El marketing abre nuevos horizontes al mundo rural
Las estrategias en este ámbito necesitan una visión específica y muy pegada a la realidad del terreno, pero la digitalización y el uso de redes son esenciales
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Icíar Miner
Las zonas rurales, tradicionalmente asociadas a un estilo de vida más tranquilo y conectado con la naturaleza, están en realidad repletas de oportunidades económicas. El potencial que ofrecen en términos de emprendimiento es amplio y diverso, abarcando desde la agroindustria y el ecoturismo hasta la ... artesanía y los productos locales. Sin embargo, existe una barrera crítica que impide que estas iniciativas prosperen con la misma fuerza que en los entornos urbanos: la falta de visibilidad.
Cuando hablamos de marketing en estos contextos, no solo nos referimos al uso de herramientas para la venta, sino también a un enfoque más profundo y estratégico que entienda las necesidades propias del territorio, potenciando actividades y servicios que, además de viables, resulten rentables a medio y largo plazo.
El marketing rural, dista mucho del enfoque que se aplica en las zonas urbanas, explica Ana Valado, vicepresidenta del Consejo Directivo de Marketing del Consejo General de Economistas. Existen dos elementos clave que lo hacen diferente. Primero, por el objetivo que persigue, y segundo, por los actores que intervienen. Se trata, en definitiva, de un 'win-win', comenta. «Hablamos de un emprendimiento no invasivo, en el que la participación ciudadana es esencial. Aquí el marketing tiene un propósito más amplio, más social, en el que se busca cubrir las necesidades de estos territorios y, a cambio, generar una ganancia no solo económica, sino también medioambiental y social y que, a su vez, se enfoca en un modelo de vida más calmado, respetuoso con los recursos del entorno y con los valores tradicionales de la zona». «¿Qué necesitas tú como comunidad rural para que yo, con mi empresa, pueda ayudarte a lograr la sostenibilidad, reducir la huella de carbono y mejorar el entorno para que la vida aquí sea mejor cada día?», plantea. Es una pregunta que refleja la esencia del marketing rural: escuchar primero para después actuar. No se trata, por tanto, de aplicar fórmulas de éxito urbano, sino de diseñar iniciativas que respondan a esas necesidades específicas, potenciando los recursos locales y el conocimiento autóctono.
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Participación activa
Y la clave de este marketing reside en la comunicación, en transmitir un mensaje que promueva el territorio no como un lugar aislado, sino como una opción de vida enriquecedora. Esto implica poner en valor lo que el rural tiene para ofrecer: una vida más tranquila, una relación directa con la naturaleza, la posibilidad de vivir de manera más sostenible y, sobre todo, de forma más humana. Un aspecto esencial que destaca Vallado es la necesidad de involucrar a la ciudadanía local. La participación activa de las personas que habitan el territorio no solo favorece una mayor cohesión social, sino que garantiza que los proyectos que se desarrollen sean verdaderamente relevantes y beneficiosos para la comunidad. No se puede hablar de marketing en el rural sin incluir a quienes llevan generaciones habitándolo y cuidándolo. En Galicia, por ejemplo, a través de los proyectos de Aldeas Modelo, se están desarrollando iniciativas ganaderas como la cría del porco celta en extensivo o como la recuperación de la raza autóctona del cerdo silleiro. Esto a su vez, desarrolla otro tipo de negocios como el cultivo de plantaciones necesarias para su alimentación –cereales y plantas locales– poniendo en práctica los principios de la economía circular y ecológica. La rentabilidad, en este contexto, no solo se mide en términos financieros, sino también en términos de bienestar y sostenibilidad. Se trata de encontrar ese delicado equilibrio entre crecimiento económico y respeto por el entorno, algo que solo es posible si se escucha al territorio y a sus habitantes.
Estrategias efectivas
Pero existe otro marketing menos romántico y más preciso orientado a cubrir necesidades específicas altamente demandadas. Se tata de saber utilizar estrategias efectivas para lograr visibilidad, utilizando herramientas de comunicación digital. Pero ¿puede el marketing contribuir a la generación de riqueza en el ámbito rural? José Luis Cosío, CEO de TÚrepueblas y MarketingRural.es, responde con firmeza: «Claro que sí. Transformamos a las empresas gracias al marketing. Si seguimos una estrategia adecuada en redes sociales, se puede lograr», afirma. El éxito, según él, depende de tener claros los objetivos que la empresa busca en cada momento, adaptando las acciones de marketing a las necesidades específicas del negocio. Desde mejorar la visibilidad hasta aumentar las ventas o conectar con un público más amplio. Un ejemplo claro de cómo puede generar riqueza en el ámbito rural es la empresa familiar palentina, Pastas y Hojaldres UKO, que gracias a una estrategia bien definida consiguió multiplicar por seis sus ventas y mantiene un crecimiento anual que se duplica. Según José Luis Cosío, esta transformación es el resultado de adaptar el marketing digital a las necesidades específicas del negocio y de su entorno. «En estos casos, y en general en el mundo rural, es fundamental amoldarse y entender que no hay dos clientes iguales».
Cada comarca tiene sus propias particularidades, necesidades y
ritmos
Pero el marketing no solo es clave para las empresas; también lo es para las administraciones públicas y los ayuntamientos que, muchas veces, carecen de la capacidad de gestionar y difundir lo que hacen. «¿Cómo van a lograr hacer atractivo su municipio si no comunican sus necesidades y potencial?», cuestiona Cosío. La falta de visibilidad limita sus posibilidades de captar proyectos que puedan asentarse y contribuir al desarrollo local.
Alianzas estratégicas
En un país tan plural y diverso como el nuestro, con marcadas diferencias entre comarcas, la cooperación entre administraciones públicas, empresas privadas y asociaciones locales se vuelve fundamental para impulsar el desarrollo rural. «Las administraciones tienen la capacidad de proporcionar el marco normativo adecuado y ofrecer incentivos fiscales, mientras que las empresas locales aportan el capital y los conocimientos técnicos necesarios para generar crecimiento. Por su parte, las asociaciones comunitarias juegan un rol clave en la promoción del territorio y en la concienciación pública sobre los beneficios de estos proyectos colaborativos», explica Cosío.
Sin embargo, esta diversidad regional no siempre facilita la cooperación, ya que cada comarca tiene sus propias particularidades, necesidades y ritmos. «El reto radica en hacer posible una economía circular y un sistema compartido que fomente el emprendimiento colaborativo no solo dentro de una región, sino también entre provincias», aclara Ana Valado. «Un proyecto muy viable para ti quizá también lo sea para otra zona también. Y para ello, es crucial crear espacios de colaboración».
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