas y privadas», destaca Rueda.

Los tejidos inteligentes de la marca Ekatom (Bionox) favorecen la recuperación tras el esfuerzo y mejoran la circulación sanguínea y el oxígeno en sangre

Además de las deportivas, estas prendas tienen también aplicaciones médicas, por ejemplo para la diabetes y en rehabilitación. «Hay consumidores que las utilizan incluso para tener un buen descanso nocturno, para dormir», señala Rueda. Ofrecen además otras prestaciones: es ropa con capacidad de monitorizar múltiples parámetros biométricos (como el número de latidos por minuto del corazón y la temperatura) y eliminar la humedad y el sudor del cuerpo.

La tecnología de Bionox ya ha sido utilizada por la NASA desde los años sesenta para contrarrestar los efectos que la ingravidez causa en los astronautas (como la pérdida de masa muscular y densidad ósea). «La NASA expone a los astronautas, con una especie de grandes lámparas, a longitudes de onda que aceleran el proceso de recuperación y minimizan el impacto de la ingravidez», indica Rueda. Y a partir de ahí Bionox ha desarrollado su tecnología. «Los hilos de nuestro tejido -explica- contienen nanopartículas que, en contacto con el cuerpo, rebotan el calor en forma de longitud de onda beneficiosa para la salud. Estas son capaces de penetrar entre 5 y 10 centímetros en el cuerpo generando efectos como la vasodilatación que favorece la circulación y activando el metabolismo celular y la recuperación muscular».

Fibras de semillas

La firma madrileña Zymetric también ha hecho de la sostenibilidad su bandera para fabricar prendas técnicas deportivas que provienen de fibras recuperadas o recicladas. Obtienen poliéster a partir del PET de botellas de plástico. En su próxima colección van a incorporar también poliamida a partir de residuos textiles preconsumo, es decir de retales o bovinas que no ha usado la propia industria textil (hiladuras, tejedurías o empresas de confección). Y para lograr mayor durabilidad de sus tejidos están investigado obtener fibras del reciclaje de neumáticos. Incluso trabajan en futuros diseños para conseguir telas biodegradables a partir del coco, del cáñamo, de semillas de ricino o del seacell (fibra de celulosa que contienen las algas marinas). «Tratamos de conseguir nailon biobased. Buscamos semillas que crezcan en sitios áridos, que no consuman casi agua y que no estén vinculadas a la cadena alimenticia», cuenta Alex Nevado, fundador y CEO de Zymetric.

Camiseta deportiva de la empresa madrileña Zymetric, obtenida a partir del PET de botellas de plástico.

La sostenibilidad impregna toda la cadena de valor para llevar al mercado sus productos. Por eso, «no solo utilizamos fibras recicladas, sino que también trabajamos con empresas y proveedores de Francia, Italia, España y Portugal. Con confeccionadores que cuentan con avances tecnológicos que nos permiten hacer nuestras prendas y nos garantizan el uso de energías sostenibles en la producción. Se utilizan máquinas de última generación, de termosellado y láser que consumen menos electricidad», subraya Nevado.

Zymetric dispone de camisetas, shorts, calcetines, leggins, tops... con tejidos que, entre sus prestaciones, son de secado rápido lo que permiten regular la temperatura corporal y tienen una gran elasticidad para facilitar los movimientos de los deportistas. «Buscamos la simetría y la belleza para apostar por prendas ultratécnicas, ultratranspirables y ultraligeras, que sean una segunda piel y que marquen la diferencia. Trabajamos con profesionales de élite y futuras promesas olímpicas que testan y prueban nuestras prendas», añade.

Ahorro energético

Foto superior: uno de los conjuntos deportivos de Fitplanet. Izquierda, fibra de hilo de Fitplanet obtenida de redes de pesca, y derecha, el mismo hilo convertido ya en tela

Desde que la startup catalana Fitplanet apareció en el mercado hace poco más de dos años han reciclado 250.000 botellas de plástico rescatadas del medio ambiente y 16.000 kilos de redes de pesca abandonadas para confeccionar sus colecciones de ropa deportiva. «Si comparamos uno de nuestros conjuntos con otro de materiales convencional ahorramos un 90% de agua, un 85% de recursos energéticos y un 83% de emisiones de CO2», cuenta Esterri Peña, cofundador de esta startup.

Mediante un proceso industrial las botellas son molidas, derretidas y reformuladas en pellets. Estos son derretidos de nuevo para extraer la fibra reciclada con la que se realiza la tela. «Todo lo hacemos en España y Portugal. Son prendas de secado rápido que cumplen los estándares de alta calidad en regulación térmica, control de olores y elasticidad», dice Peña. Además son productos reciclables. «Tenemos unos talleres en la web para que los consumidores conviertan un leggin en una bolsa para comprar o en un cojín para yoga o, si nos envían la prenda, la reciclamos nosotros». Cada 15 días Fitplanet organiza recogidas de residuos, en las que imparten charlas medioambientales.

Innovaciones disruptivas y sostenibles para que nuestras empresas esprinten en la carrera por fabricar la ropa deportiva del siglo XXI.

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