El sector nuclear busca mantener las centrales abiertas tras la salida de Teresa Ribera
Esperan que el nuevo ministro esté dispuesto a negociar, puesto que llega sin ataduras previas
Conseguir apoyos sociales y políticos se ha convertido en algo esencial para reforzar los argumentos técnicos
Madrid
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Iniciar sesiónEl futuro de la energía nuclear en España para producir electricidad está en el aire. En principio, según el calendario pactado entre las empresas propietarias, el Gobierno y Enresa, las centrales empezarán a cerrar a partir de 2027. Serán los dos reactores de Almaraz ... (Cáceres) los primeros en cesar su actividad. Pero algo está cambiando. La suma de diversos factores ha provocado que el sector en su conjunto perciba que alargar la vida útil de esta tecnología está más cerca que a principios de año.
Según explican fuentes de Foro Nuclear a ABC, todavía queda margen para que se revierta la situación –las centrales trabajan en un doble escenario hasta el último momento–. Además, hay cuestiones en materia de estrategia energética que no acaban de estar bien resueltas, y que solo la nuclear es capaz de solventar.
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El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) recoge el progresivo apagón de la nuclear hasta 2030. Se pasará de una potencia instalada de 7 gigavatios (GW), a poco más de 3 GW. Por su parte, la hoja de ruta del Gobierno prevé una entrada masiva de renovables, que todavía está por ver; y una explosión del almacenamiento, que genera mayores dudas. Ante esta cuestión, la gran patronal sectorial que defiende los intereses nucleares sostiene que bajo ese escenario su tecnología es esencial para garantizar la seguridad de suministro. Estiman que nadie puede generar de manera constante y con menos emisiones que ellos. En estos momentos, cuando hay ausencia de fotovoltaica o eólica debe entrar en el sistema el gas, con el importante coste que supone en la factura de la luz.
Ante este escenario, el cambio más grande será la salida de la actual ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. La también vicepresidenta del Gobierno pone rumbo a Bruselas. Su marcha genera dos cosas. La primera, tal y como ha trascendido de forma pública, es que su postura en Europa sobre la energía nuclear es distinta. Básicamente, porque muchos países, principalmente Francia y su gran influencia, estiman que esta tecnología es necesaria. Por ello, su marcada beligerancia contra la nuclear en España queda reducida a la mínima esencia en los pasillos de la Comisión Europea. Pero lo más importante será la actitud del nuevo ministro. Según explican desde Foro Nuclear a este medio, el nuevo responsable llega con la posibilidad de sentarse a escuchar. Algo que se había tornado imposible con la ministra actual.
El punto de partida era de enroque total. Sin embargo, el próximo responsable de la cartera energética llega limpio de planteamientos y, lo más importante, sin que tenga que retractarse por las acciones que tome. Además, puede verse influido por las decisiones que se desarrollen sobre la planificación de la red para los próximos años. En estos momentos, el gestor del sistema, Red Eléctrica, ya trabaja en el plan energético para el próximo lustro. En ese diseño se debe tener en cuenta cómo podría afectar la retirada de los reactores de Almaraz, y qué tecnologías puede haber de respaldo a las renovables. Todo eso con el hándicap de que eso, a gran escala, solo lo puede hacer el gas, que es una energía con muchas emisiones.
Los apoyos
En este escenario, el sector nuclear ha encontrado un apoyo inesperado, aunque lógico, por parte de uno de los grandes sindicatos. Una situación que ayuda en esa captación de apoyo social. Y es que el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, visitó el pasado martes las centrales nucleares de Ascó y Vandellós. «España no puede prescindir de la energía nuclear en la transición ecológica» y que «no hay transición ecológica sin transición social y laboral», sentenció. Del mismo modo, recordó que «Ascó y Vandellós generan el 60% de la energía eléctrica de Catalunña».
«Quiero pedirle a las trabajadoras y a los trabajadores de las centrales que, si quieren tener un sindicato que, dentro de la empresa, pero también fuera, pueda tener influencia no solo para garantizar una transición justa, sino para mantener la continuidad de las centrales nucleares, es la UGT quien aporta esta doble garantía y esta doble red, porque es lo que nosotros queremos», sostuvo Álvarez.
Este apoyo tiene mucho de simbólico, sobre todo, por el arco ideológico donde se mueve el sindicalismo, el mismo que la mayoría de posturas antinucleares. Por eso, que el líder de UGT haya sido tan tajante es un espaldarazo muy sólido. «No hay razones para que no se mantengan las centrales nucleares, sino todo lo contrario. Las energías renovables se han de continuar trabajando a fondo, pero durante un tiempo largo la energía nuclear puede ayudar y garantizar la continuidad para todos los sectores de la energía», dejó claro. Se trata del tradicional discurso del sector nuclear, pero que ahora emana del aparato sindical, lo que refuerza el sentido del argumento.
Junto a este apoyo, hay otro que es esencial aunque esperado. Se trata de la presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, que hace unos días tuvo una reunión con Pedro Sánchez y le recordó que «Extremadura es decisiva» en materia energética «para alcanzar esa autosuficiencia», pero ha considerado que «falta sentido de la realidad y sobre todo voluntad política».
En ese sentido, la presidenta extremeña defendió que la energía nuclear «es una fuente imprescindible para la sostenibilidad medioambiental y la soberanía energética de España y de Europa», por lo que «en este contexto, cerrar la central de Almaraz es un absoluto error». Este cierre supondría «sumir al norte de Extremadura en la oscuridad, en la despoblación y en la pobreza y de paso poner en riesgo la soberanía energética» de España, de ahí que Guardiola haya reclamado al presidente del Gobierno que «revoque la decisión de cierre de la central y que se pueda alargar al máximo su vida útil». Incluso, la presidenta ha invitado a Sánchez a que visite la central.
El «pero»
No obstante, esta situación tiene un condicionante muy importante: lo de menos es que el nuevo responsable energético decida negociar mantener abiertas las centrales. Para ello deben darse unas condiciones económicas adecuadas para que el negocio sea rentable. Una situación que en estos momentos no se produce por la carga impositiva que reciben las empresas propietarias que, en muchos casos, tienen cargados dos veces un tributo por la misma actividad.
Se ha llegado a esta situación, que el sector califica de «asfixia», porque era la mejor solución para que la energía nuclear cesara su actividad sin que el Gobierno se viera como responsable. Por tanto, para que este negocio tenga sentido, el Ministerio para la Transición Ecológica debería hacer algunas reformulaciones en la 'tasa Enresa' que se paga para el futuro desmantelamiento de las centrales.
Mientras, en la central de Almaraz se sigue trabajando con normalidad. En estas últimas semanas, de hecho, se está llevando a cabo una recarga de combustible, unas tareas que implican más de 1.000 empleos.
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