El negocio del Titanic, un mito inagotable
Hoy nadie quiere hablar de visitar el pecio, pero el imán de la leyenda se terminará imponiendo. Esa mezcla de lujo, tragedia y misterio, un cóctel que ha generado millones, aún engancha
OceanGate se enfrenta a reclamaciones por negligencia por el Titán
Titan, el sumergible accidentado
Antes de que el naufragio lo hiciese inmortal, el RMS Titanic ya era una leyenda. El 31 de mayo de 1911 acudieron a la botadura en Belfast del mayor transatlántico de la época –un «coloso de la navegación» que costó 85 millones de ... francos, según relató ABC– unas cien mil personas, diez veces más de las que recibieron a su gemelo, el RMS Olympic, en su llegada a Nueva York el 21 de junio de 1911. La entrada en el agua del Titanic fue, además, el primer 'negocio' que se creó alrededor del lujoso buque, que presumía de ser «insumergible»: había tanta expectación por verlo a flote que cientos de pescadores y marinos alquilaron sus barcas a curiosos para ver la ceremonia desde el mar.
El trágico hundimiento, en el que murieron casi 1.500 personas, muchas de ellas pertenecientes a la alta sociedad –sólo el empresario John Jacob Astor IV, el viajero más rico, tenía una fortuna valorada en 87 millones de dólares de la época– acabó de convertirlo en un mito. «Todo lo que rodea al Titanic engancha«, sentencia Jesús Ferreiro, presidente de la Fundación Titanic, encargada de mantener viva la memoria de un naufragio difícil de olvidar no tanto por la magnitud del desastre, sino por esa mezcla de lujo, fatalidad y misterio. Él lleva más de medio siglo, desde que entrevistó a una de las supervivientes en el programa de radio 'Onda Pesquera', fascinado por la historia. Aunque no es capaz de enumerar los motivos exactos que convierten esta tragedia en una obsesión para muchos. Y en un negocio para otros: «Es una barbaridad, hay libros, películas, documentales, exposiciones... Y todo consigue récord de ventas aunque hayan pasado tantísimos años«, añade el experto.
A mediados de los cincuenta, el estreno de la exitosa película 'Titanic' (1953) y la novela 'Una noche para recordar' reactivaron el interés por la tragedia. Ambos fueron éxitos inmediatos: la cinta recaudó 2,2 millones de dólares y el libro de Walter Lord permaneció seis meses en la lista de los más vendidos. Los exploradores se lanzaron a buscar desesperadamente el pecio del RMS Titanic, aunque no fue hasta 1985 cuando fue localizado por el oceanógrafo Robert Ballard, que firmó después el descubrimiento del acorazado Bismarck (1989) y del portaaviones USS Yorktown (1998). Este pionero ha publicado varios libros sobre su proeza, el último en 2021.
A partir de ahí comenzó una batalla en los tribunales por dirimir quién podía documentar (y explotar comercialmente) los objetos rescatados del barco. La sucesora de los primeros patrocinadores de Ballard, RMS Titanic, Inc, que se acabó imponiendo, ha hecho hasta ocho inmersiones, entre 1987 y 2010, para recuperar reliquias de este fascinante museo sumergido. En 1996, pese a las protestas de los herederos de las víctimas, organizaron una expedición para sacar a flote una parte del barco, operación que se podía ver en vídeo desde un lujoso yate previo pago de unos 5.400 euros por pasajero. La primera subasta de artículos del Titanic que se realizó, coincidiendo con el centenario del accidente, puso en el mercado 5.500 objetos valorados en 141 millones de euros. El violín que usó el director de la orquesta del barco, Wallace Hartley, para calmar a los pasajeros durante el hundimiento, por ejemplo, se vendió en 2013 por 1,5 millones de euros.
Pero no sólo los cazadores de tesoros querían conocer de cerca los misterios del RMS Titanic. Cuando James Cameron, que había crecido con los documentales de Jacques Cousteau, supo que unos documentalistas estaban sumergiéndose hasta el pecio para grabar un documental IMAX decidió seguir sus pasos: «Hice 'Titanic' porque quería bucear entre los restos del naufragio, no porque quisiera hacer la película«, aseguró en una entrevista publicada en 2009 en 'Playboy'. La cinta protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, estrenada en 1997, fue un bombazo inmediato: recaudó 2.053 millones de euros en todo el mundo. Aún hoy sigue estando entre las cuatro películas más taquilleras de la historia, superada sólo por las dos entregas de 'Avatar' y 'Vengadores: Endgame'. En 2012, con motivo del centenario de la tragedia, fue reestrenada en 3D.
«Sin duda, seguiremos consumiendo Titanic»
James Cameron, que ha hecho 33 inmersiones a los restos del RMS Titanic y ha grabado otros tantos documentales, cobró 7,3 millones de dólares por su trabajo en la oscarizada cinta, pero negoció además un porcentaje de su taquilla, por lo que según los medios estadounidenses sus ganancias netas podrían superar los 97 millones de euros. Buena muestra de la máquina de dinero que fue 'Titanic' es que Reece Thompson, que apenas tenía 5 años cuando participó en el filme diciendo únicamente una frase, aún cobra entre 200 y 300 anuales en concepto de derechos de autor.
El turismo sumergido
«La película de Cameron aportó mucho a la marca Titanic como negocio. Al final es una historia que conmociona y si cada cierto tiempo se hace algo para recordarla se genera aún más interés», explica Pilar Melara, profesora de Marketing de ICADE. «Pasa con muchos hitos o personas, la diferencia es que Titanic no es una marca registrada por los herederos, sino un universo del que beben muchas empresas con ese nexo común». La empresa J. Peterman Company, que gestionó (no sin críticas) el 'merchandising' oficial de la película, ganó en seis semanas medio millón de dólares vendiendo réplicas del Corazón del Océano, el collar que llevaba Rose. Años más tarde, en 2012, para conmemorar el centenario de la tragedia, hubo un nuevo aluvión de productos y experiencias relacionados con el Titanic.
Pero sin duda el negocio más exclusivo han sido las inmersiones para ver los restos del barco. En 1998, la compañía británica Deep Ocean Expeditions comenzó a ofrecer esta aventura por el módico precio de 32.500 dólares (29.700 euros). Bluefish se unió también al negocio en 2002, según relata 'National Geographic'. Aceptaba reservas por 59.680 dólares (54.479 euros) por persona. La británica Blue Marble cogió el testigo en 2019, aunque había que pagar ya 105.129 dólares (96.144 euros) por persona y viaje. OceanGate, hoy marcada por la tragedia, fue la última emprendedora de este particular sector turístico. «Aparecerá otra compañía que lo intentará, porque hay demanda. Es algo exclusivo y aspiracional», sentencia Menara. Pese a todo, «consumiremos más Titanic».