El otoño del patriarca y el invierno de la economía

Sánchez, como Zacarías o Antonio, vaya usted a saber, no recuerda ni qué hace ahí, pero su instinto de supervivencia le lleva a negar la evidencia y a agarrarse al clavo ardiendo de rebeldes golpistas imaginarios confabulados para dejarle sin juguete: Putin, el Covid, el volcán, los del puro, los cenáculos, los medios, las eléctricas, los bancos y el Lucero del alba y la sota de espadas. La Moncloa sabe que el panorama que viene con efecto inmediato –ya estamos dentro– es desolador, con una recesión capaz de comerse por las trancas las cuentas de familias, empresas y del propio país. Los grandes fondos de inversión, los analistas y las compañías también lo saben y se hacen cruces imaginando al equipo de Gobierno en semejante tesitura. Los sindicatos ya no pueden sostener más a las bases porque la inflación ha convertido los sueldos medios en salarios mínimos y si siguen haciéndose los muertos pronto no tendrán que simular. La caída del consumo y el parón de actividad industrial sumados a la presión en las calles deja un cuadro imposible. Y a Sánchez ya solo le queda, como aquel, el mar para vender.

En el Gobierno y entre sus socios empiezan a escucharse voces sobre elecciones anticipadas para evitar una debacle en autonómicas y municipales que les deje a todos en la calle desde la próxima primavera. Sánchez ha reaccionado de dos maneras: marcándose un Tezanos, de idénticos efectos al gas de la risa en el campo demoscópico, y dando rienda suelta al comando caribeño, que igual le encarga un documental de autor en TV que le monta una pachanga en Estados Unidos para que vea que todavía hay sitios donde no le recriminan su gestión por la calle. También pueden contratarle una 'sit-com' al dúo amigo de los Javis –Ambrossi y Calvo–, no se vayan a confundir, que esos sí saben de comunicación –al estilo de Paquita Salas y el Foro de Puebla–. Ese es el gran problema de Sánchez: no es que no mienta, es que no nos dice una verdad.

Convencidos de que un corto otoño dejará paso a un largo y crudo invierno político, el PSOE S.A. ha saltado la valla de las instituciones y la empresa para ponerse donde 'hayga' antes de que deje de haber. Ahora se ha sabido la propuesta de Indra para situar a nuevos consejeros independientes; se supone que para calmar la «gran preocupación» por la gobernanza que mostró el presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, hace ya tres meses. El mismo día se supo que Amber Capital –socio de referencia de Prisa– recibía la autorización del Gobierno para llegar al 9,9% del capital de la compañía estratégica que preside el bueno de Marc Murtra. Aten cabos. Pues... ha hecho bien Alberto Núñez Feijóo en no morder el hueso lanzado por La Moncloa para situar a hombres del PP en el consejo de administración de Indra: de inmediato lo habría filtrado el propio Sánchez y el gallego se quedaría sin relato para denunciar a los incrustados políticos que trufan la tecnológica. Feijóo aprendió la lección con las listas del CGPJ y se ha fumado un puro aún a costa de que el órgano de gobierno de la empresa que controla los procesos electorales haya quedado compuesto por un menudeo de gente con todo el futuro por detrás.

Sánchez se ha zampado Indra para que los susurradores a la violeta –supuestos eruditos, o eso se creen ellos– que le adoran por la peana se deleiten en paz, tengan donde libar del presupuesto público y no empiecen a cuestionarle sus ocurrencias o, lo que es peor, a desmandarse. Al fin y al cabo el viejo patriarca Zacarías sabía que «el único error que no puede cometer ni una sola vez en toda su vida un hombre investido de autoridad y mando es impartir una orden que no esté seguro de que será cumplida». Ya estamos todos. Hasta los 'hombres de negro'. Ya es otoño en La Moncloa. Y en más de una empresa. Veremos si el próximo año hay primavera en El Corte Inglés.