Ribera quiere llevar al próximo Consejo de Ministros la creación de la Comisión Nacional de la Energía
El organismo surgió tras un acuerdo de legislatura con Sumar, y se ha retrasado por la candidatura europea de la vicepresidenta
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) también ha sido uno de los grandes caballos de batalla de la ministra
El desembarco de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en la nueva Comisión Europea se ha celebrado en el seno del PSOE como una gran victoria. Sin embargo, el impulso a su candidatura ha dejado en segundo plano algunas iniciativas lanzadas ... por el propio Gobierno. El ejemplo más notable ha sido la recuperación de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), que está teniendo un regreso bastante accidentado. Aunque por fin coge velocidad.
La creación de este organismo, que ya fue independiente hasta su integración en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en 2013, llegó tras el pacto entre Sumar y PSOE en su alianza de Gobierno.
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El motivo para su recuperación era que «el proceso de transición ecológica exige disponer de un regulador y supervisor especializado, que añada a los objetivos y funciones tradicionales la descarbonización del sistema energético español».
El 20 de febrero de este año, el Consejo de Ministros dio luz verde al inicio de la tramitación legislativa. En primer lugar se abría un proceso de audiencia pública donde, además, la CNMC tenía que emitir un informe sobre la situación.
Sin embargo, tras la publicación del documento –en la pasada primavera–, el proyecto se estancó al conocerse que Ribera sería la candidata del Gobierno para aspirar a una comisaría en Bruselas. Fuentes conocedoras de la situación aclaran a ABC que la creación de la CNE se ralentizó ante la incertidumbre sobre el futuro de la también vicepresidenta.
Ahora que todo se ha aclarado, y según ha podido conocer este medio, la intención del Ejecutivo es llevar al próximo Consejo de Ministros el proyecto definitivo para la creación de la Comisión Nacional de la Energía. Posteriormente, «la CNE deberá estar plenamente constituida y operativa en un plazo máximo de cuatro meses», según constaba en el primer anteproyecto. Además, el trámite ya habría recibido el preceptivo informe del Consejo de Estado, y estaría listo para ser abordado la próxima semana, y empezar su tramitación parlamentaria muy pronto.
Necesidad de recursos
Desde el actual regulador de los mercados, que todavía incluye el sector de la energía, explicaron en el informe sobre la creación de la Comisión Nacional de la Energía que en los últimos tiempos y, en particular, en el contexto reciente de crisis de precios en el ámbito energético, la CNMC ha asumido la supervisión de funciones complejas y novedosas en materia de energía.
Ponían ejemplos como las tareas destinadas a combatir el impacto de los precios elevados de la energía en el consumidor o las relativas a la tramitación de subvenciones.
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La CNMC, argumentó en su informe, que no discute la legitimidad de los objetivos perseguidos con las tareas asignadas, así como su necesidad. Pero cree que «es imprescindible preservar la compatibilidad de estas nuevas funciones con el ejercicio independiente de las competencias propias de la autoridad, protegidas por el derecho de la Unión Europea». Para ello, y lo piden de manera clara, explicaban que «es deseable velar por que cada nueva función sea compatible con los principios generales que deben regir la actuación del organismo y con su plan de actuaciones, y que lleve aparejada una dotación de recursos humanos, financieros y materiales proporcionada».
Falta el Pniec
El otro gran asunto energético que no ha dejado resuelto Ribera es la elaboración definitiva del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec). El Ministerio para la Transición Ecológica debió remitir a Bruselas el documento definitivo el pasado 30 de junio, pero no fue así. Por este motivo, España se llevó una reprimenda de Europa.
Ahora, sobre la bocina –y con Ribera de salida–, la intención del Gobierno también es llevar este asunto al Consejo de Ministros. De esta forma, según indican fuentes políticas, la vicepresidenta quiere dejar su impronta en dos asuntos que han sido vitales durante su etapa ministerial. Todo se resolverá sin su presencia, pero con su alargada sombra.
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