La nueva ley de información sostenible: «Una avalancha regulatoria con el doble de coste»

Para analizar cómo ha caído en el primer grupo de compañías que deben presentar este informe, puesto que se hace de forma escalonada en los próximos años teniendo en cuenta el tamaño, la facturación y el número de empleados, ABC ha hablado con diversas fuentes empresariales que cotizan tanto en el Ibex 35 como el Mercado Continuo.

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Jaime Mejías

Antes de entrar con los puntos más críticos de la nueva normativa, una de las empresas consultadas recuerda que «la finalidad de esta regulación es loable, pues se persigue diferenciar aquellas compañías con un desempeño medioambiental y social excelente». Y no es la única. Entre los consultados, insisten en la idea de que estos nuevos informes sirven para comparar de una manera real cómo avanzan las empresas en estos aspectos. Por tanto, una vez que consigan adaptarse, y con el paso de los años, puesto que estos primeros ejercicios van todas a ciegas y sin comparación, el resultado esperan que sea positivo.

Sin embargo, el chorreo de matices, quejas y malestar con respecto a la norma es una constante. Esta misma empresa destaca que «en los foros profesionales se habría apreciado positivamente algo más de tiempo para su implantación y una menor complejidad en algunos aspectos».

Los números reflejan una nueva realidad. Otra compañía consultada esgrime que «las empresas hemos pasado de reportar unos 100 indicadores cuantitativos y cualitativos a reportar más de 1.000, en ocasiones imprecisos, bajo esta nueva directiva. La extensión y granularidad del dato en materia ESG es enorme». Sobre este aspecto, no es la única compañía que pone objeciones.

«El gran objetivo era homogeneizar los datos, pero por el momento faltan algunas especificaciones en su recopilación». Y aquí empiezan las reticencias. «Hay muchas dudas de que todas las empresas lo hagan bien, y por tanto, no tendría mucho valor. Otro problema será que a nivel técnico se haga un buen informe, pero que realmente no exprese bien las líneas estratégicas de la empresa».

Otro de los aspectos más problemáticos, aunque será de incorporación progresiva, tiene que ver con «los indicadores relativos a toda la cadena de valor de la compañía. Esto implica conocer y medir cada vez más el desempeño de toda nuestra red de proveedores en materia ESG, pero ni siquiera hay aún una definición clara de lo que es la cadena de valor. Con esta norma pasamos también de reportar únicamente sobre cómo impactamos como compañía en nuestro entorno, a evaluar y cuantificar además cómo el entorno nos impacta a nosotros como empresa», explican desde una cotizada.

La avalancha informativa y de control que se requiere se explica por sí sola: «Ya no basta tampoco con dar solo información del desempeño de la empresa en el último ejercicio, sino que también es obligatorio hacer proyecciones a futuro, diseñando horizontes de gran complejidad y sujetos a gran incertidumbre», apunta una de las empresas consultadas.

Asimismo, hay otro aspecto que no se puede olvidar. «Se ha dedicado mayor presupuesto, multiplicado por dos, de lo que se hacía antes; pero el verdadero reto vendrá dentro de unos años con las empresas de menor tamaño».