Michele Boldrin: «La responsabilidad recíproca no funciona y sobran los polizones»
voces contra la crisis
La visión de este economista, exdirector de Fedea, de una Europa sin reglas fiscales es muy pesimista: «Los problemas del crecimiento no se resuelven con más gasto y deuda»
El BCE señala que la inflación aún tiene «mucho impulso»

Michele Boldrin (Padua, 1956) conoce muy bien España porque fue el director de Fedea entre 2012 y 2014. De joven fue secretario de las Juventudes Comunistas en Venecia, pero evolucionó a posiciones de libremercado tras obtener su título de economista en la Universidad Ca' ... Foscari y, sobre todo, tras conseguir su doctorado en EE.UU., donde ha ejercido en las universidades más importantes. Actualmente Boldrin concentra sus esfuerzos en estudiar la política monetaria y el declive de Europa.
—¿Qué hay que saber cuándo uno se enfrenta a una crisis?
—Depende de lo que quieres decir con «hay». ¿Es lo que idealmente te gustaría conocer (lo que te permitirá evitar la crisis) o lo que es útil saber en general? En el primer caso no hay crisis. En el segundo mejor ser conscientes de que las crisis son componentes inevitables del cambio, no solamente económico, sino que estructural. Me sale una respuesta 'hegeliana' pese a la escasa simpatía que tengo hacia este filósofo: mejor saber que desde la crisis siempre sale algo nuevo y que si quieres sobrevivir lo tienes que entender, ver venir, anticipar.
—¿Qué tipo de crisis tenemos?
—Supongo que te refieres a la económica, pero hay varias crisis importantes y difíciles al mismo tiempo: primero, la de la democracia, que cumpliéndose se niega; segundo, la de Rusia, que vuelve a su patrón histórico imperialista y 'mongol'; tercero, la de China, que empieza su larga marcha número dos, la que debería conducirle al imperio asiático y mundial.
La crisis de la inflación es muy sencilla: gestionaron malísimamente el Covid después de haber sido incapaces de arreglar los efectos póstumos de la crisis financiera. Todo esto se ha concretado en una subida enorme de la deuda pública y de la oferta monetaria en los bolsillos de familias y empresas. Estas se gastaron las transferencias en medio de una reducción bastante dramática de la capacidad productiva nacional y mundial. Vino la inflación y los políticos y bancos centrales negaron su existencia. ¡Hubieran podido frenarla si hubiesen bajado los gastos y la monetización de deuda al principio de 2021!
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—¿Se ha equivocado el Banco Central Europeo (BCE) al tardar tanto en elevar los tipos de interés?
—Se equivocaron todos: BCE, Reserva Federal, etcétera. Se equivocaron porque perdieron su independencia. Han financiado pasivamente todos los tipos de deuda pública, los buenos (pocos), los inútiles (muchos), los dañinos (muchos más). Mira el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PNRR): todo el mundo le dedica elogios. ¿Puedes decirme para qué sirve? ¿Qué relación tiene con la pandemia? ¿En qué sentido va a facilitar más crecimiento y una mejor gestión del calentamiento global? Los proyectos que veo son casi todos regalos a este o aquel otro grupo de presión o electoral.
—¿Por qué la inyección de liquidez de los bancos centrales no fue inflacionista hasta que lo fue?
—Tres razones. Las inyecciones de los años 2008-2010 fueron de liquidez a los bancos, para que no cayeran llevándose con ellos a todo el sistema. Fue la lección de Milton Friedman y Anna Schwartz, aprendida de la crisis del 1929, aplicada razonablemente bien. La Expansión Cuantitativa (QE) fue un intento de modificar la estructura intertemporal de los tipos de interés con el propósito de reducir los tipos a largo plazo; el éxito fue muy parcial y la mayor parte de la liquidez creada se quedó en las reservas de los bancos comerciales, en el banco central, sin generar mucho poder de compra en las manos de las familias y de las empresas por lo que no generó inflación. Las inyecciones 2020-22 financiaron gastos públicos de transferencias que acabaron inmediatamente en las cuentas de familias y empresas y fueron gastados de inmediato. Además, en términos relativos, fue mayor que las dos anteriores. Por las razones antes explicadas esto generó la inflación que ahora vivimos.
—¿Quién es el principal responsable de frenar la inflación? ¿El BCE o los gobiernos?
—De ambos. El BCE tiene una independencia muy parcial. Si los gobiernos emiten deuda, el BCE al final la compra y crea liquidez para evitar cambios grandes en los 'spreads' (diferenciales) de las deudas nacionales. Y si los gobiernos gastan en transferencias los recursos de la deuda alimentan la inflación.
—¿Han llegado a su fin las subidas de tipos de interés?
—No creo. La inflación ha sido atacada con retraso y ahora se autoalimenta (precios, costes, sueldos, precios …) así que esto va a tardar un tiempo más.
—¿Volveremos a ver tipos de interés negativos en el futuro?
—¡Los tipos reales siguen siendo negativos! ¡Más negativos que hace dos o tres años! Hasta que la inflación 'core' (central) no vuelva al entorno del 2 por ciento no vamos a ver bajadas. Los que teorizaron que los tipos se iban a mantener bajos «por tiempo indefinido» se equivocaban, como muchos economistas serios dijeron.
—¿Se equivocó el Banco Central Europeo con su política monetaria laxa del 'whatever it takes'?
—El 'whatever it takes' del 2011-14 fue una buena idea: permitió evitar la crisis de la deuda soberana y del euro. Lo que vino después fue un desmadre causado por dos factores: las presiones políticas para resolver problemas estructurales con inyecciones monetarias y el exceso de confianza en extrañas teorías 'keynesianas-MMT' (Modern Monetary Theory) según las cuales la moneda en manos de los consumidores no causa inflación si no se ha alcanzado el pleno empleo.
—¿Se mantuvo durante demasiado tiempo la expansión cuantitativa?
—Exactamente.
—En EE.UU. hay una sola autoridad fiscal, entonces la expansión cuantitativa lo que hace es cambiar deuda de largo plazo por reservas de corto, pero siempre es deuda de EE.UU. En Europa lo que hace el BCE es cambiar deuda de un Estado miembro por deuda europea. ¿No está el BCE emitiendo eurobonos sin llamarlos así?
—En parte sí, y cada día más. Esto se debe a que algunos países (Italia y España en particular, Grecia hasta 2014-15 y Francia más recientemente) no tienen capacidad política de hacer reformas estructurales e intentan arreglarlo todo con el gasto público, los subsidios y las transferencias … que también terminarán pagando los países más responsables.
«Se equivocaron porque perdieron su independencia. financiaron pasivamente todos los tipos de deuda pública, desde el bueno al más dañino»
—En España cada vez hay más gente que dice que entramos en el euro para que los bancos centrales dejaran de financiar los déficits de los gobiernos que destruían el valor de nuestras monedas y lo que estamos viendo es eso: un BCE que financia los déficits de los gobiernos. ¿Qué opina de esta crítica?
—Que es correcta. El mecanismo de responsabilidad recíproca no funciona y los países 'free-riders' (polizones) se multiplican. España fue un país modelo hasta el 2008, después se juntó al modelo ítalo-griego con soporte francés.
—Muchos han elogiado la emisión de deuda de Bruselas para financiar el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia como un 'momento hamiltoniano' que daría paso a la unidad fiscal europea. ¿Lo ve así? ¿Cuál debería ser el paso siguiente?
—¡Chorradas! El momento hamiltoniano requiere decisiones constitucionales y un amplio respaldo popular, hoy no existe ninguno de los dos. Hay simplemente 'free riding' en la esperanza de que Alemania y los demás países responsables paguen el chocolate para todos. El paso siguiente debe ser volver a la responsabilidad fiscal. Ausente ésta no es posible unidad fiscal europea alguna.
—El economista Luis Garicano publicó un artículo donde muestra que el mercado ha cambiado su consideración respecto de la deuda europea que antes era como la holandesa y ahora se parece más a la española. ¿A qué se debe?
—A lo que decía antes. Los inversores entienden perfectamente que el 'free-riding' al bufet del BCE que sirve chocolate para todos, transforma a todos los países europeos en penínsulas mediterráneas y no al revés.
—Hay economistas que sostienen que el BCE, al asumir criterios sobre el cambio climático, pierde independencia y eficacia para cumplir su objetivo principal que es la política monetaria. ¿Cómo responde a esa opinión?
—Las políticas de gestión del cambio climático se hacen con inversiones nacionales, impuestos sobre el CO2 y, sobre todo, cambio tecnológico y retorno a la energía nuclear.
—¿Estamos en el entorno macroeconómico más complicado desde los años 70?
—Posiblemente sí, en particular porque debido a las crisis políticas que mencioné al principio la situación mundial no es buena y las tensiones geopolíticas complican la gestión de las crisis económicas nacionales.
—¿En qué situación se encuentra la economía italiana?
—Muy parecida a la española, solamente un poco peor porque tenemos una administración pública peor, un mercado laboral más dualizado y todavía menor capacidad de hacer reformas. Hace años, cuando pasaba mucho tiempo en España, escribí que ustedes se enfrentaban al riesgo de ser otra Italia. Está ocurriendo e Italia sigue en el sendero luminoso de Argentina, nuestra síntesis político-cultural.«
«Hay margen para reducir el gasto público. Hay que mirar donde siempre: pensiones, transferencias, subsidios»
—¿Qué política fiscal habría que desarrollar en estas circunstancias?
—Parar las transferencias, pensiones en particular, y mantener constante el gasto público haciendo crecer el PIB. Esto requiere liberar recursos del gasto asistencial hacia las inversiones. No subir impuestos y, cuando se frene el gasto, bajarlos. Pero sin reformas estructurales (escuela y universidad, I+D, política de competencia) no vamos a cambiar de rumbo. Los problemas del crecimiento no se resuelven con más gastos y más deuda.
—¿Hay margen para reducir el gasto público? ¿Y para hacerlo más eficiente?
—Sí lo hay. Hay que mirar donde siempre: pensiones, transferencias, subsidios.
—Hay un relato muy extendido en Italia de que al país no le va bien con el euro. ¿Sigue vigente?
—Sí, muchos italianos siguen opinando así. Se equivocan. El euro les ha regalado dos décadas de supervivencia de las cuales no se han aprovechado para cambiar la política económica.
—Se dice que la definición del marco energético europeo no es creíble tras la guerra de Ucrania. ¿Está de acuerdo o no?
—Depende. El problema del gas y del petróleo ruso lo hemos arreglado bien y rápidamente, lo que confirma que la elección de los veinte años anteriores fue equivocada y dañina. Hay que retomar con coraje la energía nuclear. Sin nuclear no hay transición sino que suicidio económico y social.
—¿Por qué la señal de precios en la energía no está generando más inversión en la exploración de fuentes energéticas?
—Porque los incentivos políticos y fiscales distorsionan las inversiones: si solamente se pueden hacer inversiones en las renovables todos buscan subsidios y nadie se atreve a mirar fuentes energéticas diferentes.
—En España, el poder sostiene que el modelo económico cambió y que eso explica algunas discrepancias entre las estadísticas y el optimismo oficial. ¿Cree que eso es posible?
—Las estadísticas son las estadísticas: miden los que les pides medir. Si algunos piensan que existe otro valor añadido o riqueza que no medimos, digan donde están y se mide. Los 'modelos económicos' no existen, son construcciones artificiales que sirven para organizar el pensamiento y el debate.
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