La mayor caída del IPC en quince años reafirma los problemas económicos de China

El débil consumo, la crisis del sector inmobiliario y la tensión geopolítica auguran un 2024 aún más decadente

Evergrande y la crisis inmobiliaria que amenaza a China

El IPC perdió en enero un 0,8% anual AFP

Jaime Santirso

Corresponsal en Pekín

El índice de precios al consumo (IPC) de China ha registrado su mayor caída en casi quince años. Se trata de una nueva evidencia de los desequilibrios estructurales que amenazan a una economía en declive tras décadas de crecimiento vertiginoso.

Según datos revelados ... esta mañana por la Oficina Nacional de Estadística, el IPC perdió en enero un 0,8% anual. Esta cifra agudiza la tendencia deflacionaria, dado que el mes pasado el índice ya reflejó una contracción del 0,3%. Hay que retroceder a septiembre de 2009 para dar con un descenso comparable, provocado entonces por la crisis financiera global.

«El IPC cayó aún más en territorio deflacionario el mes pasado. Esto se debió en gran medida a la volatilidad habitual de los precios de los alimentos y el turismo en torno al Año Nuevo Chino», explicaban Julian Evans-Pritchard y Zichun Huang, analistas de Capital Economics, en una nota de la consultora tras la publicación del guarismo.

«Creemos que la inflación de los precios al consumo volverá a territorio positivo en los próximos meses. Pero los desequilibrios estructurales entre la oferta y la demanda indican que es probable que de cara al futuro la inflación subyacente se mantenga moderada en relación con niveles habituales antes de la pandemia».

El consumo contiene un punto débil constitutivo del modelo chino. De acuerdo al Banco Mundial, este apenas representa un 38% de su PIB frente a, por ejemplo, el 68% en Estados Unidos o el 57% en España. Pese a los intentos del Gobierno de impulsar más dinamismo, la incertidumbre provocada por los tres años bajo la política de covid-cero, a lo que ahora se suma la mala marcha de la economía, ha afianzado esta propensión.

Así, a las autoridades chinas se les acumulan los frentes abiertos. La semana pasada un tribunal de Hong Kong ordenó la liquidación de Evergrande, la segunda constructora del país y la más endeudada del mundo, con responsabilidades por valor de 300.000 millones de euros. Su agónica situación ilustra la crisis del sector inmobiliario, el cual supone un tercio del PIB chino, por lo que un desplome generalizado podría resultar altamente desestabilizante.

La tensión geopolítica también aprieta. Datos aduaneros publicados este miércoles por Estados Unidos muestran que por primera vez en diecisiete años China ya no ostenta el primer puesto entre sus proveedores, honor que ahora recae en México.

La cuota del gigante asiático entre el total de importaciones estadounidenses se redujo en 2023 a un 13,9%, lejos del 21,6% de 2017, antes del comienzo de la guerra comercial que arrastró a las dos potencias a la hostilidad explícita. Seis años después, los efectos de restricciones, sanciones y otras estrategias de desacople, rebautizadas como reducción de riesgo, comienzan a hacer efecto poco a poco en la economía china, que tenía en las exportaciones uno de sus pilares.

A peor

La preocupación ha alimentado la inestabilidad de los mercados financieros. «El presidente Xi Jinping nombró este miércoles al intransigente Wu Qing para dirigir la Comisión Reguladora de Valores de China en medio de la agitación actual», señalaba la consultora Eurasia en un informe, titulado de manera reveladora 'La intervención de Xi en el mercado desvía aún más la economía'. «El nombramiento prueba que el impulso político sigue consistiendo en endurecer los controles administrativos en lugar de abordar los problemas fundamentales que afronta la economía y la falta de claridad en la dirección».

Por todo ello, los expertos anticipan de manera unánime que el futuro económico se presenta sombrío. En 2023 el PIB chino creció un modesto 5,2%, según unas cifras oficiales cada vez menos creíbles. «Cabe esperar que en marzo Pekín establezca un objetivo de crecimiento más bajo, un 4,5% para 2024, lo que indica un entorno más complicado y una gestión de las expectativas», auguraba MacroPolo, laboratorio de ideas del Paulson Institute, en su informe para el año entrante difundido esta semana.

«Esto se debe a que todos los motores clave del crecimiento (inversión, consumo y exportaciones) afrontan desafíos aún más abrumadores de cara a la primera mitad de 2024. En particular, el desmoronamiento de la crisis de deuda local, que ejercerá una presión a la baja sobre el crecimiento».

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