El 'ahora o nunca' de Europa en el estratégico pulso por la IA

En el reto de buscar la remontada en el desarrollo de esta tecnología, el Viejo Continente se enfrenta a frenos como su dependencia con los chips, la carga burocrática, la baja inversión privada y la ausencia de campeones globales

OpenAI se está preparando para lanzar una versión más inteligente de ChatGPT

Centrada en liderar la regulación de la nueva disrupción, Europa se ha convertido en un mero espectador en la batalla tecnológica y empresarial que libran EE.UU. y China ABC

En un futuro, que ya es presente, el desarrollo económico de cualquier país dependerá, en buena medida, de su desempeño en materia de algoritmos. Guste o no, la inteligencia artificial ha llegado para quedarse y si hoy su potencial transformador está afectando a todo ... tipo de negocios, en el medio-largo plazo esta tecnología se consolidará como uno de los vectores de crecimiento por excelencia. Estados Unidos y China se han enzarzado en una batalla sin cuartel por el dominio del mercado, mientras que Europa, con unos esfuerzos muy focalizados en el aspecto regulatorio, ha quedado desbancada en la creación de estos sistemas, lo que amenaza su competitividad.

Si bien es cierto que los orígenes de la inteligencia artificial se remontan a los años cincuenta del siglo pasado, nunca había estado tan presente en el día a día de las personas como a raíz del surgimiento de ChatGPT, que en solo dos meses consiguió 100 millones de usuarios. Desde entonces, han proliferado numerosas herramientas que han mostrado capacidades impensables hace una década y la carrera empresarial (y geopolítica) en torno a esta disrupción ha entrado en una nueva dimensión.

No es para menos: el mercado mundial de la inteligencia artificial aumentará un 15,8% anual durante el periodo 2024-2030, hasta alcanzar los 680.000 millones de euros en 2023. Nadie quiere quedarse atrás de una revolución que ofrece innumerables oportunidades, pero son dos actores, Washington y Pekín, los que de momento ostentan el liderazgo.

Diversos indicadores ponen de manifiesto su superioridad. Del total de patentes de inteligencia artificial concedidas a lo largo de 2022, el 61,1% provinieron de China, seguida de Estados Unidos (20,9%). El 15,71% tuvieron su origen en el resto del mundo, frente al escaso 2% que procedió de la Unión Europea y el Reino Unido, según datos del 'Artificial Intelligence Index Report 2024', elaborado por la Universidad de Stanford.

Otro parámetro que refleja la realidad del sector es la producción de modelos destacados de inteligencia artificial: el año pasado, las instituciones con sede en Estados Unidos encabezaron la clasificación (61), con una amplia distancia sobre el Viejo Continente (25), que, en este caso, se situó por delante de China (15). En lo que se refiere al lanzamiento de modelos fundacionales, la norteamericana Google es, desde 2009, quien abandera el ranking (40), mientras que el podio lo completan sus paisanas OpenAI (20) y Meta (19). En 2023, la multinacional capitaneada por Sundar Pichai presentó la mayor cantidad de modelos (18), sobrepasando así a Meta (11) y Microsoft (9).

Los límites de esta tecnología están aún por descubrir, pero si hay algo seguro es que adaptarse no es opcional y que el retraso europeo en la lucha por la supremacía le puede pasar una dura factura, sobre todo en un contexto de máxima competencia en el que algunas potencias emergentes irrumpen con fuerza para conseguir su trozo del pastel. «Claramente Estados Unidos y China tienen una posición dominante. Del mismo modo, India es un país a mirar detenidamente porque está dando pasos muy importantes en los últimos meses, al igual que Corea del Sur», asegura Beatriz Sanz, socia global de IA para EY, que recuerda que la Unión Europea se considera referente en la regulación de esta tecnología, aunque cree que todavía es prematuro saber si el resto de países adoptarán algo similar. «En principio, algunas de las economías mencionadas están optando por ser mucho menos restrictivas», comenta en este sentido.

Uno de los factores que lastran al Viejo Continente es que depende de terceros en su capacidad de computación (chips). «Este es el primer eslabón en la cadena de valor de la IA, lo que supone un riesgo sistémico para Europa, que, sin capacidad de computación, podría sufrir un 'apagón digital' en un momento dado», advierte Sanz. A pesar de que el ecosistema europeo está despertando con empresas como Mistral AI en Francia, que empiezan a ser un referente en modelos de lenguaje abierto, señala que «todavía estamos muy lejos de la actividad y nivel de innovación de economías como Estados Unidos, donde las grandes empresas tecnológicas están dominando el ecosistema».

Sin foco en innovar

Entre los elementos que juegan en contra de Europa, la experta apunta a una mayor burocracia, así como a un acceso a los fondos europeos lento y tedioso. «Además, no hay un equilibrio entre innovación y regulación. Europa saca pecho por liderar el ámbito regulatorio, y aunque eso está muy bien, lo cierto es que se habla poco de innovación», dice. Todo ello, concluye Sanz, conlleva una fuga de talento, lo que en su opinión supone uno de los problemas a futuro.

A Esteve Almirall, profesor de Innovación, IA y Smart Cities de Esade, la situación europea en el ámbito de la inteligencia artificial no le sorprende, ya que la percibe como una consecuencia natural de los déficits históricos que arrastra el continente: «Estados Unidos cuenta con un ecosistema muy floreciente alrededor de lo digital en general y de la inteligencia artificial en particular, donde existen grandes incentivos, por lo que era de esperar que aparecieran ahí los proyectos». Hace hincapié en el menor músculo del territorio europeo, donde Londres, uno de los polos principales, se comporta como un satélite de los ecosistemas americanos, algo que se repite en el caso de París. Escéptico sobre la pujanza de la alemana Alpha, Almirall piensa que Mistral AI es la única que puede plantar cara a los colosos tecnológicos de la industria, aunque no pasa por alto el detalle de que fue fundada por tres ex investigadores de DeepMind (adquirida por Google) y Meta.

El docente atribuye la ausencia de campeones locales a la altura de sus rivales foráneos a un error de base en el planteamiento europeo: «Insistimos en temas que, sin duda, son importantes, pero no son nuestras debilidades. Se ha avanzado mucho en la regulación, que aquí precisamente no falta, en lugar de focalizarnos en el crecimiento y la capacidad empresarial». A su juicio, la Ley de Inteligencia Artificial (AI Act) aporta un rédito desde el punto de vista político, pero a nivel económico no ayuda al bloque comunitario. «La normativa no será plenamente efectiva hasta 2026, pero parece que pondrá bastantes piedras en el camino de que haya más startups en Europa, y en esta época marcada por la IA generativa, las propuestas no han venido de la academia ni de lo público, sino de las empresas privadas», subraya el profesor de Esade.

Por otro lado, teme que las estrictas exigencias legislativas limiten la ambición de los desarrollos con sello europeo. «Hoy en día la competencia es global y estamos con las manos atadas a la espalda, sin poder utilizar textos que sean propiedad de otros porque se puede infringir el copyright. Common Crawl lo usa cualquiera. Se necesitan textos de calidad con un nivel superior a la escritura habitual del blog de poca monta de internet», asevera Almirall, que solo ve un motivo de esperanza en el hecho de que, en el terreno tecnológico, siempre hay descubrimientos de un día para otro, lo que deja la puerta abierta a que el Viejo Continente revierta su irrelevancia actual.

El propio Tribunal de Cuentas Europeo, en un informe publicado en mayo, pone de manifiesto que la región no ha cumplido los deberes en torno a esta tecnología. Al otro lado del charco, en cambio, la fotografía es bien distinta. «Estados Unidos lidera la carrera de la IA desde hace tiempo, y Silicon Valley se posiciona como centro mundial de innovación en esta materia. Los gigantes tecnológicos estadounidenses, como Google, Microsoft e IBM, están a la vanguardia de I+i en este ámbito, invirtiendo en empresas emergentes y cofinanciando programas públicos de investigación», reza el documento, que reconoce que el Gobierno del país también ha reconocido la importancia estratégica de la IA, con iniciativas y financiación a través de diversas agencias federales y tres planes de investigación interagencias (adoptados en 2016, 2019 y 2023) con el fin de mantener el liderazgo. «China elaboró en 2017 un plan de desarrollo de la IA para invertir fondos públicos y convertirse en líder mundial en 2030. También se apoya en la inversión privada de gigantes tecnológicos como Alibaba, Baidu y Tencent», agregan los auditores.

El gigante Baidu anunció el pasado mes de abril que su chatbot de inteligencia artificial, bautizado como Ernie Bot, consiguió 200 millones de usuarios

Por su parte, los objetivos de la UE en materia de inversión privada y pública en IA fueron de 20.000 millones de euros en total durante el periodo 2018-2020, y de 20.000 millones anuales durante el próximo decenio. La Comisión se comprometió a incrementar la inversión financiada por la UE en investigación e innovación a 1.500 millones de euros en el tramo 2018-2020 y a 1.000 millones de euros al año de 2021 a 2027. Sin embargo, los auditores aseveran que «las medidas nacionales y de la Comisión no se coordinaron eficazmente, ya que esta institución carecía de las herramientas de gobernanza y la información necesarias. La Comisión consiguió aumentar el gasto en IA con cargo a programas de investigación según lo previsto, pero no contaba con objetivos de rendimiento específicos de la IA ni un correspondiente sistema de seguimiento». Además, recoge el informe, la Comisión tardó en implantar nuevas instalaciones para introducir en el mercado la innovación en IA, debido en parte a la adopción tardía del Programa Europa Digital.

El 'Artificial Intelligence Index Report 2024' muestra que, frente a los 11.000 millones de dólares de inversiones privadas que se destinaron en la Unión Europea y Reino Unido a la inteligencia artificial durante 2023, en Estados Unidos ascendieron a 67.200 millones, casi 8,7 veces más que China.

Alicia Asín, CEO de Libelium y experta en inteligencia artificial, cree que más que una falta de ambición inversora, en Europa existe una mayor aversión al riesgo en comparación con las mencionadas regiones, lo se debe en parte a nuestro fuerte enfoque en la sociedad del bienestar, que prioriza la estabilidad y la seguridad. «La inversión en Europa tiende a ser más conservadora y se dispersa entre numerosas pequeñas y medianas empresas. Aunque esto favorece un tejido empresarial diverso y robusto, limita la capacidad de generar actores empresariales de gran escala que puedan liderar en el campo de la IA», explica la emprendedora, convencida de que para competir globalmente, «Europa necesita fomentar una cultura de inversión más audaz y centrada en consolidar empresas tecnológicas que puedan beneficiarse de las economías de escala y realizar inversiones significativas en I+D». De lo contrario, vaticina cada vez más casos en los que fondos de Estados Unidos, China o incluso Arabia Saudí entren en empresas europeas generando tensiones y haciendo que perdamos soberanía.

Asín confía en las posibilidades de Europa de colocarse a la cabeza de la revolución de la inteligencia artificial, pero avisa de que requerirá un cambio significativo en la estrategia actual. «Es crucial fomentar la consolidación empresarial, promoviendo fusiones y adquisiciones que permitan la creación de compañías más grandes y competitivas, lo que ayudará a alcanzar una masa crítica de talento y recursos», comienza por deslizar. También es necesario, apunta, elevar las inversiones en investigación y desarrollo, tanto a nivel público como privado, asegurando que estas inversiones se concentren en áreas estratégicas, como los espacios de datos, por ejemplo. «Finalmente –continúa–, Europa debe incentivar la colaboración entre startups innovadoras y empresas consolidadas, creando un ecosistema en el que la innovación pueda escalar con rapidez».

Preguntada por la regulación, asegura que si bien el mecanismo europeo es un modelo para muchas otras regiones, proporcionando un marco claro y seguro, también es cierto que puede imponer restricciones que complican la rápida adopción de nuevas tecnologías. «No obstante, el principal desafío no radica en la regulación, sino en cómo Europa puede liderar el desarrollo tecnológico. Para ello, es esencial que las políticas regulatorias se adapten de manera ágil a las necesidades del mercado tecnológico, permitiendo suficiente flexibilidad para innovar mientras se mantienen altos estándares de protección y ética. Más que un obstáculo, la regulación debe ser vista como un componente que puede equilibrar la protección del usuario con la promoción del desarrollo tecnológico si se gestiona adecuadamente», zanja. Una armonía que, hasta ahora, a Europa le ha costado alcanzar.

Enrique Serrano, presidente de la Comisión de Inteligencia Artificial y Big Data de Ametic, la asociación representante de la industria digital en España, pone en valor el esfuerzo realizado por Europa en los últimos cinco años, que le ha permitido «tomar la delantera en el marco regulatorio». Alude al impacto positivo de iniciativas como los Centros Europeos de Innovación Digital, ELLIS (la red paneuropea de excelencia en Inteligencia Artificial), el grupo de expertos de alto nivel sobre inteligencia artificial o la Oficina de IA. Al margen de la legislación, defiende que en sectores como agricultura inteligente o movilidad ha habido desarrollos potentes.

Entre las áreas de mejora, Serrano coincide en que habría que potenciar la transferencia para generar empresas de un cierto volumen que puedan acometan grandes inversiones.

Europa afronta el desafío titánico de subirse al tren en marcha de la inteligencia artificial con destino a la competitividad.

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