Un nuevo mundo de posibilidades al alcance de la mano

El comienzo de la carrera universitaria supone un momento de cambio para el joven, que afronta una nueva etapa académica y social. La actitud del estudiante resulta importante para su desarrollo. Según la psicóloga sanitaria y educativa María Ángeles Hernández, «depende mucho de cómo se haya trabajado, en el tránsito desde el bachillerato a la universidad, la responsabilidad y la autonomía».

«En la universidad no van a estar tutelados —describe—. Tendrán la responsabilidad sobre ir o no a clase, porque no van a estar controlados. No habrá libros de texto, solo materiales recomendados. Han de tomar apuntes y saber discernir lo importante de lo que no lo es. Están obligados a buscar, investigar, completar lo que les están contando».

En ocasiones, algunos estudiantes se percatan pronto de que no es la carrera que pensaban, se dan cuenta del error de haber elegido ese grado. Estima la psicóloga que puede suceder «porque no se ha trabajado la orientación académico-profesional en las enseñanzas medias». Los motivos de esa elección fallida van desde el deslumbramiento del prestigio a la influencia familiar o el desconocimiento.

¿Qué hacer cuando esto sucede? «Tampoco se nos tiene que hundir el mundo. Ojalá todos pudiéramos volver a elegir e intentar acertar tras la equivocación. No hay que vivirlo como un fracaso o un drama. Se trata de analizar por qué no se ha atinado y examinar qué estudios, carreras o profesiones interesan», advierte Hernández. «La formación académica en la universidad, desde un punto de vista de formación integral del alumno, debe de estar complementada con todo lo que se denomina formación social. Son importantes las actividades de relación, pero también el trabajo en equipo, como antesala de preparación para el mundo laboral», apunta.

Para aclimatarse a la nueva etapa, Ángel Bartolomé Muñoz de Luna, vicerrector de Estudiantes y Vida Universitaria de la Universidad CEU San Pablo (Madrid), aconseja a los alumnos «que actúen sin miedo». «Tienen los mejores años de su vida por delante», apunta.

CEU San Pablo recibe a los alumnos en el evento Welcome Day, en el campus de Montepríncipe, la primera semana de septiembre. En el exterior, distintas carpas ofrecen información sobre clubes, asociaciones y actividades. «La universidad no te prepara solo para una profesión, te prepara para la vida, para tener criterio, para desarrollar las habilidades que permitan afrontar los retos», razona Bartolomé. La lista de clubes de la universidad es amplia: debate, vino, astronomía, economía, bolsa, e-sports, actividades deportivas, cine, DJ, emprendedores, escalada, finanzas, fotografía, moda, taller de pintura, programación, teatro… Estas actividades favorecen la sociabilidad de los alumnos, indica Bartolomé: «Se puede conectar con compañeros de distintas titulaciones». La mentorización es otra de las ofertas del CEU San Pablo, comenta: «Disponemos del GPS (Growth Path for Students), en el que antiguos alumnos y profesionales acompañan a nuestros estudiantes». En los primeros cursos ejercen la mentoría los profesores universitarios.

Las actividades vinculadas con la religión están embebidas en la vida universitaria, detalla Bartolomé: «Formamos personas para transformar la realidad, que tengan una mirada trascendente, con encuentros, retiros, viajes…». En las universidades CEU, la Pastoral universitaria acompaña a todos los que lo deseen. La formación universitaria es integral. «Somos la misma persona. El desarrollo espiritual tiene un impacto directo en cómo va a ser el profesional del mañana», relata el vicerrector.

Una de las ofertas extracurriculares más atractivas de la vida universitaria es el Club de Debate. En la Universidad Pontificia Comillas, Francisco Valiente, profesor de Derecho Constitucional y de Argumentación en la Facultad de Derecho, lo dirigió durante nueve años. En la actualidad es Alejandro Molina quien está al frente.

Valiente apostilla que «una de las grandes carencias que existen en el sistema educativo español es que no se enseña a la gente a hablar en público, a argumentar, a escuchar, a refutar, a rebatir ideas». El Club de Debate de Comillas es de los más antiguos de España. Nace en 1999. «Cuando iniciamos esta actividad —expone Valiente—, nos inscribimos una quincena de alumnos. En 2010, la universidad decidió dedicar más tiempo y recursos, y me encargó su dirección. Participábamos en más de 30 o 40 torneos al año, nacionales e internacionales, e incluso llegamos a ganar los mundiales en castellano y en inglés, cosa que ningún equipo español había hecho jamá».

Hace año y medio Molina se hizo cargo del Club del Debate. «La universidad es consciente de que se trata de un valor primordial para la enseñanza del alumnado, un complemento transversal para todas las carreras, porque al final todos los profesionales van a tener que aprender a comunicar. Actualmente, tenemos unos 350 alumnos aproximadamente que se dividen en varios cursos: iniciación, oratoria o debate avanzado con técnicas de argumentación más específicas», asegura Molina.

El actual campeón del mundo de oratoria en castellano, Alberto García Chaparro, es estudiante de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. Los participantes en el Club de Debate reciben un reconocimiento a través de un sistema de créditos.

Sobre las virtudes del debate, Molina declara que «mejora las competencias clave educativas». Entre los profesionales más destacados que han pasado por este club figura el abogado Antonio Fabregat. Fue campeón mundial en español y en inglés. Su compañero en aquella competición, Javier de la Puerta, trabaja en el Banco de España.