Los retos pendientes para consolidar a España como el gran 'hub' europeo del hidrógeno renovable

España aspira a instalar un 10% de los 40 gigavatios de electrolizadores (los sistemas que generan hidrógeno) previstos por la UE hasta 2030 y a exportar este vector energético al resto de Europa tras el reciente acuerdo con Francia y el beneplácito de Alemania. Por ello, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha planteado una hoja de ruta similar a la comunitaria y ha concedido 100 millones de euros en ayudas a proyectos innovadores, en el marco del Perte ERHA (Energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento), parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Un contexto en el que destacan iniciativas como H2Med, el corredor que permitirá transportar hidrógeno limpio a través de la península ibérica hacia el norte de Europa.

Esta visión a medio y largo plazo ya se sustenta en el presente, con eventos como Why H2 Sustaible Industry Congress, celebrado en mayo en Alicante, o la próxima celebración (25 al 27 de junio) de Connecting Green Hydrogen Europe 2024 en Ifema Madrid, con más de 5.000 asistentes. Eventos que complementan la labor de diversos ecosistemas, como en el caso del Centro Nacional del Hidrógeno o el Valle del Hidrógeno de Castilla y León (Burgos), con empresas como Hiperbaric, pionera en desarrollar equipos industriales de altas presiones y que trabaja para convertirse en líder europeo en tecnología de compresión de hidrógeno por alta presión para la movilidad sostenible.

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La cadena de valor del hidrógeno verde supone un amplio listado de tareas a desarrollar en un convulso escenario geopolítico, como destaca Eduardo González, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España: «Tras la manifiesta vulnerabilidad de Europa por los efectos derivados de la guerra de Ucrania, el plan REPowerEU de la UE apuesta por producir otro tipo de energías más limpias, como el hidrógeno verde, del que se espera conseguir 20 millones de toneladas para 2030 -10 millones de producción interna y 10 en importaciones-». Unas elevadas expectativas, más aún en sectores «como (añade González) la industria y el transporte. Así se considera en las políticas industriales verdes de EE.UU. (Inflation Reduction Act-IRA) y Europa».

«En este sentido (continúa), la IRA ofrece desgravaciones fiscales por producción de electricidad verde de 2,6 cts./kWh o de un 30% de la inversión inicial (costes elegibles), lo que puede hacer de EE.UU. uno de los países con electricidad solar y eólica más barata entre 2025 y 2030, con una reducción del precio del hidrógeno a 3 USD/kg de H2 antes de 2030». González añade cómo la respuesta de Europa a la IRA en esta tecnología ha sido el Banco del Hidrógeno Europeo «con subastas, como la del pasado noviembre, de 800 millones de euros de subvenciones para la producción de hidrógeno renovable o la segunda prevista para finales de 2024 de 2.200 millones de euros».

En lo referente a tecnología, los centros de investigación y las universidades españolas ya llevan un tiempo trabajando en este desempeño de sostenibilidad, en el que la IA y el incremento de la eficiencia en digitalización ya están contribuyendo al 'estado del arte'. En el caso de la Universidad Pontificia Comillas, cuenta con una Cátedra de Estudios sobre el Hidrógeno (iniciativa de las áreas de Ingeniería y Economía). Rafael Cossent, su codirector, destaca cómo «la última revisión del Plan Nacional Integrado de Energía elevaba el objetivo de capacidad de electrolisis para la producción de hidrógeno renovable en 2030 desde los 4GW fijados por la hoja de ruta 2020, hasta los 11GW. El desafío es mayúsculo si tenemos en cuenta que partimos casi desde cero, con apenas unos 30MW de electrólisis operativos a inicios de 2024. Deberíamos aumentar la potencia instalada más de 300 veces en apenas 5 o 6 años».

Dicho lo cual, Cossent subraya que «gracias a sus recursos renovables, la Península Ibérica tiene la oportunidad de convertirse en un 'hub' energético en Europa, lo que requiere abordar y superar diversos desafíos tecnológicos, económicos y regulatorios». Un escenario en el que la mera disponibilidad de hidrógeno no es condición suficiente… «hay que desarrollar una demanda más allá de los sectores convencionales como el refino o la fabricación de fertilizantes. El hidrógeno podrá servir para descarbonizar otros sectores de difícil electrificación (industria pesada, transporte aéreo o marítimo, etc.), en competencia con otras vías de descarbonización también en fase de desarrollo: electrificación directa, biocombustibles sostenibles, biometano, o la captura de CO2...».

Las mejoras en la red de electrolizadores (con nuevos materiales y diseños, como las membranas de intercambio de protones o el óxido sólido), en equipamiento, en tuberías, etc. (sin olvidar la imprescindible formación de los empleados) ya forman parte del día a día de muchas empresas, además de la investigación en almacenamiento, otro desafío que ya se afronta con el recurso a la compresión de alta presión, los materiales absorbentes (hidruros metálicos) o la criogénesis. En el caso de Acciona Energía, María del Mar Becerra, gerente de Hidrógeno Internacional, apunta cómo «las alianzas público-privadas son fundamentales para avanzar en la madurez de la tecnología, impulsar la demanda, reducir costes, y desarrollar las infraestructuras necesarias para el almacenamiento, transporte y distribución del hidrógeno verde».

Becerra añade la importancia de «invertir para mejorar la madurez, eficiencia y durabilidad de los electrolizadores, así como reducir los plazos que conlleva desarrollar y construir o comprar los equipos de uso del hidrógeno verde que, a día de hoy, son muy elevados. Al ser una tecnología nueva, es necesario realizar una labor educativa y divulgativa en los entornos donde va a ser utilizada, para lograr su aceptación». Una labor desarrollada en ámbitos como el de la Cátedra Acciona Innovación Hidrógeno Verde, creada junto a la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) «para impulsar la investigación, estudio y desarrollo tecnológico de este vector clave en la transición energética».

En el caso de Redexis Renovables, Alberto Andrés, director de desarrollo de proyectos de hidrógeno, destaca «el ejemplo de Garray (Soria), donde Redexis ha construido una planta de producción de hidrógeno verde, con una capacidad de 2,5 MW (podrá alcanzar las 300 toneladas anuales de hidrógeno producido, pudiendo aplicar el mismo en usos industriales y de movilidad)». La compañía creó, además, junto con Somacyl (Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente de la Junta de castilla y León), la sociedad H2 Duero para impulsar la primera planta de producción de hidrógeno verde en la comunidad y están finalizando las obras de construcción del primer hidrogenoducto de España, en el marco del proyecto Green Hysland de la Unión Europea.

Todo suma en lo que aspira a ser un disruptivo desarrollo en los próximos años, con directrices marcadas en la Hoja de Ruta del Hidrógeno del gobierno español, con Visiones 2030 y 2050. Se aspira, de partida, a que en 2030, suponga el 25% del consumo en industria, en un entorno en el que se promocionen la producción y su aplicación en favor de la sociedad, como en el caso de la movilidad. El hidrógeno renovable deberá contribuir a la constitución de una sociedad descarbonizada, «con un mayor grado de gestionabilidad y garantizando el abastecimiento energético de calidad, sostenible y a precios competitivos».

Desde el punto de vista institucional, Arcadio Gutiérrez, director general del Club Español de la Energía-Enerclub (organiza el día 11 la jornada 'Claves de la subasta del banco europeo del hidrógeno') destaca cómo «a través de nuestros cursos y jornadas, hemos analizado las políticas europeas y nacionales del hidrógeno, regulación y normativa, su impacto en el sistema eléctrico, necesidades de inversión y desarrollo tecnológico, así como su aplicación en la industria, el transporte o la edificación».

En este contexto de proyección de futuro, Gutiérrez destaca la aprobación por parte de la UE del Paquete de Hidrógeno y Gases Descarbonizados, «una oportunidad para España, ya que aporta un marco de certidumbre y facilita la integración de los gases renovables y los hipocarbónicos en el sistema energético y propicia mercados sin barreras». Esta ocasión, apoyada en nuestros recursos naturales, «supone aprovechar producción, I+D, equipos, transporte, distribución, consumo, para cubrir toda la cadena de valor y convertir a España en líder global. Según la Agencia Internacional de la Energía, España es uno de los países europeos con más proyectos de hidrógeno, el 20%».

Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno-AeH2, añade a lo anterior la importancia de tener en cuenta dos factores: «Es imprescindible desarrollar proyectos en España que permitan hacer realidad la producción, el transporte y el uso del hidrógeno a gran escala para afrontar la curva de aprendizaje, disminuyendo los costes y aumentando la eficiencia. Por otro lado, es necesario avanzar en cuestiones regulatorias y establecer un marco legal y seguridad jurídica. Actualmente, se evidencia la necesidad de una regulación que, progresivamente, facilite la integración de la economía del hidrógeno en los diferentes sectores y permita dinamizar la demanda».

España se encuentra en un esperanzador estado de revista para rebajar la dependencia energética, como comenta José María González Moya, director general de APPA Renovables: «El hidrógeno renovable será fundamental, por sus usos energéticos y por la necesidad de la industria química de contar con este combustible. En todo caso, la apuesta debe combinarse con el biogás y el biometano, que podrían reducir a casi la mitad las necesidades de importación de gas natural en Europa». La reducción de costes se asienta, como subraya González Moya, como baza esencial de desarrollo: «La fotovoltaica experimentó en 15 años una reducción de costes del 90%, la eólica del 70%... si logramos replicarlo para el hidrógeno renovable, estaremos ante un vector energético fundamental en el futuro».