Del Pino le hace el pase del desprecio a Sánchez
El presidente de Ferrovial le ha dado al sanchismo una clase magistral de física práctica: todo lo que se construye en el aire termina cayendo al suelo
Respaldo masivo de los accionistas a Ferrovial pese a los ataques del Gobierno
Crónica de una mudanza anunciada
El consejero delegado de Ferrovial, Ignacio Madridejos, y el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino
EXPECTACIÓN máxima ante, me atrevería a decir, el evento empresarial del año. Multitud de accionistas como nunca antes en la historia en una reunión de ídem –algo más de 600–, y prensa, mucha prensa, intentando arrancar hasta el sentido del voto de los que desfilaban ... ante el recinto del complejo elegido –el Palacete de los Duques de Pastrana, levantado a mediados del siglo XIX por el financiero galo Louis Ghilhou–, donde decidir si aprobaban su fusión y su mudanza a Países Bajos. Nadie parece que vio llegar al jefe, Rafael del Pino, pero créanme si les digo que la imagen era la de alguien que ya había sufrido todo lo que tenía que sufrir y que estaba tranquilo y confiado, en otra pantalla ya.
Y al final, sin sorpresas. Dentro de lo previsto... por Rafael del Pino –incluso por Leopoldo, el hermano díscolo–, pero no por Pedro Sánchez y cía. Respaldo mayoritario al presidente de Ferrovial de parte de sus leales accionistas, del 93,3% del capital allí presente o representado, con la oposición del 5,8% –el 4,5% de Leopoldo– y la abstención del 0,9%, que tienen ahora un mes para decidir si ejercen su «derecho de separación» de la compañía, recibiendo 26 euros por acción. Lo dicho, no se espera que su hermano lo haga. ¿Y la acción? reacción, cerrando en los 27,39 euros a dos euros del máximo histórico. Apoyo máximo pues también de los inversores.
En definitiva, Ferrovial no se va de España –a pesar de esos 30 días en 'stand by'–, mantendrá su actividad, el empleo, sus proyectos, su plan de inversiones y su cotización en España, además de contribuir fiscalmente en su país de origen, como lo ha venido haciendo hasta ahora. Como siempre vamos. Al presidente de la gran constructora le ha faltado decir. ¡basta ya!, pero como si lo hubiera dicho en el transcurso de una junta tan esperada como con un final sin sorpresas. Crónica de una mudanza anunciada que va de libertad y seguridad jurídica y no de impuestos, que arrancaba un gran aplauso de todos sus accionistas tras su intervención, arropado por los suyos tras tanta presión monclovita y mediática, una ovación 'per se', que se antojaba interminable e insultante frente al matonismo del Gobierno español. Con exactitud, treinta segundos. Casi el mismo tiempo que dedicó la audiencia al segundo de a bordo, Ignacio Madridejos.
Con todo, Del Pino le ha dado al sanchismo una clase magistral de física práctica: todo lo que se construye en el aire termina cayendo al suelo. El Gobierno creó una burbuja de medias verdades, amenazas y odios políticos para retorcer la lógica empresarial de Ferrovial, y al final fue la lógica de los accionistas la que ha terminado aplastando el pensamiento dicotómico gubernamental del conmigo o en mi contra. La constructora traslada su sede porque así lo quieren sus legítimos propietarios y el Gobierno se queda solo con su cantinela de coacciones y advertencias que ya no asustan a nadie.
La marcha de Ferrovial aflora una gran verdad: esto no va de evasión de impuestos ni de picarescas, sino de libertad y de seguridad jurídica. El sanchismo es lo contrario a las libertades y Del Pino lo ha escrito en mayúsculas en la pizarra empresarial, para que quede claro y por si algunos otros quieren seguir sus pasos.
La junta de Ferrovial ha desmoronado la estrategia del miedo de Sánchez y su banda de la cachiporra mediática. Ferrovial se marcha y ahí deja a Sánchez, Calviño, Montero, Bolaños y demás personajes ajenos a la vida empresarial, lamiéndose las heridas y en evidencia por su derrota, que es una victoria de la verdad, una conquista frente a quienes quieren matar la realidad para imponer su voluntad de poder.
Del Pino puede presumir de haber firmado una victoria moral, que deja desnudo al Gobierno y a sus propagandistas, que ladran pero morder muerden poco y solo al que se achanta, porque a ese le trituran y le hacen la vida imposible con ejercicios de pavoneo y matonismo. Se abrió la montaña monclovita y parió un ratón.
Sánchez queda ridiculizado y marcado ante Europa: lo apostó todo contra Del Pino y ha perdido. Eso no quita que ahora trate de darle una patada a la mesa como mal perdedor. Aunque alguien ahora tendría que explicar cómo se quiere presidir la UE y cargar contra una empresa que quiere mover su sede dentro de la UE. Muy sanchista. Estaremos atentos hemeroteca mediante.
Y encima Del Pino le recuerda a Sánchez y demás que España es su país y que no va a renunciar a ello, lo que demuele el autócrata plan sociopodemita. Ahora que nadie piense que esto ha terminado, porque solo ha hecho que empezar. El sanchismo sabe que le va la vida en esto, en su sentido del «respeto» camorrista, y hará todas las zancadillas posibles a Ferrovial para enviar un mensaje al mundo empresarial de su ferocidad y revanchismo «dumasiano». Menudo es Sánchez.