¿Un nuevo Bretton Woods?
De acuerdo, Bretton Woods es tiempo pasado. 2010 poco tiene que ver con las décadas centrales del siglo pasado, ya que se han multiplicado de modo extraordinario los flujos comerciales y financieros en los últimos 50 años. Sin embargo, la creciente inestabilidad cambiaria parece requerir ... que se incorpore algún tipo de acuerdo o coordinación global, porque la capacidad desestabilizadora de los cambios bruscos en los tipos de cambio es considerable y, en los últimos tiempos, estas alteraciones en las principales divisas se están prodigando con demasiada y preocupante frecuencia. Se ha desatado prácticamente una guerra de divisas en muchas naciones sobre las cuales se centra gran parte de la actividad —y las esperanzas— del comercio mundial, como China, Japón o Brasil.
Mientras, los países industrializados occidentales, con EE. UU. a la cabeza, observan con angustia una pérdida de competitividad frente a las economías emergentes y reclaman a éstas que no intervengan sobre sus divisas. Al mismo tiempo, se prodigan las tensiones entre las propias economías emergentes, toda vez que China, ante la más mínima apreciación del yuan, tiende a adoptar políticas devaluadoras una y otra vez. Estos movimientos se contagian rápidamente a otros países, como Brasil, cuyos flujos comerciales con Asia han crecido enormemente en los últimos años.
La reacción de las economías avanzadas parece descoordinada. Así, Reino Unido y Japón han intervenido sobre sus divisas para tratar de atajar su inquietante pérdida de competitividad. Al mismo tiempo, el dólar ha vuelto a depreciarse hasta 1,40 dólares por euro y, en Europa, también se ha extendido la alarma respecto a los efectos de esta apreciación sobre las exportaciones. La inestabilidad cambiaria es un reflejo más de la descoordinación internacional para la salida de la crisis. En EE. UU. se ha reabierto el debate sobre hasta qué punto es adecuada la austeridad fiscal, al tiempo que la Fed parece proclive a ofrecer facilidades de liquidez extraordinarias para tratar de enderezar el rumbo del crecimiento. En Europa, el BCE no acaba de definir cuán abierto mantendrá el grifo de la liquidez. ¿Quién marca las reglas de este juego? Si el comercio internacional es la gran esperanza para la recuperación, es necesario, cuanto antes, arbitrar algún acuerdo de actuación común, porque una guerra cambiaria podría ser un nuevo e indeseado capítulo de esta crisis.
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