«Nos han puesto entre la espada y la pared»
Varios controladores tratan de hacer oír sus razones
ALFONSO ARMADA
Los controladores aéreos españoles se han convertido en el payaso que recibe todas las bofetadas. “Nos han puesto entre la espada y la pared”, ha dicho entre lágrimas Blanca Uriarte en el aeropuerto de Palma. “Lo de ayer nos ha puesto a todos los pelos ... como escarpias”, ha escrito en su blog Cristina Antón. “El Gobierno y AENA han desatado una salvaje campaña mediática contra nosotros”, ha asegurado en una carta “a familiares y amigos” uno de ellos. Tres controladores aéreos militarizados por un decreto del gobierno para garantizar un servicio público esencial: el transporte aéreo.
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"Jamás lo hubiéramos hecho voluntariamente, nos obligaron", declaraba a la agencia Efe en Palma de Mallorca la controladora Blanca Uriarte. Mientras rompía a llorar y trataba de pedir disculpas a los ciudadanos por lo que admitió que había sido una "barbaridad" a la que les ha empujado el Gobierno, Uriarte ha relatado la situación de tensión que se vivió dentro de la torre y del centro de control de Palma. Uriarte ha asegurado que el estado emocional en el que están desde ayer los controladores no es seguro para poder ejercer sus funciones con garantías y que por eso ninguno quiso asumir la responsabilidad de trabajar en condiciones de "ansiedad" que les ha causado el decreto del Gobierno. "Pero ha entrado la Guardia Civil, el Ejército del aire con pistolas y nos han obligado, en este estado a sentarnos y a separar aviones. Eso ha hecho el gobierno. Ellos han encerrado a toda esta gente".
160 horas a la semana
Cristina Antón, controladora aérea en Baleares, escribe el blog “Controladores aéreos y otras hierbas”. Ayer fue un día de frenética actividad para Cristina Antón. Indignada con muchos de los comentarios que oía y que sus lectores descargaban sin cesar en su bitácora (aunque ella se encarga de filtrar los insultos), expresa con nitidez su visión de las cosas. Niega que España sea un estado de derecho: “Pues va a ser que no. El primer decreto ley que nos cascaron anuló nuestro derecho a la negociación colectiva violando la Constitución”. Dice que le han abierto “dos expedientes disciplinarios por escribir una mariconada de blog” y que tiene dos juicios pendientes.
Asegura Cristina Antón que sus “huelgas las pactan sindicatos en los que no hay ni un controlador” y le dictan, dice, servicios mínimos del 120 por ciento. A lo que apostilla: “Si eso es tener derecho a la huelga que baje Dios y lo vea”. Dice que sus razones no llegan a la opinión pública: “Sólo oyeron 360.000 y no pasaron de ahí”. Y añade: “Nos crujieron el sueldo y resulta que todos sabéis lo que yo gano porque lo dicen en la tele. (…) No gano 200.000 euros al año por mucho que diga el ministro. Ni eso ni la mitad”.
Escribe Cristina Antón: “Me obligaron a trabajar doscientas horas al mes a turnos de mañana, tarde y noche. Y para el subnormal que dice que trabajo como todo el mundo 40 horas a la semana, eso son 160. O sea, que yo trabajo el equivalente a cinco semanas en un mes de cuatro, cuando por ser trabajo a turnos debería currar bastante menos”.
Cuenta Antón que no hay suficientes controladores, que no dan abasto. Tras despacharse a gusto contra los militares, señala que son dos mil los controladores civiles y que “no hay ni doscientos controladores militares aprovechables” para hacer su trabajo.
«¿Privilegiados?»
En una entrada a las 17.45 de ayer, explica Antón: “Si fuésemos privilegiados, acomodados, millonarios y capullos que se rascan los cojones todo el día ¿por qué nos íbamos a jugar nuestros muy cojonudos y confortables puestos de trabajo? (…) Ayer medio cuerpo de control tenía ataques de ansiedad del copón de la vela, y hoy ni te cuento, que mola que ni te lo crees controlar con un señor con pistola al lado. Cuando salió el último decreto petó todo dios al mismo tiempo, que llevamos nueve meses aguantando una tralla que te aseguro que a más de uno se lo hubiera llevado puesto. Y te aseguro que lo de ayer nos ha puesto a todos los pelos como escarpias. No sé si a ti te han metido alguna vez a la guardia civil en el trabajo ni si te han amenazado con embargar tu cuenta, tu piso y meterte en la cárcel por querer negociar un convenio. A mí me espanta que la gente se quede en los aeropuertos tirada. Estoy entrenada para que los aviones vuelen, no para que se queden en su sitio y maldita la gracia que me hace que se jodan los pasajeros. Simplemente no puedo más”.
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