con permiso
Sánchez, contra los empresarios en todas partes y al mismo tiempo
Tiene a la gran empresa donde quería: defendiéndose de lo que no es, con unos y otros mirándose de reojo para ver quiénes serán los indecentes del puro y quiénes los aplaudidores del mundo Sánchez
Madrid
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Iniciar sesiónLa cuenta atrás ya ha comenzado. En el calendario, marcado en rojo, una fecha para desvelar quién o quiénes se llevan el gato al agua. Domingo, 12 de marzo. Vaya, pero cita electoral no es, no. De momento... 11 nominaciones en el escaparate, y la ... buchaca aún sin llenar, claro. «Todo a la vez en todas partes». Una jocosa propuesta interdimensional, con una alucinógena trama, que los cineastas Dan Kwan y Daniel Scheinert llevan al extremo –continuando con los pasos de su extravagante y existencial película anterior, 'Swiss Army Man'–, en la que el absurdo y el caos más puro se abrazan entre secuencias escatológicas, peleas de artes marciales y pura emotividad en una película que verdaderamente lo es todo... A bote pronto, ¿algún paralelismo se les viene a la mente? Además –sigo con la 'peli'– con una heroína, inesperada, que debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo...
Esta semana hemos sabido que Pedro Sánchez ha sumado otra muesca en la culata de su brava legislatura a fuerza de derrotar a otro fabuloso rival: el núcleo de la Tierra. Menudo es él. Y, también yo, prefiero no seguir hablando… El caso es que los guionistas del Gobierno, con la imaginación fértil de Miguel Barroso y los que se esconden bajo su sombra, no paran de fabular enemigos y sacar oponentes de donde no los hay. Sánchez y su clá han tenido a bien denunciar el «capitalismo indecente» de grandes empresarios. Solo de algunos, no vayan a creer. Siempre con la idea de que la empresa está ahí para ser fustigada, cual 'punching ball'. El dueño de Mercadona ha sido el elegido esta vez como centro de los dardos del Gobierno socialcomunista. Juan Roig ha sido repudiado en plaza pública, como antes lo fueron Amancio Ortega, Ana Botín e Ignacio Sánchez Galán. Cualquier gobierno de cualquier país daría lo que fuera por tener ilustres nombres como los nuestros para hacer de ellos embajadores de su marca, pero en la España de la geometría variable del sanchismo-barrosismo sacamos a los violadores del trullo y metemos en la cárcel de papel a empresarios que engrandecen el país. Así nos va. Es el presidente Sánchez en estado puro, contra todos, a todas horas y en todas partes. Bueno, contra casi todos.
El daño está hecho, porque el plan es dividir. La idea, la mala idea, es crear y extender una suerte de empresarios buenos, responsables y decentes, que tragan con las ruedas de molino de Sánchez, y otros, egoístas, soberbios e indecentes que solo miran por ellos y no velan por la concordia y el entendimiento monclovita. El procedimiento es perverso: por la mañana los socios de coalición marcan y estigmatizan a un empresario. Por la tarde la maquinaria de propaganda sanchista le pone en la diana. Y por la noche aparece un tipo o tipa de tercera del PSOE para decir que hasta los empresarios merecen su respeto. Así van tirando y quemando mecha en un Gobierno cuyo núcleo intelectual sí que dejó hace mucho de moverse racionalmente y ahora rueda solo a veces y siempre en dirección contraria.
La CEOE ha tenido que romper su línea de discreción para denunciar la peligrosa estrategia de populismo del Ejecutivo. Igual da. El daño está hecho. Ione Belarra siempre tira al insulto y Sánchez correrá a hacerse otra foto con el mundo corporativo como la de hace unos días en la Fundación Carolina, donde cogió desprevenido a Sánchez Galán, quien ya le había dado plantón en el corro de la patata de Davos pero que no pudo escapar del abrazo del oso en Madrid. Solo Ana Botín se fue por la tangente y dejó a Sánchez plantado y sin canesú. Tras el quejío del patrón de patronos, Antonio Garamendi, pidiendo un poquito de por favor a La Moncloa, Belarra reincidirá y Sánchez hará de nuevo el paripé y saldrá en Falcon a celebrar la división empresarial en la tan demandada noche sevillana, diciéndole a alguno «sujétame el cubata que este entuerto de país lo arreglo yo en un periquete».
Sánchez y los suyos –conocidos como sus 'pacificadores'– quieren que las ramas de su descontrol general no permitan ver asuntos como el aumento del paro, superando los tres millones de desempleados y duplicando la media europea, y la advertencia de la presidenta de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo, Monika Hohlmeier, asegurando en ABC no saber qué se hace con los dineros comunitarios en España ni en qué bolsillos acaban.
En definitiva, el presidente tiene a la gran empresa donde quería: defendiéndose de lo que no es, con unos y otros mirándose de reojo para ver quiénes serán los indecentes del puro y quiénes los aplaudidores del mundo Sánchez, un lugar de cizaña, postureo y cinismo a tutiplén para tener a casi todos enfrentados todo el tiempo. En eso interpreta un papel de Oscar.
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